XVII-El tigre Blanco

8.9K 794 258
                                    

EL TIGRE BLANCO DE COREA*                                                                              La alarma del despertador me sorprendió y murmuré algo en voz baja, intentando que Jimin se moviera un poco para dejarme escapar de su abrazo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EL TIGRE BLANCO DE COREA*
                                    
                                          
La alarma del despertador me sorprendió y murmuré algo en voz baja, intentando que Jimin se moviera un poco para dejarme escapar de su abrazo. Conseguí liberarme y apagué la alarma de un golpe seco y enfadado. Jimin se movió debajo de mí y se frotó el rostro antes de buscar mi mirada. Le di su beso de buenos días y se levantó, todavía desnudo, para marcharse a la ducha. Yo hice los mismo y me preparé un buen café mientras bostezaba. Seguía lloviendo y hacía frío, era ese momento del año en el que empezaba a costar bastante levantarse de la cama. 

                          
—Bueno días, señor Park —le saludé—. ¿Gabardina? —pregunté con cierta sorpresa al verle aparecer con una bonita gabardina azul marino sobre su traje gris.

                          
—Sí —respondió con tono calmado—. Vámonos.

                          
Cogí el móvil de encima de la mesa y le seguí hacia el ascensor. 

                          
—¿No tienes cazadora? Vas a pasar frío, Jungkook —me preguntó en el ascensor tras colocar su mano sobre el jersey negro que llevaba encima de la camisa blanca. Era más fino que su jersey gris, pero al menos se me ajustaba mejor y me daba una imagen más formal y profesional.

                          
—Todavía es pronto para la cazadora —respondí mientras leía el horario del día.

                          
Subimos al coche y nos sentamos cada uno en su lado. Era lunes y ese domingo tan extraño de pajas en el coche y mamadas nocturnas había terminado. 

                          
—Dos reuniones por la mañana: una con la señora Timber para ponerle al corriente de las ventas y otra con el señor Lee, para que le cuente la gran idea tan urgente que ha tenido. Después tiene diez minutos antes de la comida, una llamada con el señor Smith, del puerto, y una reunión larga con el equipo de ventas antes de su clase de yoga —le expliqué de corrido.

                          
El señor Park asintió mientras miraba distraído por la ventanilla repleta de gotas de lluvia e hilos de agua que se escurrían hacia el lado derecho debido al movimiento del coche. Continué repasando los mensajes que ya había recibido a esas alturas y usando casi la misma respuesta estándar para todos. Al llegar al gimnasio ya casi había conseguido sacármelos de encima, pero al terminar de entrenar y volver al coche había otros veinte más, junto con varios correos.

                          
—Hay un correo sobre animales peligrosos en el caribe, señor Park —le informé, porque ahora le leía todos los mensajes raros que me llegaban en caso de que fueran alguna invitación para más orgías o mazmorras del sadomaso o alguna cosa de las suyas—. Es solo una lista con nombres.

El Asistente (Jikook)(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora