16 | close your eyes and it gets colder, and colder

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EVERETT

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EVERETT

OTOÑO 2021

—Mierda, hermano, te ves terrible —dice Pierce en cuanto su mirada me encuentran en medio de la sala de reuniones. Pongo los ojos en blanco y él simplemente sonríe con suficiencia, se encoge de hombros, haciéndose el inocente—. Sin ánimos de ofender claro.

Idiota —mascullo, removiéndome en mi silla.

Pierce se deja caer en el asiento vacío a mi derecha, y se cruza de brazos. Frunce los labios mientras observa mis lentos movimientos. Su cabello negro no está ni muy peinado, ni demasiado despeinado, lleva una camisa azul que es del mismo color que sus ojos, una chaqueta de vestir negra, y no hay rastro de corbata. Literalmente no ha cambiado nada desde que nos graduamos de la universidad, cinco años atrás.

Sigue pareciendo un chico de fraternidad de veintiún años que pasa demasiado tiempo en bares en lugar de estudiar.

Me froto los ojos con el dorso de la mano, y luego intento, sin éxito, concentrarme en los documentos que tengo delante. Las palabras escritas en estos se mezclan las unas con las otras, formando manchas sin sentido. No importa cuantas veces lea las frases, no logro interiorizar absolutamente nada.

Quiero echarle la culpa a lo poco que he conseguido dormir estas últimas semanas. A penas puedo pegar un ojo en la noche.

En parte porque Nana está cada día peor, y necesito agudizar el oído cuando decido dormir en la habitación a un lado de la suya, en caso de que necesite algo. Y en parte... por la tremenda distracción quedándose en la casa justo al lado.

Maldición, mi vida era diez veces más fácil cuando Jasmine estaba a kilómetros de distancia de mí.

—¿Algo que quieras compartir con la clase? No puedo decidir si pareces estreñido o a punto de vomitar sobre mis zapatos nuevos. Tal vez ambas cosas. Aunque me gustaría más la primera opción.

Ante eso dejo salir una corta carcajada que carece completamente de gracia. Pierce mueve sus pies hasta ponerlos lo más lejos de mí como puede. Y yo maldigo por dentro, pensando que tal vez debería haber hecho una parada en el baño para, al menos, lavarme la cara y así borrar la mayor parte de las noches de desvelo de esta.

En mi defensa, tenía la pila más condenadamente enorme de papeleo que hacer antes de la reunión que tenemos en treinta minutos.

—Vamos, Rettie, suéltalo.

—No me llames así.

—¿Por qué no? Es un sobrenombre adorable.

—Exacto —digo pasando la yema de mi dedo índice por sobre mi sien—. No soy adorable.

Pierce pone los ojos en blanco y me golpea en el hombro.

—Eres como un pequeño cachorro de ojos verdes —dice—. Ahora, ven con papá Pierce y cuéntale todos tus problemas.

'tis the damn season || ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora