🎵 Am I dreaming- Lil Nas X, Miley Cyrus 🎵
Salva se despierta sobre las dos de la tarde del domingo, cuando yo ya llevo un par de horas estudiando para el examen de mañana. Le he dejado durmiendo en el colchón tirado en el suelo debajo de mi cama, mientras que yo, sentada, rodeada de apuntes de Historia de España, le observo abrir los ojos por fin.
Anoche... a mi no me apetecía una mierda ir a la discoteca. Quiero decir, me gusta salir de fiesta, claro, aunque sea un rollo ser la única que no bebe y tener que hacer de niñera para el resto... pero estaba ilusionada y me habría bastado con que Salva me dedicase unos minutos y me sacase a bailar. Yo solo quería que Salva me sacase a bailar y sin embargo pasé gran parte de la noche cuidando a un niñato pijo y llorica.
—Buenos días —dice Salva, finalmente. Se está tapando el torso desnudo con la manta —. ¿Ya estás estudiando, reina?
—Sí —suspiro—. Alguien tendrá que levantar el país.
—¡La chica más guapa y más lista de España entera y decide ser amiga mía! —exclama Salva, haciéndome sonreír—. En fin... me duele muchísimo la cabeza... no puedo ni coordinar mis pensamientos.
—Pero eso no es nada nuevo —me río—. Tienes agua por ahí... hidrátate, haz el favor. Y te he dejado el móvil cargando a tu lado.
Salva va a decir algo, pero en vez de abalanzarse sobre la botella de agua busca su móvil con desesperación: cuando lo tiene en sus manos lo desbloquea y después de unos segundos me mira resignado.
—Joder —murmura.
—¿Qué pasa? —pregunto.
—Darío, no me ha respondido —explica y yo frunzo el ceño.
Comprendo que Salva estuviese emocionado de reencontrarse con él después de tanto tiempo... y bueno, hasta cierto punto es normal que acabasen enrollándose en ese portal... al fin y al cabo, cuando la gente bebe hace cosas verdaderamente extrañas. Pero, no sé, estoy completamente convencida de que este chico no nos traerá nada bueno. ¡Si es un pijo insoportable! Aunque no voy a perder mi tiempo en convencer a Salva de ello... dejaré que se pegue la hostia él solito y después ya volverá a mí a decirme que tenía razón, como ha pasado siempre.
—¿Qué esperabas que te dijese? —pregunto.
—Pues intercambiamos teléfonos así que... no sé. Por lo menos podría haber escrito buenos días. Ahora le escribiré yo...
Pongo los ojos en blanco.
—Podrías mandarles un mensaje a tus padres también, ¿no? Diles que estás bien y en mi casa...
El chico se amorra a la botella de agua que le he traído y parece que mandar un simple mensaje a sus padres es lo que menos le apetece en el mundo.
—Y que me quedaré a comer, ¿no? —pregunta Salva.
—Eso por supuesto —digo, sonriendo.
***
Es domingo por la mañana y mis padres han ido a visitar a mi tía, que acaba de tener un bebé, por lo que nos han dejado la casa a solas. Han preguntado si quería que dejasen algo de comida ya preparada, pero les he dicho que no, pues a Salva y a mí nos encanta preparar los conocidos como "macarrones de resaca": llevan macarrones, por supuesto, una salsa espectacular con verduras, tomate, tofu y todas las especias que encuentro en la alacena y muchísimo queso.
Consigo olvidarme del examen de mañana pues, estando con Salva y con tremendos macarrones, solo pienso en disfrutar de la comida. Envío algún mensaje al grupo de WhatsApp que comparto también con Jonathan e Isaac y me alegra saber que todos están bien.
ESTÁS LEYENDO
Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICO
RomanceDARÍO tiene dieciséis años, estudia en el instituto privado más elitista de Valencia y (casi) todos sus amigos se llaman Cayetano. Una noche, Darío se cuela en una discoteca y tiene un encuentro con Salva... o más bien, un reencuentro. SALVA también...