Capítulo 26

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Debía admitir que ella siempre había sido una persona ansiosa con respecto a lo que más le interesaba o le gustase. Aun así, probablemente, esta sería la primera vez que estaba tan ávida y emocionada por algo, al punto de dañar sus propias uñas. ¡¿Y cómo no?! Hange estaba muy expectante del momento en que le diesen el alta a su pequeño bebé y poder tenerlo, al fin, consigo en casa.

— Ya deja tus manos en paz —dijo Levi al verla tan nerviosa que se hacía un nudo interminable con sus dedos—, te vas a hacer daño —advirtió viendo que sus uñas rozaban su piel dejando algunas marcas lineales.

Era un pedido difícil para ella, si consideraba cuántas semanas tuvo que esperar para que su hijo recibiese el alta. Aun recordaba cuándo nació y se lo llevaron las enfermeras, parecía ser que sus pulmones no estaban del todo desarrollados aun por lo que necesitó asistencia médica. Recordaba que a su hija, la primera que nació, tambien se la llevaron por precaución, ambos niños habían sido prematuros.

Sin embargo, era increíble el contraste en ambos bebés, pues la niña se encontraba perfectamente saludable, mientras que el niño presentaba dificultades. Hange recordaba el alivio que sintió cuando le informaron que todo estaría bien, aunque eso no evitó que se enojase, pues en un principio, le había dicho exactamente lo mismo y ahora esperaba a su bebé después de tiempo.

— Si... —aceptó ella, sabiendo que su novio tenía razón.

¡Si! Era su novio. No lo habían dicho públicamente, pero quedaba muy claro para ellos y para el resto, que era así. Además, eran una joven pareja cuidando de sus bebés recien nacidos, no parecían poder pensar en nadie más que no fuese su pequeña familia que había formado.

¿Qué si habían expresado abiertamente sus sentimientos? Sí, lo habían hecho, no necesitaban algo muy llamativo como decirse palabras llenas de afecto, eso no era para ellos. Las acciones hablaban por su cuenta, cuando se preguntaban si habían comido aun estando él en el trabajo y ella en casa cuidando de la bebé, o cuando Levi era quien se levantaba a atender a la niña cuando lloraba de noche, solo para dejar a Hange descansar un poco más.

Un leve quejido provino de la pequeña bebé que había estado en los brazos de su papá durmiendo muy plácidamente hasta hace unos segundos.

— Se despertó —comentó el pelinegro, acomodando a su hija y meciéndola un poco para evitar que llore.

— Que consentida —se burló Hange con una sonrisa socarrona hasta que escuchó que empezaba a llorar—. ¡Ay no! —se arrepintió de haber reído— Isa —llamó—, sin llorar bebé —se había acercado y le acariciaba las mejillas redondas a la infante.

Isabel, ese había sido el nombre que Levi había elegido para su hija. En realidad, fue el Ackerman quien eligió el nombre de los dos bebés, Hange dijo que podía hacerlo él ya que ella sería capaz de ponerle nombres raros y se lo reprocharían unos años después. La pequeña niña era la consentida de su padre pero demostraba acatar más las ordenes de la castaña, o al menos eso parecía, porque dejó su llanto en cuánto escuchó la voz de la mujer.

— Aquí está —salió una doctora junto a una enfermera que llevaba un bebé consigo—, Farlan Ackerman —anunció la llegada del neonato envuelto en unas mantas—. Solo firme aquí y podrán llevarlo a casa —dijo la doctora encargada de ese servicio, sabiendo que el niño ya podía ser dado de alta.

Hange no se hizo de esperar y firmó rápidamente el papel, para luego poder tomar entre sus brazos, a su pequeño hijo, a quien no había podido tocar mucho por estar en esa bendita incubadora las últimas semanas.

— Se encuentra completamente bien —comentó la especialista—, su desarrollo ha sido bueno, asumimos que esperaron mucho por esto, los dejamos solos.

Operación: Arruinar una boda [Levihan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora