Capítulo 29

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—¿Vas a comer?, tienes que hacerlo —Luego de tener varias conversaciones al azar para hacer sentir mejor a Doma, finalmente le ofreció el cadáver que llevaba rato esperando por ser devorado.

—Te juro que aunque me babee por el hambre, no se me antoja —Y era verdad, Doma veía al cadáver y llevaba rato intentando contener la baba que le salía por la boca, limpiándosela a cada rato para que Kokushibo no se diera cuenta—. No quiero.

—Morirás en cualquier momento si no lo haces, te ves bastante mal, ya ni tienes color, pareces un cadáver viviente —Kokushibo le arrancó un pedazo al cadáver y se lo acercó a la cara. Doma miraba aquel pedazo sangrante con hambre pero a la vez había algo en su cabeza que le decía que no lo hiciera—. ¿En serio no se te antoja?

—No me tientes, Koku —Kokushibo sintió ganas de reírse pero no lo hizo, frunció los labios para seguir manteniendo su postura seria, pero le acercó más el pedazo a la cara, específicamente a la boca, manchándolo un poco de sangre. Podía verlo temblar por ello—. No hagas esto, por favor.

—Si tienes hambre, come, no te contengas —Podía verlo babear mientras miraba con hambre el pedazo, intentando resistir la tentación. Kokushibo sabía que Doma era demasiado débil como para resistirse a ello, así que tarde o temprano caería en la tentación.

Volvió a pasarle el pedazo de carne por la boca y éste se lo quitó, empezando a devorarlo con desesperación.

Fue impresionante ver lo rápido que comía, tanto que se lanzó al cadáver sin pensarlo y se lo terminó de comer, casi sin dejar nada.

—No me quedan dudas, eres un demonio vulgar —Kokushibo intentó no reírse al verlo comer desesperado, estaba incluso royendo los huesos—. No entiendo cómo puedes ser una luna si tienes tanto descontrol al comer, claro, eres fuerte, pero esto es extraño.

—Siempre he tenido un gran apetito, Koku, era obvio que hasta de demonio tendría que requerir de más alimento para saciar mi hambre —Partió el hueso que llevaba en las manos y empezó a comerse lo de adentro—. Esta mierda sabe horrible —Empezó a reírse y Kokushibo tampoco pudo contenerse—. ¡Pero tengo hambre!

—Tú eres demasiado gracioso, pareces la comedia andante —Kokushibo no paraba de reír e intentaba cubrirse la boca para tratar de contenerse, sin éxito—. En todos los siglos que llevo viviendo, nadie me había hecho reír así, ni siquiera mi propia familia.

—¿Tenías familia? —Kokushibo ladeó con la cabeza y luego asintió.

—Antes tuve un hermano idiota, ese era muy aburrido pero era un prodigio el desgraciado, yo tuve una infancia estricta, me entrenaron toda la vida para volverme un samurái, allí nadie solía reír, la gente era muy dura y seria, yo crecí así, luego me comprometieron con una mujer y con ella contraje matrimonio, tuvimos dos hijos —Notó que Doma lo observó con sorpresa, tanta que incluso dejó de comer—. Pero, eso nunca me hizo feliz, luego me encontré con mi hermano, se había vuelto cazador de demonios y nos salvó de uno que atacó el campamento, decidí volverme un cazador, dejando mi vida de samurái y dejando atrás también a mi familia, tampoco fui feliz allí.

—La vida de esos tiempos parece ser dura, ¿Qué época era esa?

—Era el periodo Sengoku —Doma se sorprendió más al escucharlo, eso había sido hace varios siglos, como unos tres siglos atrás.

—No te creo, ¿En serio? —Doma había quedado boquiabierto al enterarse de eso, eso sólo significaba que Kokushibo era uno de los demonios más antiguos del lugar. Éste asintió—. Pero oye, ¿A qué te refieres con que dejaste atrás a tu familia?, ¿Los abandonaste?

—Sí, pero no me arrepiento de eso, nunca quise en primer lugar contraer matrimonio, las relaciones allí eran arregladas, claro, lo siguen siendo pero allá eran más rígidos en eso, y esa mujer no me gustaba, pero no podía quejarme, sólo tenía esa opción, desaparecer o hacerme el muerto, supongo que pensó que había muerto en combate, jamás le dije nada después.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora