XVIII-La madre del año

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LA MADRE DEL AÑO*

                                          

El resto de la comida fue tan horrible como cabía imaginar, pero la ensalada estaba buena. Después de un monólogo bastante largo del señor Jihyun, que no era capaz de masticar con la boca cerrada ni de parpadear cada cinco palabras, al fin terminaron su plato de buey y la camarera les dijo que ahora llegarían las mujeres con el café y su paja. Por suerte, el señor Park se levantó entonces, limpiándose la boca con la servilleta antes de tirarla sobre la mesa y atarse el botón de la americana.

                          

—Nos vamos —fue todo lo que dijo.

                          

El señor Jihyun insistió, un poco indignado y un poco decepcionado, porque no se quedase con él a tomar el café y a la paja; pero el señor Park no respondió, así que comprendí que era mi turno de hacerlo.

                          

—El señor Park tiene una agenda apretada hoy, siento que no se pueda quedar a disfrutar de... de todo el menú.

                          

Sin más, nos fuimos y recogimos la gabardina del señor Park del ropero antes de salir a una calle fresca y lluviosa. Abrí el paraguas y nos quedamos esperando a Wonho en aquella avenida poco concurrida y secundaria del centro. 

                          

—Jungkook—me llamó el señor Park sin dejar de mirar al frente—. ¿Habría alguna posibilidad de que vinieras conmigo a la orgía?

                          

—No —dije, como si fuera una sentencia a muerte.

                          

—No permitiré que nadie te toque, solo yo —insistió.

                          

Esta vez no me molesté ni en responder, porque aquel tema no se merecía ni un segundo más de mi tiempo. 

                          

—Si es cuestión de dinero, sabes que no tengo problema con pagarte lo que sea.

                          

Giré el rostro y alcé un poco la mirada hacia él. El señor Park parecía mucho más grande que yo, porque era más ancho de espalda, pero realmente solo era un poco más alto. Él respondió a mi mirada y pudo ver en ella lo muy ofendido y asqueado que me había hecho sentir aquella frase. Entonces aparté el rostro y no volvimos a hablar hasta que llegó Wonho, quien salió con su propio paraguas para tapar al señor Park y nos dedicó un saludo con una inclinación de cabeza.

El Asistente (Jikook)(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora