XX-Asesinato en el Jet privado

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ASESINATO EN EL JET PRIVADO*

El señor Park volvió con la camisa remangada y dos maletas de marca en las manos junto con una bolsa de viaje. Las puso sobre la mesa y las abrió, pidiéndome que le acercara todo lo que habíamos comprado. Básicamente me dediqué a mirar como repartía la ropa doblada entre las maletas, porque, al parecer, no íbamos a llevar nada más que lo que habíamos comprado; eso incluía la ropa interior de marca que solo puso en mi maleta y los zapatos. Los accesorios como las gafas y los sombreros los colocó ordenadamente en la bolsa de viaje.

-Mañana me darás lo que necesites llevar de aseo y lo meteremos en el neceser -me explicó, cerrando la bolsa de viaje-. Lo de la fiesta lo pondremos en una bolsa aparte.

-¿Va a llevarse sus juguetes? -le pregunté.

El señor Park me dedicó una mirada serena y respondió:

-Los arneses que compré para los sumisos.

-Ah... -asentí. No me había acordado de eso.

El sonido del ascensor nos sorprendió y ambos miramos hacia el pasillo a la espera de que el repartidor de la comida llegara. Se quedó paralizado cuando nos vio allí, con su casco medio levantado y su ropa gruesa para conducir la moto bajo la lluvia. Me levanté de mi sitio y sonreí un poco para tranquilizarle, cogí el pedido dándole las gracias y se fue.

Las bolsas todavía estaban calientes y empecé a repartir los envases mientras el señor Park dejaba las maletas a un lado del pasillo hacia el ascensor y se sentaba en su sitio de la mesa. Esta vez fue él quien se quedó mirando mientras yo colocaba la cena en platos y se la servía junto con un botellín de agua.

Hoy tocaba carne asada y crema de calabacín. Empecé por la crema porque no me importaba comer la carne un poco más fría.

-Jungkook-me llamó el señor Park tras unos minutos en silencio. Levante la mirada del móvil que había estado ojeando para encontrarme con su mirada seria-. En el caribe quiero que seas obediente y que nunca me cuestiones.

-Yo nunca le cuestiono delante de los demás, señor Park -le recordé tranquilamente.

-Lo sé -asintió-, pero allí habrá gente importante, y tengo una reputación entre ellos que quiero mantener. Si te ordeno que hagas algo, no quiero que me dejes en evidencia.

Mantuve su mirada durante unos segundos y después pregunté:

-¿A qué se refiere?

-Me refiero a que quizá los límites de nuestro acuerdo actual se desdibujen un poco -me explicó, de forma seria, pero con cuidado porque sabía que era un tema peligroso-. Debes ser profesional, pero también muy... obediente.

-No voy a ir a la orgía, no voy a dejar que ninguno de sus amigos me toque ni que usted me folle delante de ellos para divertirlos -le aclaré, dibujando una gorda línea roja en la conversación.

El Asistente (Jikook)(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora