XI-Pero,¿Es fashion?

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Bueno primero que nada vengo con este capitulo como manera también de desahogarme, si no te gusta el tipo de contenido no lo leas, así de simple. No denuncies, no seas amargad@ ni mal vividor porque eso son, a mí me ha costado mucho editar esta historia, he dejado de hacer cosas importantes por subir esta historia que tanto les gusta. Para mí no es grato despertar un día y que la historia no esté junto a otras más de contenido Jikook.

PERO, ¿ES FASHION?*

                                    

                                          

La tarde del sábado fue dura, por supuesto. Tras dejar a Lana de vuelta en su casa comenzó el espectáculo. Jimin perdió por completo la fachada del Soltero de Oro y mostró su evidente enfado conmigo por haberle «abandonado» junto a Lana y haberle «dejado solo» delante de la gente y las fotos.

                          

—Jimin... —lo intenté, aunque sabía que razonar con él sería imposible.

                          

—No —me interrumpió con tono duro mientras negaba lentamente con la cabeza—. Desnúdate y ponte de rodillas ahora mismo. 

                          

Traté de no mostrar lo mucho que aquello me estaba molestando, porque eso solo enfurecería más al señor Park. La experiencia me había demostrado que la mejor forma de que a Jimin se le pasaran sus rabietas de niño pequeño era siendo obediente y cumpliendo las órdenes lo antes posible. Dejé la ropa a un lado del asiento bajo su atenta mirada y me acerqué, completamente desnudo, para ponerme de rodillas entre sus piernas, como a él le gustaba. Nos miramos en silencio a los ojos durante un largo rato, porque yo jamás inclinaba la cabeza como un sumiso, y ambos lo sabíamos. 

                          

—¿Prefieres diez bofetadas ahora —me preguntó con su voz grave y densa tras dos minutos enteros sin decir nada—, o que te azote con la fusta en casa?

                          

Me encogí de hombros con cierto desencanto. Había sido un buen día, con un señor Park muy calmado, mimoso y suave, y aquel cambio repentino me había dejado un poco sin energías. 

                          

—Solo quiero que vuelvas a estar tranquilo y contento, Jimin —le confesé.

                          

Mis palabras dejaron otro largo silencio, hasta que el señor Park asintió y respondió:

                          

—Entonces te daré diez bofetadas ahora y te azotaré con la fusta al llegar a casa. 

                          

—Bien —murmuré por lo bajo, antes de que me diera la primera bofetada.

                          

Por supuesto, tuve que contarlas y fueron bastante dolorosas, pero el señor Park ya se había calmado un poco cuando me mostré tan obediente y dispuesto a pasar por lo que me pidiera. Era algo extraño de explicar. Me miraba atentamente en su papel de Amo, sentado en el asiento mientras me abofeteaba, a veces deprisa, otras veces dejando un tiempo, otras, me acariciaba la mejilla caliente y enrojecida antes de golpearla; pero no estaba «enfadado». Ya no tenía la mandíbula tensa y sus ojos del azul del mar ya no parecían océanos helados. Entreabría los labios y respiraba entre ellos lentamente, con la entrepierna abultada bajo el pantalón caqui. Tras la última bofetada cerró el puño y movió los dedos, como si le picara tanto la palma de la mano como a mí las mejillas. 

El Asistente (Jikook)(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora