—¿Alguna idea de quiénes son?
—No sé, lo que les aseguro es que el chico no responde. Tal vez sea mudo, o sordo, quién sabe. —Victoria aumáticamente golpeó a Thomas en la cabeza. —¿Qué te pasa, rubia tarada?
—Tal vez sea tímido, se ve desde aquí que es una ternurita.
—¿Te volviste hetero, Vic? —Dije con un tono burlesco.
—No, me encanta la vagina.
—¿Te acostarías con ella? —Murmuré con una sonrisa.
—Por supuesto, es hermosa. —De hecho Victoria y Marlena habían perdido su virginidad juntas en una noche de borrachera. Lamentablemente no fui su primera vez, pero sí su última como la Marlena que conocí.
—¿Crees que intercambien alguna palabra con el otro? Pareciera que charlan telepáticamente.
—No lo sé, pero yo voy por la chica. —Victoria levantó su almuerzo y se lo llevó hasta la mesa de ambos desconocidos. Thomas hizo una mueca y la siguió, como era costumbre. Victoria era una perra empoderada que pisoteaba a quién se le cruzace, mientras que nosotros dos la seguíamos como dos muertos de hambre, esperando ser queridos por ella. Como siempre, fui el último en seguir nuestra pequeña manada al mando de la rubia. Ninguno de los dos era capaz de mirar a Vic, aunque sólo uno de ellos respondía con palabras.
—Sí, voy al mismo año que ustedes.
—Genial, podemos hacer trabajos los tres juntos, a Thomas no le gusta separarse de mí, tiene dependencia emocional. —Estallé en una carcajada. La pelirroja me miró. En ese momento pude jurar que tenía los ojos café más profundos que había visto jamas. Siempre había podido leerlos, siempre me estaban queriendo decir lo que su lengua no podía pronunciar. Perdí esa habilidad cuando perdí a mi Marlena. Su mirada era total curiosidad, hasta un poco maravillada, pero temorosa también. El de cabello largo seguía comiendo con los ojos en su plato.
—¿Cómo te llamas? —Pregunté sin pensar.
—Marlena. —Sonreí. Fue la primera y la última Marlena que conocí. No era un nombre común, pero tampoco era la única en el mundo. Eso la hizo única realmente para mí. Por supuesto que mis amigos eran especiales, aunque sus nombres fueran más comunes que el de mi ángel, pero ella era distinta.
—Lindo nombre, Marlena. —Dije con una sonrisa. Victoria me dió una mirada, indicándome que mi rostro estaba expresando de más. La pelirroja evadió mi mirada. Rompió el contacto visual que había durado casi dos segundos. Luego aprendí que eso la hacía sentir bulnereable, aunque en algún punto terminó confiándome aquella timidez.
—Él es Ethan. —Me evitó.
—¿Qué te pasa, Ethan? ¿Eres mudo que Marlena te tiene que presentar? —Claramente no fue un buen comienzo con Ethan por culpa de Vic. Normalmente le salvaba el culo a esa mujer por su poco tacto. El de pelo largo levantó la mirada. Estaba furioso. Victoria estaba inmóvil, incluso yo tuve miedo. Fue la primera, de pocas veces, que Ethan miró a uno de nosotros a los ojos con tanta intensidad. Estaba furioso, pero permanecía callado, como si quisiera dispararle a la rubia con la mirada.
—No soy mudo, Victoria. —Levantó sus cosas, colgó la mochila en su hombro y salió por la puerta. Marlena suspiró y comenzó a guardar sus cosas rápidamente. La rubia puso su mano en su hombro, deteniéndola. Pude ver como tragó saliva.
—¿Vas a ir tras él?
—No puedo dejarlo solo. —Murmuró tan bajo que a penas pude escucharla.
—¿No puedes o no quieres? —Marlena no contestó. Simplemente se levantó y se fue.
—Eres una idiota, la asustaste y ofendiste al chico.
—Claro que no.
—Vic, fuiste un poco dura.
—Jódanse, sobre todo tú, Damiano. Ya sé que la tienes fichada, pero es mía. —Rodé los ojos.
—¿Tienes chaqueta? —La sobresalté.
—No. —Cerró su mochila y tomó su celular.
—Está lloviendo fuera, ¿No quieres la mía?
—No hace falta. Gracias. —La detuve antes de que cruzara la puerta de salida.
—Me la devulves mañana, nos vemos en la biblioteca, ¿Sabes dónde está? —Negó sin mirarme. —Última puerta a la izquierda en el segundo pasillo.
—Gracias, pero no...
—Insisto, llevatela, —Se la extendí. —yo siempre traigo una de más. —Al principio dudó, pero terminó aceptando mi chaqueta negra de cuerina. Se la puso y subió el cierre. Le quedaba enorme, se veía muy tierna con mi ropa. Se colgó la mochila de los hombros y salió por la puerta caminando debajo de la lluvia. La escuché murmurar un tímido "adios" acompañado de un "gracias".
Esa fue la primera chaqueta olvidada de Marlena. Meses después de comenzar a salir me confesó que le apenaba devolvermela, ya que le había gustado mi perfume. Aunque sé que eso no me lo habría dicho jamás, pero lo hizo.
—Damia, ¿Puedo preguntarte algo? —Sonreí al levantar la vista de mi celular.
—Claro, princesa, dime.
—¿Cómo nos conocimos? —Respiré hondo tratando de controlar las lagrimas que querían escapar de mis ojos. Mi Marlena estaba desapareciendo. Mi ángel estaba comenzando a olvidarnos realmente. A olvidarme.
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Torna a nostra Casa
DiversosDamiano siempre había considerado a Marlena su musa. Cuando esta comienza a desvanecerse, él hace todo lo posible por salvarla. Incluso si eso conlleva perderse a sí mismo en ello. • Damiano David fanfic. • Historia finalizada. • Esta historia es p...