Capítulo 21

104 14 4
                                    

Al caer la noche, Doma les dijo a ambos hermanos que irían a otra parte a entrenar, no le convenía quedarse en el templo, no si eso implicaba que llegaran sus compañeros e intentaran matarlo.

Tenían varios lugares donde podían hacer desastre, y así también aprovechaban de comer.

Se enfrentó a Gyutaro en los grandes campos que estaban lejos de la montaña y a Daki solía perseguirla para ver si seguía dominando sus tacones.

Luego se la puso más difícil, llegaron al distrito rojo y tenían que correr y saltar los techos.

Daki tenía miedo, eso se escuchaba complicado pero Doma no la dejaría pensar mucho en ello, ya que de un momento a otro sintió cómo éste la pinchó con uno de sus abanicos, indicándole que si no corría sería cortada con ellos.

Ella empezó a correr y Doma se fue detrás de ella. Gyutaro se encargaba de cazar la comida.

Saltar las casas y caer de pie era todo un reto para ella, y aunque en muchas veces cayó de rodillas y hasta casi de boca, poco a poco empezaba a dominar el caer de pie.

Hasta, que uno de los techos se desplomó en lo que ella cayó.

Daki cayó dentro de la habitación de una Oiran y ésta estaba atendiendo a un cliente, ambos gritaron de terror al verla y Daki no se quedó atrás.

Luego cayó dentro del lugar Doma, el cual observó a la pareja con sorpresa y empezó a reírse, revisando que Daki estuviese bien.

La cargó y pegó un salto tan alto que cayeron en el techo, la pareja se quedó loca y Daki estaba en shock.

—¡No quiero volver a caer en otra habitación de esas! —Se quejó, bastante asustada, pero Doma no paraba de reírse.

—No negarás que fue divertido —Pero ella no lo veía divertido, el impacto había sido feo, y la vista también.

—Ah, claro, como no fuiste tú quien cayó con techo y todo dentro del lugar, no te afecta, ¿Verdad? —Y Doma seguía riéndose. Daki hizo un puchero y se cruzó de brazos—. Malo.

—No te molestes, Daki —Doma intentó abrazarla pero ésta no se dejaba—. No te pongas odiosa conmigo —Y dicho eso, le besó el cuello, sonrojándola por completo.

—¡No hagas eso aquí! —Pero éste sólo se reía—. ¡Si mi hermano se llega a aparecer...!

—Es cierto, aunque puede que se encuentre lejos en este moment... —Dejó de hablar cuando escuchó que algo más cayó en el techo, detrás de ellos.

—Encontré comida y... —Gyutaro se dio cuenta de la cercanía de estos dos—. ¿¡Qué demonios le estás haciendo a mi hermana, viejo!?

—Nada —Doma se levantó y se alejó de Daki, la cual estaba sentada en el suelo—. Aquí no ha pasado nada, ¿Verdad Daki?

—Lo que pasa es que me caí ahí —Daki señaló el hueco y luego se abrazó las piernas, apoyando su cabeza de sus rodillas—. Y Doma acaba de sacarme.

—¿Y puedo preguntar por qué estás tan raro, viejo? —Gyutaro lanzó los cadáveres al lado de Daki y se acercó a Doma, apuntándolo con la hoz.

—Por nada, lo que pasa es que me estaba riendo por lo que vimos abajo —Y señaló el techo, llevándose la otra mano a la nuca—. Y Daki estaba molesta.

—Más te vale —Gyutaro se alejó de Doma y se acercó a Daki—. ¿Estás bien?

—Sí, hermano —Daki asintió y luego miró a Doma, éste estaba callado mientras observaba la situación.

Comieron un rato y luego regresaron al templo al ver que faltaba poco para el amanecer.

Nadie los esperó, y eso era bueno, no había peligro todavía, de momento.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora