XX- La cena de los héroes.

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– LA CENA DE LOS HÉROES*
                                         
Comí en silencio mientras el señor Jihyun monopolizaba toda la conversación, como solía hacer cuando no estaba demasiado drogado como para ni poder pensar. Yo no tenía demasiada hambre y masticaba aquella carne un poco dura con la mirada fija en la mesa, pensando en que, quizá, el señor Park estuviera planteándose seriamente ir a esa fiesta de San Valentín para hacer alguna guarrada. No le miré en toda la comida, porque temí lo que pudiera encontrar en sus ojos.

                         
Cuando el señor Park terminó su bistec, me hizo una rápida señal y se levantó de la mesa. El señor Jihyun dejó de hablar y se quejó, alzando las manos en alto.

                         
—Vamos… —trató de insistir, pero el señor Park ya estaba de camino a la puerta, seguido muy de cerca por mí.

                         
Nos quedamos en mitad de esa calle secundaria y poco transitada, aguardando por Wonho mientras el señor Park me acariciaba suavemente la parte baja de la espalda. Algo que no me esperaba en aquel momento, algo que no estaba seguro de si me agradaba en esa situación.

                         
—Al parecer, nos lo pasamos muy bien en esa fiesta —me dijo junto con una mirada por el borde de los ojos.

                         
—No recuerdo nada —respondí—, pero si todos estaban allí para que hiciéramos «alguna guarrada de las nuestras» —pronuncié esas palabras con desprecio, para dejarle claro lo desagradable que me resultaba la idea—, no me sorprende que le haya roto la nariz a alguien y te sacara de allí a rastras.

                         
—Ojalá hubiera estado sobrio —murmuró con una leve sonrisa.

                         
Wonho apareció entonces por el fondo de la calle, tras los cubos de basura, y se detuvo frente a nosotros. Nos subimos y comenzamos la vuelta a casa.

                         
—Oye, Jimin… —dije tras reunir el valor suficiente para formular aquella pregunta—. No decías en serio eso de ir a la fiesta de San Valentín, ¿verdad?

                         
Él me miró en silencio antes de responder:

                         
—Sabes que no te dejaría que nadie te tocara, Kookie.

                         
Cerré los ojos y negué con la cabeza.

                         
—Ese no es el problema, Jimin. Nosotros no somos un puto espectáculo.

                         
—Ya le has oído, todos estaban deseando vernos.

                         
—¿Y qué?

                         
Otro breve silencio de miradas fijas. No entendía cómo el señor Park no se daba cuenta de lo que el señor Jihyun estaba diciendo con aquello: que él era una especie de monstruito con la polla grande que hacía putas guarradas para entretenerles. Me enfurecía solo de pensarlo.

                         
—Que nos tienen envidia —dijo en voz baja.

                         
—No creo que envidia sea la palabra correcta, Jimin.

                         
—Sí, sí que lo es —estaba empezando a cambiar su tono tranquilo a uno más agresivo porque la conversación no le estaba gustando—. Somos los mejores, los más guapos, y tienen envidia de nosotros, Jungkook.

El Asistente (Jikook)(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora