EVERETT
OTOÑO 2021
Jasmine no es una persona mañanera.
En absoluto.
Y sólo tardé tres días y medio en darme cuenta.
A eso de las diez de la mañana suele bajar las escaleras con los ojos hinchados, apenas abiertos y el pelo desordenado. Camina despacio por los pasillos, descalza y con el pijama más ridículamente pequeño que he visto nunca, sin importarle que estemos casi en invierno y a punto de tener la primera nevada de la temporada. Entra en la cocina, murmurando los buenos días con voz rasposa, para luego servirse un poco del café que preparo cuando me levanto a eso las cinco de la mañana para entrenar.
Son necesarias varias tazas de café y una ducha para devolverla a la vida.
Hoy, sin embargo, es diferente.
Miro el reloj que hay encima de las puertas dobles de la cocina, que ha sido más usada en estos últimos días que en todo el tiempo que llevo viviendo en esta casa. Son casi las seis y media de la mañana, y Agatha está tumbada encima de una de las sillas, mirándome con curiosidad con sus grandes ojos brillantes. Estoy seguro de que siente que hay algo diferente esta mañana.
Elvis, el perro más grande de la casa, entra por la puerta tan confuso como la gata. Normalmente va a la habitación de Jasmine cuando me oye deambular por los pasillos de la casa. No sé si a ella le molesta, pero al parecer no es así porque es capaz de seguir durmiendo como si no tuviera un perro grande, maloliente y viejo lamiéndole las mejillas y acurrucándose a sus pies.
Me mira desde las puertas y ladra.
—¿Qué pasa amigo? —Levanto una ceja—. ¿No encontraste a tu nueva novia en su habitación?
Vuelve a ladrar y luego se deja caer al suelo, derrotado. Qué dramático. Ahora entiendo por qué le gusta tanto Jasmine.
—No te preocupes, llegará en cualquier momento.
Cuando me di cuenta de que Jasmine estaba tratando de hacerme la vida imposible fingiendo que no sabía cocinar, algo que no sabía que llevaba dentro se apoderó de mí. Por un segundo, verla a punto de estallar en carcajadas por el hecho de que me había dado cuenta de que estaba comiendo las cosas más asquerosas sólo porque ella estaba siendo caprichosa, hizo que mi estómago diera un vuelco y que mi corazón se acelerara.
Quería esa mirada en su cara para siempre.
Así que se me ocurrió la idea más estúpida. Un pequeño juego. Pensé que no le iba a gustar. Pensé que lo encontraría infantil. Que me mandaría a la mierda, que diría que ya no tenemos once años. Que no quería tener nada que ver conmigo.
Pero no lo hizo.
No cuando le metí la mano en crema batida y luego hice cosquillas en la punta de su nariz con una pluma y toda su cara terminó hecha un desastre, ganándome un punto en la pizarra. Tampoco esperaba que me devolviera el golpe abriéndome un perfil en un sitio web de «Sugar Daddies», usando fotos mías que sacaba sin que yo me diera cuenta; mientras cortaba leña en el jardín para alimentar la chimenea, desayunando luego de entrenar en el gimnasio privado a un lado de mi habitación, viendo televisión en el sofá de la sala principal, con Brisa en mi regazo. Por alguna razón aquella última fotografía es la favorita de los tipos raros que rondan aquellos oscuros sitios webs.
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'tis the damn season || ESPAÑOL
Romance'tis the damn season || en proceso ❄️ Jasmine Stevens lleva ocho años escapando de su antigua vida, del protagonista de cada una de sus pesadillas. Pero ahora que toda su reputación se ve puesta en peligro, está obligada a enfrentarse al peor demoni...