XVI-Un domingo raro

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Advertencia ⚠️  este capítulo tiene una escena fuerte, estas advertid@ para que después no vengan con insultos no romántizo para nada este comportamiento pero es un fic.

Recuerda que está historia está finalizada ☺️ está en edición y para los que la releen no hacer spoiler por favor.


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UN DOMINGO RARO*
                                          
Me puse lo que se suponía que debía ponerme: vaqueros sin ropa interior y el jersey gris que el señor Park me había regalado. Tenía los ojos cansados y preferí no ponerme las lentillas y dejar descansar la mirada un poco, así que cogí mis gafas y mi gorro de lana. Seguía lloviendo y hacía algo de fresco, sabía que acabaría agradeciendo habérmelo llevado. No lo usaba a diario porque era de mi época universitaria, demasiado informal y grande para llevar al trabajo. 

                          
Preparé café y me lo tomé tranquilamente mientras esperaba al señor Park, que tardó un poco más de lo habitual. Cuando oí sus pasos en la escalera ya casi había terminado mi taza, alcé la mirada de las preciosas vistas de la cristalera del salón y me encontré con un señor Park que parecía sacado de la policía secreta. Llevaba gorra de béisbol en un día de lluvia, junto con una camiseta blanca y una chaqueta de deporte gruesa y con capucha; además de unos pantalones vaqueros demasiado ceñidos y unas zapatillas de marca. 

                          
—Bueno días, señor Park —me obligué a decir, porque me había quedado en blanco por un momento.

                          
—¿Gorro y gafas? —me preguntó, porque él también se había parado a mirarme de arriba abajo.

                          
—Sí. Es mi día libre.

                          
—Tú no tienes días libres —me recordó.

                          
—Es mi día más relajado —me corregí.

                          
Eso pareció valerle porque se acercó y se sentó frente a mí, en su sitio de siempre en la isla, para abrir su desayuno que ya había llegado.

                          
—¿No lo has puesto en platos hoy?

                          
—¿Prefiere que se lo ponga en un plato, señor Park? —le pregunté, pero él no respondió.

                          
Hundí mi cuchara en el yogur denso y amargo que no me terminaba de gustar y miré la hora en el móvil.

                          
—El museo abrirá en una hora, con suerte podremos ver las mejores partes antes de que se llene de gente y tengamos que andar a empujones para acercarnos a ver los expositores —le dije—. Es un poco larga y seguro que terminamos encontrándonos con las familias de domingueros, pero no se preocupe, como se nos acerque algún niño gritón le daré una patada en la cara.

El Asistente (Jikook)(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora