Capítulo 17

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—Hola perra —Le saludó, burlándose de él con una sonrisa maliciosa—. He venido a arruinarte el día.

—Maldito —Doma se quejó al verlo sin saber realmente qué hacer, ambos hermanos aparecieron en el lugar para recibir a Doma pero luego se dieron cuenta de la otra presencia—. ¿Qué demonios hago ahora? —Pero luego se acordó de Ringo, así que decidió comunicarse con ella telepáticamente—. Ringo.

¿Sí? —Y ella le respondió—. ¿Qué pasa?

Akaza está en mi templo —Le comunicó mentalmente, observando a Akaza con absoluta seriedad. Éste no entendía el silencio de Doma.

No puede ser, ese sujeto rayado si es metiche, dile que si no se va le vas a meter una estaca de hielo por el culo —Y ante el comentario de Ringo, Doma estalló en una carcajada incontenible, dejando a Akaza desconcertado.

—¿Y ahora qué carajos tienes tú? —Le preguntó, observándolo reírse de la nada—. Espera, ya sé qué te pasa, estás hablando con alguien telepáticamente, ¿Verdad?

—Claro que no, Akaza —Le mintió Doma para tapar su falta—. Es sólo que se me ocurrió una idea divertida para hacer que te largues de aquí.

También puedes usar los abanicos, creo que eso le dolería más —Volvió a escuchar a Ringo en su cabeza y volvió a reírse, acercándose a Akaza para intentar intimidarlo.

—¡Sí estás hablando con alguien, idiota!, ¡Se te nota! —Pero Doma siguió negando mientras mantenía una sonrisa amigable que daba miedo—. ¿Y ahora qué te traes tú?, eso no es normal.

—Akaza, cariño, si no te largas de mi templo me temo que tendré que profanarte —Y cuando le dijo eso, le dio unas palmaditas en la mejilla, como si coqueteara con él, cosa que a Akaza le asustó, pero no entendía a qué se refería con profanarlo.

—¿De... qué estás hablando? —Pero éste no paraba de sonreír amigablemente. Eso sin duda le perturbaba.

—Akaza, me sorprende que seas tan inocente, pero antes le estabas dando unas sucias recomendaciones a Kokushibo, ¿Qué te parece si yo también implemento unas cuantas ideas macabras que se me vienen a la mente para que te largues de aquí? —Doma hablaba con una voz dulce como si fuese inocente, aunque sus palabras no concordaran para nada con su fachada, cosa que Akaza intentaba entender, pero luego se dio cuenta de lo que éste estaba pensando al sentir cómo Doma acariciaba su cara y con la misma se alejaba de él, como si jugara con éste.

—¡ALÉJATE DE MÍ, MALDITO!, ¡ESTÁS ENFERMO! —Akaza lo empujó y se alejó de éste, bastante aterrado.

—Oye, creo que tu mente se fue demasiado lejos, yo no hablaba de nada indecente, me refería a una técnica de sangre que puedo usar contigo, malpensado —Doma intentó hacerse el inocente, cambiando el tema y haciéndole creer a Akaza otra cosa, pero éste no se creía nada de lo que él le decía—. Si quieres hagamos una prueba inofensiva, por ejemplo... —Se clavó las uñas en las manos para activar una técnica de sangre y Akaza sintió algo frío y pesado dentro de su estómago—. Puedo hacer aparecer hielo dentro de tu cuerpo, y también hacer esto —Cerró uno de sus puños y Akaza sintió cómo ese algo frío dentro de su estómago se alargaba y le atravesaba la piel, como si una estaca de hielo se le hubiese clavado en el estómago—. Ahora recuerda lo que le dijiste a Kokushibo y lo entenderás.

—¡Maldito!, ¡No se te ocurra! —Y Akaza lo entendió rápidamente, pero Doma sólo le sonreía sádicamente—. ¡Ni siquiera lo pienses, idiota!

—Entonces deja de molestarme y lárgate de mí templo —Habló, sonando un poco cruel y bastante demente. Akaza sólo se asustó, pero no estaba dispuesto a dejarlo pasar, quería vengarse por eso.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora