Capítulo siete

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Cuando creía que nada podía ir peor. La chica que había estado mirando, observando hasta tal punto de asustarse él mismo, caminaba decidida hasta donde ellos estaban. Por un momento pensó que iba hacia él, como tanto soñó desde que la vio con la vista fija en el libro, tan concentrada que olvidaba todo a su alrededor.

Dudó, una y otra vez, si debía levantarse e ir a saludarla. Mostrarle su irresistible sonrisa e intentar que callera bajo sus encantos, como todas las chicas. Pero como minutos antes con Jack Barakat, sus posibilidades se reducieron a cero. 

¿Cuánto tiempo había estado sumergido en sus pensamientos, para no darse cuenta que Tino y la chica se abrazaban cariñosamente?

La ira volvía a él con rapidez. Quería golpear a alguien, gritarle aunque no tuviera la culpa de algo que nisiquiera él mismo conocía. Estaba celoso, molesto, confundido, aturdido y un sin fin de palabras que desconocía. No quería reconocerlo. Su orgullo quedaría por el suelo. Ni a pensar en ello se atrevía.

Decidió irse, marcharse y no ver semejante espectáculo por una simple chica.

Porque eso era ella ¿no? Una chica común y corriente, que abrazaba a Valentino, que le hacia actuar como un psicópata e incluso como un novio celoso.

Caminó y caminó, hasta llegar a unas bancas lo bastante alejadas de todos.

De inmediato se arrepintió. Hacía un calor de muerte y apenas se sentó, sintió su trasero arder. De un pequeño salto, reanudó su anterior caminata, buscando paz mental. No quería recordar a la chica, ni nada de lo que pasó. Cuando lo hacía no sabía si reírse de lo estúpido que fue al no hablarle, o de lo enojado que se sintió al verla muy acurrucada en los brazos de uno de sus mejores amigos.

No lo entendía.

¿Qué tenía en particular esa chica?  ¿Y qué hacer para poder sacarla de su mente?

Narra Austin

Luego de veinte minutos, volví al autobus. Si la chica seguía ahí, caminaría bien seguro y la ignoraría. No debo dejarme intimidar por una persona que no conozco. Menos si es una mujer. Suena machista, lo sé, pero es que me resulta jodidamente estúpido que me acojone por una chica que nunca he visto.

Al llegar, muchos chicos estaban ahí, riendo y conversando de algo animadamente. Al ver a Tino ahí, la ira apareció de golpe y ya me encontraba caminando en su dirección con los puños cerrados.

Todos me miraban atentos, esperando mi reacción. Hoy no les daría el gusto de verme dar un espectáculo, no en este Warped.

Desvié mi mirada a nuestro autobús y sin siquiera mirar atrás, cerré la puerta trás de mí con fuerza, entrando como alma que lleva el diablo.

Necesitaba calmarme y recordar quién soy. Olvidar todo lo ocurrido hace minutos y dejarlo como experiencia. Como advertencia mental de lo que una chica, que no conozco, puede hacerme.

Tomé mi viejo cuaderno, ese que tenía lleno de canciones, pensamiento o cualquier historia que terminaría luego en una exitosa canción. Conecté los audífonos al móvil y la música en orden aleatorio, como siempre.

.....

Ya eran las siete de la tarde. Sólo había dejado de escuchar música cuando me levanté a buscar cereal. En más de una ocación Phil y Aaron vinieron a decirme que saliera o a molestarme, pero los mandé a la mierda. Quería estar solo.

La canción de un momento a otro cambió. Second and Sebring. Los recuerdos me llegaron de golpe. Quería llorar, sacar todo fuera. Porque aunque llevo años sin mi madre, el dolor persiste. Desesperado, busco entre las páginas del cuaderno su fotografía. Intento olvidarme de todo, otra vez. Recordar a mi madre sólo me hace sentir peor y solo.

The DepthsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora