Capítulo 2

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Se encontraba en el periodo Edo paseando por el distrito rojo, buscaba alguna presa qué devorar y la facilidad de encontrar una en aquel lugar era mucho mayor que nunca, nadie sospechaba de las desapariciones y todos siempre estaban activos por la noche.

Había comprado a una Oiran y mientras fingía ser un simple cliente, terminó rompiéndole el cuello y la sacó por la ventana para comérsela en el techo.

En aquel entonces sólo era la primera menguante, una de las lunas inferiores que llevaba más años en el puesto.

—Buenas noches, Doma —Y eso sin duda había llamado la atención de su jefe.

—Hola señor Muzan —Le saludó con una sonrisa, pese a que devoraba a la chica y llevaba sangre en los labios. Eso a Muzan no le inmutó.

—Buen provecho —Muzan fue cortés en cierto modo, pero él sabía que no venía a hablar con él de su comida, tenía algo más en mente, aunque no le tomó importancia a ello, siguió comiendo como si Muzan no existiera.

—Gracias —Habló, con la boca llena, y cubriéndosela para que no se viera tan grosero—. ¿Qué lo trae por aquí en una noche tan hermosa como esta?

—Veo que te has vuelto fuerte desde la última vez que te vi —Muzan se le acercó y lo tomó por la mandíbula, levantándole la cara para obligarlo a que lo viera—. Sin embargo, sigues siendo tan tonto como siempre, pero no es problema, has asesinado a 5 pilares para simplemente ser una luna menguante, eso me sorprende, no había visto tal hazaña desde que encontré a la que ahora es segunda superior —Doma no entendía lo que Muzan le decía y éste se dio cuenta, molestándose un poco y sacándole uno de sus ojos, el cual tenía la marca que lo denotaba como luna inferior—. ¿Por qué no gritas de dolor?

—¿Y por qué habría de hacerlo? —Le dijo éste, sonriéndole como si nada mientras el agujero donde había estado su ojo derramaba grandes cantidades de sangre—. Es divertido, ¿Quiere que le dé mi otro ojo?

Muzan lo observó con sorpresa, jamás había visto un caso como ese.

—¿Quieres batirte en duelo contra la sexta creciente? —Le preguntó, alejándose de éste mientras observaba tan extraño ojo colorido—. Si le ganas tomarás su puesto —Y luego de hacerle la propuesta, se llevó el ojo a la boca, comiéndoselo como si nada—. Tienes una sangre fuerte.

—Pero, señor, las lunas crecientes son demasiado fuertes, ¿Usted cree que pueda con una? —Doma no lucía seguro de ello, y no quería decepcionar a su jefe si llegase a perder. Muzan le hizo estallar el otro ojo.

—Tú no puedes sentir dolor, considéralo una ventaja, la sexta sí puede sentirlo, si la matas tomarás su lugar —Y luego de decirle eso se fue, dejándolo solo.

—Eso es cierto —Susurró para sí mismo—. ¿Pero qué me ha hecho la sexta para matarle como si nada?

Pero como si el destino quisiera que así se diera, regresando a su templo se encontró con una mujer bastante hermosa, estaba esperándolo afuera y llevaba en sus dos ojos aquellas letras que dictaban su rango, sexta creciente.

—Me hablaron sobre ti, cariño, ¿Eres el chico que quiere mi puesto? —Le habló la mujer en un tono seductor y pegajoso que llegó a incomodarle, Doma no sabía qué decirle pero no le interesaba en ese momento luchar con ella.

—Señorita —Dijo aquella palabra en tono de duda, percibiendo que ella podría llegar a ser una ramera o algo similar—. No tengo interés en pelear con usted, yo no me peleo con damas.

—Pero tienes historial, Doma —Y ella sabía su nombre, eso sin duda le sorprendió, aunque no pudiera sentir—. Te encanta asesinar jovencitas, ¿Por qué dirías algo así?

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora