Capítulo 3

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Akaza seguía intrigado por aquella luna extraña que acababa de ingresar a las crecientes, sentía que estaba ocultando algo serio pero no sabía qué era, y eso sólo le causaba un odio ciego hacia él, quería estudiarlo mejor para saber qué le daba tanta mala espina.

—¿Culto paraíso?, no será difícil encontrarte —Se dijo a sí mismo mientras paseaba por varios lugares, preguntando por el lugar.

Muchas personas le afirmaron del lugar, diciendo que se encontraba en una montaña no muy lejana, podría llegar rápido allí.

—Pero tenga cuidado, joven —Le advirtió un señor con el que hablaba—. Dicen que esa montaña es peligrosa, la gente que va tiende a no regresar, se rumora que un monstruo habita sus bosques.

—¿Un monstruo? —Aquello le llenó de curiosidad, sabía que Doma podía tener que ver con eso pero no estaba del todo seguro—. ¿Y alguien ha visto a tan misterioso monstruo?

—Dicen que hace muchos años un hombre lo vio, pero no quiso dar detalles del tema, sólo comentó que aquel monstruo devoraba personas sin control, alegó que era un conocido suyo, pero muchos no le creyeron, decían que se había vuelto loco por la muerte de su hija —Akaza asintió, encontrando extraña esa historia, pero según las descripciones se trataba de un demonio, ese debía ser Doma.

No me parece tan inteligente ahora que lo veo, ¿Cómo hace entonces para no atraer a los cazadores? —Pensó para sí mismo, pero no se enfrascó tanto en eso, decidió ir a buscar a Doma—. Muchas gracias, señor.

—No hay de qué, jovencito —El hombre se despidió de Akaza y éste siguió su camino.

Llegó a tan temida montaña, un lugar común que no le pareció tenebroso.

Caminó por el bosque hasta encontrarse en la profundidad del mismo un enorme templo, eso no se lo esperaba pero le gustaba un poco el diseño, se veía como un lugar lujoso pero no estaba seguro.

Las luces en su interior indicaban que no estaba abandonado, había gente viviendo dentro.

Podía percibir una presencia fuerte en el lugar, era obvio, Doma vivía allí.

Abrió la puerta de la entrada con cuidado, observando aquel amplio lugar lleno de lujos y adornos.

Si allí vivía Doma, entonces vivía bien.

—Se nota que lo del culto da —Susurró para sí mismo, observando todas las bellezas del templo, entró para ver si encontraba a Doma, seguro estaba metido en alguna de las salas que estaba en el lugar.

Una de ellas llamó mucho su atención, y la entrada tenía una pancarta que decía "Bienvenidos al culto del eterno paraíso". Akaza alzó las cejas por la sorpresa, empezó a pensar que el sujeto era demasiado extravagante a la hora de adornar su templo, pero le gustaba el lugar, jamás había entrado a una casa así, o en este caso templo.

Abrió la puerta con cuidado y observó a Doma arreglando el lugar, llevaba un traje extraño y colocaba algunas flores e incienso en la sala, éste ni siquiera lo miró, pareció no percatarse de su presencia, y le estaba dando la espalda, seguro no se había dado cuenta de que ahora tenía visita.

—¿Cómo estás, Akaza? —Pero se equivocó, Doma sí sabía de su llegada.

—¿Cómo supiste que era yo? —Doma se volteó para mirarlo y le sonrió, Akaza frunció el ceño ante su actitud tan extraña.

—Aún no es la hora para atender a los fieles, tú llegaste más temprano, y fuiste descortés, no llamaste siquiera a la puerta —Doma dejó lo que llevaba en las manos en una mesita y se acercó a Akaza, el cual lucía levemente sorprendido—. Además, sabía que vendrías en cualquier momento, me lo dijiste en la reunión, querías saber qué secretos ocultaba.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora