CENTRAL CITY

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L-CORP

Esa tarde Lena esperaba en la terraza de su oficina privada, dos pisos arriba de la de Sam. Se arregló con una blusa de manga larga y falda recta. Se recogió el cabello y calzó unas zapatillas sobrias. Bebió un wishky mientras miraba algunas gráficas en la tablet. Laurel mejoró con los nuevos medicamentos y el escaneo de su cerebro dejó ver un químico que variaba fuera de lo normal. Era mejor tener de su lado a la única que pudo matar a Supergirl. En cambio Leviatán seguía sin cooperar.

— Lena —escuchó a Kara acercarse volando.

— Hola Kara —bloqueó la tablet y la puso a un lado en la mesa de servicio—. Dicen que te mudas.

— Viviré en Central City —tomó valor para explicar—. Es lo que tengo que hablar contigo.

— Gracias por la flores, Chloë me contó que el bebé está sano —Kara le mostró la tarjeta. Eran sus flores favoritas.

— Es un hermoso bebé —movía los dedos y trataba de disimular sus nervios. El corazón latía rápido y era algo que las dos escuchaban—. También tengo que hablar contigo.

— Dime —Kara puso toda su atención

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— Dime —Kara puso toda su atención.

— No tengo una relación sentimental con Chloë. Simplemente la acompaño en esta experiencia de ser madre y yo soy como la tía —esperó en silencio alguna respuesta.

Desvió la mirada, no sabía qué decir o pensar. Kara no podía dar marcha atrás a sus planes en Central City, todas sus cosas fueron enviadas. Apretó los labios y después levantó la vista. Le dolía verla triste. Sonrió un poco y resopló con alivio.

— Tuve un infarto, morí por unos minutos. Fue un error pensar que yo tengo el peso del mundo en los hombros. No soy la única que puede salvar a la Tierra —le tomó las manos y dijo con voz clara—. Y al fin entendí que tú eres la persona que más me importa.

Las lagrimas hicieron más brillantes el verde de sus ojos. Lena trató mantener la calma, pero sonrió. Le encantó escuchar que era tan importante.

— Sólo será un año —Kara la abrazó. Metió la cara entre el cuello y el hombro de su amiga.

— No te detendré —Lena se apartó lentamente.

— Prometo...

— No lo digas —interrumpió con voz suave. Se mantuvo sería y con la mirada en alto—. Adiós Kara.

Kara la siguió con la mirada. Había nueve pasos para llegar a la puerta y dar por terminada aquella plática. Lo último que deseaba era romperle de nuevo el corazón y perderla para siempre. Se moría de ganas por besarla y hacer el amor como antes.

 Se moría de ganas por besarla y hacer el amor como antes

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Lena detuvo sus pasos. Los fuertes brazos de la rubia la sujetaron y cerca del oído derecho escuchó:

— Poner mi pensamientos en orden, replantear mis responsabilidades, reconocer mis limites y tomar el control de mi vida. Eso es lo que haré —al terminar la besó en la mejilla. Sus latidos se aceleraron.

— Deja de atormentarme —se giró. Lena la miró a los ojos.

— No siento miedo por ti, no más —dijo Kara tranquila. Aferrándose al cuerpo de su querida Lena—. Eres la única mujer que me puede detener y lo acepto.

— Kara Zor-el eres mi debilidad y mi fortaleza —la besó en los labios pasando de la ternura a la pasión.

A Kara no le importaba más si Lena tenía el poder de matarla. Solo quería seguir a su lado, ser feliz. Las caricias subieron de intensidad, las manos de la rubia eran hábiles bajo aquella ropa ajustada. Un año separadas fue demasiado tiempo.

— Podría volver algunas noches, si tú me lo pides —Kara dijo entre besos y con las cara enrojecida por la excitación.

— Ven —Lena la metió a la oficina.

Bajó las persianas del ventanal. Lena quería disfrutar de su cuerpo, antes de que se marchara. Los besos y las manos no pararon. La ropa cayó al lado del sofá. Las miradas iban y venía como las palabras de amor. Esta vez Kara se mostró al natural, con iniciativa y atenta a la reacción de Lena. Sus manos acariciaban de forma firme y precisa. La besó con tanta intensidad que se aferró a su espalada con ambas manos. Sus corazones latieron rápido, al ritmo de las caricias y el sube y baja de las caderas.

Se miraba en esos ojos azules, Lena podía sentir y ver que en realidad algo cambió en Zor-el. Los gemidos se hicieron más intensos, los dedos de la rubia entrando y saliendo. Se dejó llevar, disfrutó de aquella mujer que sabía lo que hacía. Sin rastro de duda o reserva.

Al terminar se quedaron recostadas. Lena abrazada al vientre de Kara. Sonriendo. El perfume, saliva y otros fluidos se mezclaron en su cuerpo. Todo volvió a la calma y solo escucharon sus corazones, se sincronizaron como cuando volaron sobre el mar.

— Prometo amarte sin miedos —Kara terminó la frase que no le permitió antes.

— Confió en ti —Lena se volteó. La miró a los ojos.

— Me gusta besar de la mujer más inteligente. Brainy dice que eres un 8 —Kara acarició su mejilla.

— Zor-el tú no me dejas cruzar el límite de lo legal.

— Tú me has llevado al límite de la ciencia —Kara sonrió—. Nos equilibramos, ese es nuestra fortaleza.

— Mayarah (fuerte juntas) —Lena dijo en kryptoniano—. Lex me enseñó tu idioma. Siempre estarás en mi vida.

— Mayarah —se inclinó y la tomó en sus brazos. La besó con ternura. Sus ojos azules tenía un brillo especial. Estaba tranquila, pese a partir en unas horas.

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