Siete en punto.
Doy un largo suspiro cuando la hora de salida ya ha llegado. Me quito el delantal que es mi uniforme y rápidamente salgo del recinto.
-Hey! -Grita Ann, corriendo detrás de mi- ¿Por qué diablos te apuras tanto? Tranquila, que es temprano aún.
-Sólo quiero dormir, es todo -Gruño, tocando mi frente para disminuir el insoportable dolor de cabeza.
-¿Estás bien? -Pregunta, tomando mi brazo y haciendo que nos detengamos en mitad del pasillo donde todos caminan.
-Sí, ya se me pasará... -Le digo, restandole importancia.
-Vale, directo a la habitación, supongo -Asiento y reanudamos la marcha- ¿Crees que Alan me engañe? -Volteo a verla, sorprendida por la repentina duda.
-¿Alan? ¿El Ashby pelirrojo y amante de los gatos? -Ella asiente, con tristeza- ¿Estás loca? ¡Está jodidamente loco por ti!
-Pero son muchas ciudades, millones de chicas. La tentación es grande y hombres son hombres -Patea con fuerza una piedra que se interpone en su camino. Resoplo, malhumorada. Tiene razón, hombres son hombres y en algún momento caerán.
Mi mente vuela rápidamente a Eric, nuestra "relación" y todo este... este lío. Hemos ido rápido al subir fotos de ambos en redes sociales y si algo llega a salir mal, la afectada seré yo, pues son sus fans, no míos.
-¿Piensas en Eric, no? -Entrelaza su brazo con el mío, mientras entramos al largo pasillo donde está nuestra habitación.
-Sí -Farfullo.
-Solo debemos tener confianza en ellos y ya -Dice, en un intento por mantenerse tranquila.
-Sería muy triste que termináramos sin haberlo intentado realmente -Niego, arrepentida por mis palabras. El pesimismo en estos temas es algo a lo que quienes están a mi alrededor, deben acostumbrarse tratándose de mi.
-Sé positiva, Kidmann. No ves que dejas tus malas vibras en el aire -Suelto una carcajada, golpeando su brazo con suavidad.
Un grupo de nuestros compañeros pasa junto a nosotras, entre varios gritos y jugarretas. Entre ellos dos de los que más chicas conquistaron durante todos estos años de estudios. La universidad era bastante reconocida entre los jóvenes porque ellos estudiaban ahí. Uno, Dylan Lauren, hijo de un magnate en la industria de textiles y un imbécil de la cabeza hasta la punta de los pies por el simple hecho de tener una mujer distinta cada noche y botarla cuando es de madrugada. El otro, Bruno Marcini, heredero de fábricas de ropa italiana, imbécil igual que su amigo, pero con métodos menos comunes de conquista; Finge ser el chico más tierno del universo, rompiendo contigo con toda la sutileza posible. Gran idiota.
-Ya dile a Clary Kidmann que la quieres, imbécil ¡La chica está como quiere! -Grita Dylan, lanzando un suéter a Bruno que, por casualidades de la vida, tenía la mirada fija en mí.
-Solo ignóralos -Susurra Ann, al ver lo tensa que me pongo por sus palabras. Desaparecen en la esquina en dirección a las habitaciones de los hombres y suelto un suspiro de cansancio y alivio.
Seguimos caminando hasta llegar a nuestra habitación. El camino resulta largo al ir tan lento. Y el dolor de cabeza disminuye con el pasar de los minutos, a pesar de la intensa luz del pasillo.
Mi móvil suena y rápidamente lo tomo. Una foto de Eric que encontré en Internet aparece en mi pantalla y contesto entusiasmada, pues necesito oír su voz más que nada luego de la extraña conversación sobre engaños y rupturas.
-¿Hola? -Pregunto, luego de segundos de silencio.
-Claaaaaaaaary -Grita Eric, por sobre la música que se escucha de fondo. Una risa de mujer resuena por el parlante y aprieto los labios en una fina línea. No evito pensar en cada una de las cosas que dijo Ann y me golpeo mentalmente por eso. ¿Dónde está la confianza?
ESTÁS LEYENDO
The Depths
FanfictionClary Kidmann decide mudarse de Florida para dejar su pasado atrás. Termina el último año de instituto en su nueva ciudad, San Diego y luego comienza a estudiar enfermería, para intentar arreglar un error que cometió hace años. Cinco años después, s...