Capítulo 16

107 14 5
                                    

Escuchó pasos acercándose y decidió levantar la mirada, limpiándose las lágrimas.

Daki y Gyutaro lo estaban buscando, y lucían preocupados.

—¿Qué te pasó? —Daki fue la primera que se le acercó, revisándole y dándose cuenta de que Doma se veía triste, parecía haber estado llorando.

—Ringo nos dijo que su jefe te llevó consigo y que querían hablar —Habló Gyutaro, también lucía preocupado—. ¿Te hizo algo malo?

—No se preocupen, estoy bien —Pero ambos notaron que llevaba sangre en la nariz y la boca.

—Mentira, estás sangrando, ¿Te hizo algo malo? —Preguntó Gyutaro, notando ese detalle.

—No es nada grave, él siempre suele ser así de cruel —Habló, limpiándose la sangre con la manga del kimono, lucía bastante apagado.

—Te ves mal, me preocupas —Le dijo Daki, revisándole la cara, pero Doma negó con la cabeza, no quería que ambos hermanos se preocuparan por él.

—Sólo tengo hambre, no se preocupen —Doma se levantó del suelo con cierta dificultad y ambos hermanos decidieron ayudarlo. A éste no le importó—. Creo que será mejor que regresemos al templo, ya hemos vacacionado bastante, ¿No lo creen?

—A mí me da igual —Habló Gyutaro, sin tomarle importancia, pero Daki parecía en desacuerdo.

—¡No quiero seguir entrenando! —Se quejó, a lo que Doma rio levemente. Daki le hizo un puchero—. ¡No es gracioso!

—Te faltan más cosas por aprender, debes practicar canto y también danza, eso es importante —Pero a Daki no le gustaba para nada la idea, si se desafinaba en canto, ¿Cuál sería el castigo?, ¿Le cortaría la lengua?; de sólo pensarlo se asustaba.

Aunque pensándolo mejor, ¿Cómo le cortaría la lengua con los abanicos?, esas cosas no entrarían en su boca y ella no sacaría la lengua, a menos que usara un cuchillo común.

Tal vez podría defenderse con la daga que tenía consigo, así Doma no le haría nada.

Pero ese sujeto no llevaba dos días matando, seguro tenía sus métodos.

Llegaron a la habitación donde habían dejado a Ringo con Akaza y éste ya tenía su forma humana, o demonio, y la estaba regañando bastante.

—¡¿Les pareció gracioso tenerme así como un puto roedor?! —Akaza echaba fuego por doquier, intentando intimidar a Ringo, pero ésta sólo se reía.

—Los gatos no son roedores —Le corrigió Ringo, sin miedo a morir por ello.

Aunque notaba que Akaza no le hacía nada, sólo se limitaba a gritarle.

—¡A mí no me estés corrigiendo, luna de menor rango! —Pero Ringo no paraba de reírse, la segunda creciente era toda una comedia para ella—. ¿Qué crees?, ¿Que como tienes el respaldo de la rata afeminada esa no tendrás un castigo?

—¡No lo llames así! —Se quejó Ringo, aun riéndose—. Mira que aunque no seamos tan fuertes, a Doma lo aprecian todas las menguantes, cosa que con las crecientes no ocurre, ¿A ti te aprecian tus compañeros así como a él? —Y eso sin duda hizo molestar a Akaza.

—¡Maldita perra! —Pero a Ringo no le importó su insulto, las risas se la estaban tragando entera.

—Gata, no perra —Le corrigió, riéndose más.

—¡Y sales otra vez con tus putos gatos! —Akaza no paraba de quejarse, empezaba a odiar a los gatos por la técnica de sangre de ésta.

—Oye, creo que esta vez te estás buscando otra transformación, así que respeta a mis felinos —Y de un momento a otro, Ringo se mostró amenazante, sonriendo sádicamente mientras asustaba con eso a Akaza. Esa mujer estaba loca, según él.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora