🎵 Pale blue eyes- Velvet Underground 🎵
Que el coche no haya acabado con mi vida y el solo me haya roto una pierna... todo esto está muy bien, pero sigo sintiéndome como una mierda. Sigo sintiéndome igual de mal que antes del accidente.
El golpe ha dolido, la escayola es incómoda, me duele haber herido a mi madre y a mis amigos... pero lo peor no es eso. Me he despertado en esta habitación blanca y lo primero que he recordado ha sido la inferensión de la noche, el odio de Luis y compañía y el dolor de no saber qué estaba pasando.
He agradecido la compañía de Raisa, claro, y me da pena que se haya ido porque me aterra un poco estar solo. Parece que ya hemos solucionado las cosas y no sé si seguimos amigos como antes, pero hemos concluido que no merece la pena estar separados.
También me han traído flores y Jonathan e Isaac han pasado horas dándome conversación y pintándome en la escayola.
¿Pero por qué sigo sintiéndome así? ¿Por qué tengo que seguir sintiéndome mal?
Desde que he recuperado la conciencia solo he pensado en Darío dos veces y por eso me hace gracia cuando llega la tercera vez y el chico aparece tras mi puerta con su pelo rubio revuelto y esos ojos pálidos azules... como en la jodida canción de Velvet Underground.
—¿Puedo pasar? —me pregunta y antes de que yo asienta de manera afirmativa él ya se ha acercado a mí y se ha apoyado encima de mi cama haciendo que mi cuerpo se incline por el peso.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —pregunto.
—Raisa me llamó hace un rato... —explica y yo no sé ni de qué me sorprendo porque el mundo es ya tan confuso que hasta Raisa habla con Darío para decirle que estoy en un hospital—. ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?
Asiento.
—Estoy bien... solo se me ha roto la pierna y se me ha quedado esta pinta de chico malo. Me fui a patinar, con el skate, ya sabes, y no sé qué cojones pasó que perdí el equilibrio acabé en la carretera y... bueno... esto, que me atropelló un coche. Aparentemente, vaya. Yo no me acuerdo —explico.
—Me has pegado un susto de muerte, la verdad. Por ti he visitado un montón este hospital últimamente.
—Ya se lo decía a Raisa antes, que todo lo malo me ha pasado desde que me quedé sin pendiente en el pezón —comento, entre risas, haciendo que él ría también.
El chico baja la cabeza y después clava los ojos azules en los míos para decirme:
—Me alegro de que estés bien —con un susurro y me gustaría decirle que no, que no estoy bien, pero solo me pregunto cómo está él.
—¿Cómo estás tú?
—Bien. No sé —admite y empieza a juguetear con la correa de su reloj—. Hoy me ha pasado algo muy curioso... He hablado con mi madre. He hablado con ella de verdad. Le he explicado cómo fue volver al barrio y que últimamente el pasado está volviendo a mi vida y cómo me he sentido al respecto. Ella me ha hablado de ello también, me ha pedido perdón por haber tratado de esconder... todo lo que nos pasó. Ambos hemos concluido que no tiene sentido seguir haciéndolo. No sé... ¡hemos hablado de tantas cosas, Salva! Hacía mucho que no la veía así. Y nos hemos abrazado y... no sé... ha sido increíble.
No he apartado la vista de sus ojos, sonriendo porque me alegro por él, pero sintiendo un montón de emociones diferentes.
La canción Pale Blue Eyes de Velvet Underground suena con más fuerza y su letra no provienen de fuera sino de dentro de mi corazón.
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Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICO
RomanceDARÍO tiene dieciséis años, estudia en el instituto privado más elitista de Valencia y (casi) todos sus amigos se llaman Cayetano. Una noche, Darío se cuela en una discoteca y tiene un encuentro con Salva... o más bien, un reencuentro. SALVA también...