Era verano, y yo todavía no veía a Marlena como algo más que una amiga, aunque ya no tanto para ese momento. Mi amiga, la novia de mi mejor amiga también. Quienes estaban muy melosas. Tanto que llegaban hasta incomodar un poco. El hecho de verlas a punto de tener sexo todo el tiempo me incomodaba, aunque en realidad sin saberlo me calentaba. No acepté hasta mucho después que Marlena junto a otra mujer me exitaba.
Confundí el sentimiento de la calentura con que me gustase, incluso si ambas eran correctas, no eran lo mismo. Respiré hondo y me senté sobre la manta de color roja y azul en el pasto. Quité mi playera y la lancé dentro de mi carpa junto a mis cosas. Thomas me alcanzó un tupper con sanguches: tomate y queso; lechuga, queso y tomate; sólo tomate.
—¿Te sobraron tomates, Thommy?
—Es que le entendí tres kilos en lugar de tres cuarto kilos a mi mamá cuando me lo pidió. —Estallé en una carcajada, Ethan se me unión con una sonrisa.
—¿Dónde están las chicas?
—No lo sé, creo que en el lago.
—Pero ya casi es de noche.
—Déjalas. Son así. —Ethan se levantó y comenzó a caminar lejos de nosotros.
—¿Qué tal tú y la guitarra?
—Bien, mis padres no aprueban el hecho de esté tan abocado. Creen que esto no tiene futuro. Ya sabes, cuando se dieron cuenta que no era un hobby, sino que la banda iba en serio, comenzaron con ese discurso.
—Te entiendo, quieren que continúe con el basket, pero no me hace feliz.
—Cantar sí. —Completó. Asentí y tomé mis cigarrillos. Me encendí uno y le dí una calada. —¿Me das? —Fruncí el ceño.
—¡No! Eres un niño, Thomas. —Rió.
—Me llevas dos años, no te hagas el policia.
—Tienes 16, eres un bebé.
—¿Y Marlena?
—¿Marlena qué?
—Hazte el idiota, eh. Sé cómo la miras.
—¿Qué dices?
—Te la comes con la mirada, te encanta. Y yo soy un bebé.
—Primero que nada, Marlena tiene 17, te lleva un año; y segundo, está con Vic, ¿Por qué la miraría así?
—Porque te gusta. —Reí. Quién lo diría, Thomas tenía razón.
—Claro que sí, y yo soy el presidente de Italia. —Dije con sarcasmo mientras terminaba mi cigarrillo.
—No importa si está con Victoria, te puede gustar igual.
—Mira, Thomas, Marlena me parece un chica preciosa. Es más, si te complace escucharlo, se me para de sólo pensar un poco más allá, pero nada más.
—¿Tú dices que sólo te calienta?
—Le daría como cajón que no cierra. —Lanzó una carcajada y yo me paré. —Me voy a buscar a las chicas, que ya casi sale la luna y no quiero que nos separemos. —Él asintió.
Tomé una linterna y comencé a caminar en dirección al lago. La temperatura comenzó a descender y los sonidos característicos de la noche comenzaron a hacerse presentes. La gran cantidad de árboles que me rodeaban, me daban mucha tranquilidad, tanta que me perdía en ellos, sin ser consciente de mi rumbo. Me choqué con el lago, y las chicas dentro.
La imagen que ví, aun hoy en día, vive en mi cabeza. Marlena sobre el regazo de Victoria. Besándose con gran pasión. Sus torsos desnudos, y quién sabe qué más. La rubia bajó sus besos por su mandibula, cuello y escote. Sentía mi erección doler en mis shorts, y una gran necesidad de masturbarme en ese momento. Sabía que estaba terriblemente mal, pero no podía despegar mis ojos de aquella escena. Dios mío cómo dolía.
Comenzó a chupar sus pezones mientras la menor gemía fuertemente. Dos sentimientos nacieron en mí al escucharla, la envidia y la exitación. Yo quería ser Vic en ese momento, quería ser yo por quién gimiera Marlena. Mientras se sostenía de sus hombros, empujaba su cabeza hacia su pecho para que continuara. En aquel momento una mano me tocó el hombro.
Salté de mi lugar y casi grito. Ethan me estaba detrás de mí. Vió la escena por encima de mi hombro, y palideció de inmediato. Yo me retiré antes de que pudiera ver mi gran erección.
Thomas había sido olvidado en su propio cumpleaños. Festejo al que Marlena no deseaba ir, porque no sabía de quién se trataba. Al rubio se le vino el mundo abajo cuando se dió cuenta de que su mejor amiga estaba ahí por obligación y no deseo. Yo la había forzado, aunque ella no quisiera, eso estuvo mal. Thomas se sintió mal igual o peor.
Recuerdo cómo se dió todo. Ella no había emitido palabra durante toda la cena. Los demás respetaron eso, ya que Marlena no hablaba en sus peores días, y menos desde que se sentía ajena a todo. Ella misma se estaba alejando de nosotros. Cuando llegó el momento de soplar las velas, todos cantamos. Al finalizar cada uno fue a abrazarlo.
La pelirroja no lo hizo. Eso ya no era muy representativo de su parte. Lo peor fue cuando el rubio le preguntó si no le iba a decir nada. Ahí es cuando se dió cuenta. La pelirroja le dijo la verdad.
Juro que es como si hubiera escuchado su corazón partirse en su pecho. Creo que eramos los únicos que no habían asimilado que seríamos olvidados también. Sus lagrimas se derramaron a mares por sus ojos. La mayor ni siquiera se inmutó, el alzheimer le estaba quitando sus sentimientos también.
Ya no tenía miedo, ya no sufría, ya no se enojaba, ya no se reía. Sólo existía, como un personaje secundario importante para nuestra historia. En ese momento tuve miedo de ser olvidado yo también, ese fue el día que me cayó la ficha.
Suspiré y cerré el diario. Miré la hora. Son las 4 de la mañana. Estaba agotado y el sonido de la guitarra no cesaba. Gio dormía, con seis meses de embarazo ya. Los números seis y nueve me persiguen. Ni siquiera tiene sentido. No se parecen entre sí.
Extraño un poco más a Marlena hoy. Extraño su risa, sus ocurrencias, sus pensamientos alocados. Extraño a mi musa.
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Torna a nostra Casa
CasualeDamiano siempre había considerado a Marlena su musa. Cuando esta comienza a desvanecerse, él hace todo lo posible por salvarla. Incluso si eso conlleva perderse a sí mismo en ello. • Damiano David fanfic. • Historia finalizada. • Esta historia es p...