8. DARÍO

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🎵   Welcome to the jungle- Guns N' Roses.🎵

Los sábados por la mañana son para ir al club, al campo de tiro y desconectar de absolutamente todo. Hay algo mágico en el silencio que se crea a tu alrededor cuando coges el arma, hay algo mágico en ver el cielo despejado delante de ti, agacharte un poco, posar la palma de la mano sobre el césped recién cortado a tus pies y sentirte en contacto con algo inmenso.

Estás tú con tus gafas transparentes, tus cascos protectores, el chaleco descansando sobre tus hombros y tus brazos empuñando un rifle en el que depositas todas tus esperanzas vitales. Tus esperanzas de darle a ese plato, tus esperanzas de hacer algo bien a la primera, tus esperanzas de despertar la admiración en todo aquél que te esté mirando. ¡Y no hay nada mejor que conseguirlo! Que tu cuerpo de un salto por la propulsión del arma, la adrenalina que te recorre en ese momento, la emoción, el orgullo.

—Esta noche saldremos los de la clase. ¿Te apuntas?

Y luego está Cayetano, con esa voz profunda que sería más propia de un anciano locutor de radio, siempre dispuesta a sacarme de mi mente y devolverme al mundo real. Ir al campo de tiro implica pasar varias horas con él y generalmente también con Borja, Bosco y Adrián. Aunque hoy nos hemos quedado los dos solos, y, joder, Cayetano está muy cerca de mi y quiero preguntarle de dónde es su perfume porque huele de maravilla.

En fin, que a mí él nunca me ha caído mal precisamente, pero estar con Cayetano me obliga a permanecer siempre alerta. Es un tío que desprende orgullo. Es consciente de su posición en el mundo, de su cara guapa y de su pelazo espectacular...  lo sabe todo de todo quien le rodea y a quien no conoce es capaz de calarle en unos instantes. Es impresionante y es algo a envidiar. En mi caso, él es la única persona que conoce algún que otro detalle evitable de mi vida cuando vivía papá: dónde estaba mi casa, cuál era mi situación familiar y un par de sucesos que preferiría que quedasen enterrados. Su padre es concejal y el hecho de que pueda saber cualquier cosa de mí con una llamada me perturba.

Pero eso, tengo que estar pendiente de cada movimiento porque todos mis pasos podrían ser en falso.

—Pues no lo creo, la verdad, tengo bastante lío —comento.

—¿Has quedado con tu novia? —pregunta él, golpeándome suavemente en el hombro.

—¿Por qué lo dices? —pregunto.

—Pues por los chupetones, colega —explica.

—No es mi novia... pero sí, he quedado con ella.

Cayetano no me responde. Se pone las gafas encima de la nariz, coge el arma, agacha los hombros, fija su objetivo y dispara dando justo en la diana. Después se coloca de nuevo las gafas por encima de la cabeza y esboza una media sonrisa antes de decir:

—Bueno, tío, lo entiendo. Lo primero es lo primero, ¿no? —inquiere y yo encojo mis hombros—. No te ofendas, pero ya empezaba a pensar que eras marica o algo.

El corazón se me encoge por un segundo y tengo que hacer un esfuerzo para responder.

—¿Qué? ¿Por qué? —inquiero, escondiéndome un poco de su mirada.

—No sé, no te ralles. Nunca te he visto interesado por ninguna chica y la verdad es que ya es pura estadística. Llevamos toda la vida, bueno, tú no, pero llevas muchos años igualmente, en un jodido colegio solo para chicos. Jugando a esgrima, rugby y muchísimos deportes de cuerpo a cuerpo. ¡Y añádele las excursiones compartiendo tiendas de campaña y tiempo en los vestuarios! Fomentan la homosexualidad, colega. ¡Como en las cárceles de tíos!

Parpadeo un par de veces, sorprendido e incluso conmocionado por la teoría que Cayetano me acaba de compartir con toda la naturalidad.

—Bueno, sí, supongo que podrías tener razón. Pero no es mi caso, vaya —murmuro.

Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora