Capítulo 6

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Cuando llegaron al templo, Gyutaro le contó a Daki todo lo que vio, no se reservó nada, necesitaba desahogarse con alguien y ella era su hermana.

—¡Yo también quiero ir al distrito rojo! —Pero la muy imprudente se lo dijo a Doma, Gyutaro casi la mata por eso.

—¿Qué tú qué? —Aunque a Doma no le parecía nada buena esa idea.

—¡No seas malo!, ¡Llevaste a Gyutaro!, ¡Ahora quiero ir yo! —Doma sólo la miraba sin ninguna expresión en el rostro.

Este Gyutaro de chismoso se lo dijo, ahora la chica no me va a dejar tranquilo —Pero su cabeza estaba que estallaba al buscar a forma de evadir a Daki.

—¡Anda!, ¡Por favor!, ¡Llévame! —La chica empezó a moverlo, insistiéndole que la llevara al distrito rojo, cosa que le estresaba.

—Daki —Doma finalmente se dignó en decirle algo—. El distrito rojo no es lugar para damiselas buenas como tú, allá van los hombres, pero no cualquier tipo de hombres, lo frecuentan enfermos que no respetarían a una belleza como tú porque esos sujetos no respetan ni a su madre, y no quiero que pases un mal rato o que esos enfermos te hagan algo.

—Pero... —Y la chica seguía insistiendo—. Si tú vas conmigo me cuidas, no dejarás que me hagan daño —Y luego se puso dramática— ¡Sólo quiero ir!, ¡Anda!, ¡Por favor!, ¿Sí?

—No —Pero Doma se negó, aunque eso sólo la desesperó más.

—¡No es justo!, ¡Tú llevaste a Gyutaro!, ¡Es mi turno!, ¡Llévame!, ¡Por favor! —Daki estaba armando un berrinche sólo para convencer a Doma, pero éste sólo quería matarla para no seguir escuchándola más, lo tenía harto.

—Daki, por favor —Le habló con seriedad—. Ya te dije que no.

—¡ERES MALO! —Pero su berrinche empezó a empeorar, llorando y gritando para que le fuera cumplido su capricho—. ¡YO QUIERO IR!

—Maldita sea —Se había metido en tremendo problema. Luego mataría a Gyutaro por chismoso—. ¡Si sigues llorando no te llevaré a ningún lado!

—¿Pero me vas a llevar? —Aunque ésta se emocionó al escuchar eso, tanto que se hizo la tranquilita.

—No.

—¡MALO! —Y siguió llorando. Gyutaro salió a ver por qué su hermana andaba llorando.

—¡Mira lo que hiciste! —Le habló Doma, señalándole a Daki, la cual no quería soltarlo y halaba la manga de su kimono a cada rato—. ¡Yo no sé quién te mandó de chismoso!, ¡¿Si sabes cómo se pone entonces por qué le echas más leña al fuego?!

—¿Pero qué tiene?, llévala un rato para que también conozca el lugar —Aunque Gyutaro no parecía entender el peligro que conllevaba ello.

—Par de tontos —Murmuró entre dientes, tratando de soltarse de Daki—. ¡Ya suéltame!, ¡Me vas a romper la ropa!

—Si no me llevas la romperé —Pero la niña lo amenazó, cosa que sin duda lo tomó por sorpresa.

—¿Disculpa? —Hasta Gyutaro se echó a reír.

—Ahora llévame —Pero Doma no se iba a tragar esa amenaza, sacó uno de sus abanicos y le cortó los brazos para lograr soltarse de ella. Daki sólo se puso a llorar mientras gritaba de dolor por aquella herida tan fea—. ¡ERES MALO!

—Gyutaro, ya vengo, cuida de la llorona, voy a ir a comer algo, y no dejes que se salga del templo —Doma se quitó los brazos de Daki de la ropa, que seguían agarrados de la misma y se los lanzó a Daki, la cual lloraba mientras veía cómo se regeneraban sus brazos, para luego salir del templo y dejarlos solos.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora