Capítulo 1

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Todos los cuerpos.

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Rodé en la cama hasta quedar frente a su espalda llena de lunares y algunas pecas en los hombros. Dejando un par de besos en estos. Marlena gruñó un poco frente al roce haciéndome reír.

Buen día, dormilona.

Buen día. —Murmuró despacio. Continué sus besos hasta el tatuaje en su nuca que yo mismo había hecho. Esa pequeña estrella se la había tatuado en nuestro primer aniversario. —Veo que dormiste bien... y que estás bastante despierto. —Mencionó con claro doble sentido; no era raro que despertara a diario con una erección matutina. Incluso se incrementaban aun más cuando teníamos sexo la noche anterior.

Pegó su culo contra mi erección, y estiró el cuello permitiéndome seguir besándola. Marlena rápidamente se sentó ahorcadas de mí. Unió sus labios en un beso salvaje. Inevitablemente mis manos se dirigieron a su cintura descendiendo hasta su culo.

Rápidamente retomé el control besando su mandibula. Mi pelirroja gruñó, frente a aquello tomé su cabello rápidamente tirando su cabeza hacia atrás. Jadeó haciéndome sentir aun más exitado. Pronunció mi nombre muy suavemente sabiendo que me volvía loco. Descendí por sus clavículas hasta sus pezones los cuales metí en mi boca directamente. Amaba sus pechos con locura, no sé específicamente cuál es mi parte favorita de su cuerpo, pero esa al menos es una de ellas.

Con su agarre en mi cabello largo hasta mis hombros me acercó aun más a ella. Mordí su pezón suavemente haciéndola gemir. Era uno de sus puntos sensibles. Lo succioné aliviando el dolor. Si cerraba los ojos podía ver su rostro exitado en mi imaginación. Besé el tatuaje entre sus pechos. Era una preciosa flor de lavanda. Muy acorde a cómo era su personalidad: suave, delicada, única, y sobre todo, dulce. Todavía me quema el saber que Marlena es todo lo contrario a eso.

Cuando fui capaz de reaccionar ella ya estaba lista para sentarse sobre mí. Miré su sonrisa lasciva al tomar la base de mi pene e introducirlo sin una pizca de aquella delicadeza que tanto la caracterizaba. Cuando sus muslos chocaron con los míos lanzó un grito al sentir semejante exitación. Y puedo jurar que con sólo haber visto su rostro en ese momento, sentí como si estuviera a punto de correrme.

Marlena plantó un beso sonoro en mis labios sin delicadeza tampoco. Se sostuvo por mis hombros y comenzó a moverse a su antojo. No había nada que me calentara más que verla a ella disfrutar. Me gustaba ser su juguete, la que dominaba en la relación sin duda era ella, aunque sinceramente jamás me molestó. De inmediato escupí sobre dos de mis dedos para luego comenzar a estimular su clítoris.

Los gemidos de ambos eran incontrolables, pero jamás no me importó lo que los vecinos dijeran. A los pocos minutos ambos nos corrimos.

Mi ángel me abrazó de manera tal que me cabeza quedaba en su pecho. Acarició mi largo cabello mientras respiraba agitada. Podía sentir los fluidos de ambos manchar mis piernas, pero tampoco me molestaba.

Gracias, gatito.

No es nada, mi vida.

—Vamos a tener que apurarnos hoy. —Fruncí el ceño.

¿Apurarnos por qué? Es domingo.

Hay que ir a comer de tus padres.

Marle, ¿Recuerdas que mi madre dijo que no íbamos a poder vernos todos los fines de semana a partir de ahora? Un silencio se formó, dando a entender su confusión.

Yo recuerdo haber hablado con Rosa por teléfono sobre ir a comer esta semana.

Eso fue hace tres semanas, amor.

Tal vez sólo me haya confundido, confío en tí. Dejé un beso sobre su pecho y luego sonreí.

Así es como comenzó todo. Así es como terminé escribiendo sobre Marlena.

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