IX- Conmigo, pero sin mi.

4.5K 606 74
                                    


Hola! Bueno aquí está el segundo intento de subir el capítulo estaba a punto de subirlo pero tuve que salir de Wattpad otras veces lo hacía y no pasaba nada ahora se borró todo, las imágenes y el texto que había editado 😢.
Ojalá que está vez si se sube abien 😊 aquí empezamos con los capítulos del fin de semana .

Ojalá que está vez si se sube abien 😊 aquí empezamos con los capítulos del fin de semana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conmigo, pero sin mi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conmigo, pero sin mi...

La angustia y la depresión eran grandes amigos míos. Los conocía a ambos desde siempre, eran la clase de colegas que nunca se perdían una buena fiesta, aunque no los invitaras. Siempre se acordaban de mí, me decían: «Ey, Félix, parece que las cosas te van bien, pero, ¿no crees que eres una mierda de persona y que siempre la acabas jodiendo de alguna forma?». Y yo les decía: «Hostia, es verdad. Quizá debería ponerme a temblar e hiperventilar mientras trato de no llorar para que nadie se dé cuenta». Sí... eso solía pasarme a menudo cuando era adolescente; pero yo me decía a mí mismo que con el tiempo se pasaría. Quizá cuando dejara la casa de mis padres, quizá cuando me mudara a Tokio, quizá cuando consiguiera trabajo; pero, ¡sorpresa! El tiempo pasaba y yo solo seguía cagándola más y más y perdiendo cosas que me hacían feliz, cosas que quizá se preocupaban muchísimo por mí, cosas que intentaban ayudarme, cosas que yo hacía sufrir, cosas que me habían dejado y se habían marchado muy lejos, cosas que habían vuelto con un novio millonario e increíblemente guapo, cosas que ya no volverían jamás. Pequeñas cosas, ya sabéis.

                         
Y yo quería esas cosas, ¡claro que las quería! Pero cuando las tenía, solo podía pensar en el momento en que las perdería. Mis buenos amigos me decían: «Ey, Félix, este chico es genial, guapo, gracioso, divertido, sincero y además se nota que te quiere muchísimo, ¿no crees que es demasiado bueno para ti?». Y yo les decía: «Joder, es verdad. Voy a sabotearme a mí mismo y a tratar de alejarle de mí, porque eso tiene mucho sentido, ¿verdad? Si alguien me hace feliz, ¡no puede ser bueno para mí!». Sí, eso era lo que pensaba mientras jugaba con Kookie a un retorcido juego que a mí me gustaba llamar «conmigo, pero sin mí». Las reglas eran bastante sencillas: yo hacía todo lo posible por mantener la distancia emocional y no darle a Kookie demasiado, porque si lo hacía, quizá él descubriera el puto desastre de persona que yo era; pero, y aquí viene lo mejor, a la vez quería que Kookie se desviviera por mí, que me dedicara toda su atención y que me siguiera tratando como a un rey a cambio de nada.

El Asistente (Jikook)(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora