Capítulo 7

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Definitivamente, había algo extraño en su entorno. Hange retornaba su labor dentro de la empresa de los Ackerman. Veía algo muy tonto el sentir una gran nostalgia el pasar por aquella recepción de la entrada, pensando que no lo había visto en mucho tiempo cuando estuvo ahí mismo no hace más de tres días.

Tomó el elevador para subir al piso dieciocho, que era donde trabajaba la mayor cantidad de tiempo, tambien porque la oficina de su "odioso" jefe estaba ahí. Había estado situada al centro de ese estrecho espacio cuando las puertas se abrieron en el piso tres, dando paso a un grupo de chicas, trabajadoras del equipo de marketing y logística. Ya que era un grupo de cinco, se hizo hacia una esquina.

— Ayer no la vi —comentó una de ellas—, ¿se habrá tomado unas vacaciones?

— ¿Tan pronto? —expresó otra— Sí que sabe aprovechar sus "conexiones" —aquella última palabra sonó de forma sarcástica.

— La verdad es que no me sorprendió —comentó alguien más—, siempre detrás del gerente, sabíamos que se tenían algo.

— Bueno, al menos algo discretos debieron ser —respondió otra—, no hacer tal escándalo en un lugar tan público y con tantas cámaras.

Hange solo escuchó lo que decían, sabía perfectamente que se referían a ella y estuvo cerca de intervenir, ya que parecían no haber reparado en su presencia. Sin embargo, aquel ultimo comentario, era el más acertado de todos y no tenía argumentos para refutarlo. Ese grupito se bajó en el piso quince y al fin pudo respirar tranquila. Sabía que surgirían rumores y habladurías; mentalmente, ya estaba preparada para eso así que solo las ignoró, aunque si le causó mucha incomodidad.

Llegó hasta el piso que le correspondía. Las puertas se abrieron y la recibió ese aroma a desinfectante concentrado que caracterizaba, precisamente, a ese piso; la razón era muy obvia sabiendo quien era el gerente cuya oficina estaba en aquel piso.

Hange se dirigió hacia su escritorio, cerca al de la recepcionista del departamento, pero su rostro evidenciaba una clara molestia, y es que incluso en su camino por los pasillos había visto algunas miradas curiosas y otras fulminantes. Ella no era de arrepentirse de sus acciones muy seguido, prefería no hacer eso, pero ahora sí que la estaban poniendo a prueba.

— ¡Qué pesados! —masculló para sí misma mientras lanzaba, un poco brusco, su bolso sobre su asiento tras el escritorio grande que le correspondía.

— Adivino —habló una colega—, chismes de oficina —comentó Nifa, la recepcionista del piso.

— Si fuesen solo chismes no estaría con mala cara —respondió—, ahora me salen con miraditas agudas, ¡cómo si les fuese a responder! —se quejó.

— Pues de que te han molestado, eso es seguro —dijo lo obvio—. Buenos días.

— Buenos días —la castaña suspiró con pesadez.

Sentía como si el día hubiese sido uno muy pesado y agotador en mucho tiempo, ¡y apenas iniciaba! Por primera vez, quería terminar su jornada laboral pronto e irse a descansar.

— Intenta no hacerles caso —aconsejó la de cabello rojizo—, con el tiempo pararan esas habladurías. De aquí a un mes, puede que ya nadie se acuerde de aquel incidente en la capilla.

— Ojalá pudiese yo también olvidarlo —deseó Hange.

— Además, no tiene por qué importarles a esas indeseables de los pisos de abajo, quien está con el jefe eres tú, ellas no tienen nada que ver en una relación de dos.

— No, tú no... —Hange se llevó una mano a la sien y mostraba su evidente decepción al ver que todos creían en esa farsa. Es decir, eso era bueno, significaba que su representación frente a ese público había sido memorable e impactante, pero eso era algo que, por ahora, Zoe no quería ser.

Operación: Arruinar una boda [Levihan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora