Todos los cuerpos.
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Recuerdo haber elegido su traje negro favorito para ese día. Me observé en el espejo mientras trataba de arreglar mi vestimenta. Tenía los ojos hinchados, húmedos, las bolsas bajo mis ojos me hacían lucir demacrado. Mis pómulos más marcados gracias a la falta de comer de las últimas semanas. Decidí no maquillarme, no quería arruinarme más de lo necesario.
Creo que uno de los peores días de mi vida fue en el que enterraron a Marlena. Su muerte no fue tan realista para mi cerebro como sí verla en un cajón. Observar el ataúd de madera que había comprado con ella dentro de aterrorizaba. Creo que le hubiera gustado que la enterraran en uno así, por eso lo escogí.
Giorgia estaba a mi lado constantemente. La familia de Marlena, Ethan y suya nos miraba mal. Cómo si yo pudiera tener la mente y el corazón tan libre como para sentir amor en el lugar del dolor. Recuerdo abrazar a la morena contra mi pecho, y yo sin ser capaz de soltar una sola lágrima. Estaba estancado en un dolor que no me dejaba sentir otra cosa. Que no me dejaba reaccionar, que no me dejaba hablar. Estaba aguantándome las ganas de matarme allí mismo con tal de estar con la pelirroja en el mismo cajón.
Recuerdo observar el cajón desde la distancia. Sin acercarme, mirando de reojo lo más lejos posible. Muchas personas, que no eran realmente importantes, dándome el pésame a mí y su familia. Hipócritas.
Después de que las aguas se calmaran un poco, y que los invitados dejaran de llorar sus lágrimas, yo fui el encargado de decir unas palabras, aunque no fui el único. Antes de mí hablaron los chicos, Giorgia, y sus padres, estos últimos poco tenían para decir. Siempre muy ocupados como para conocer a su hija, jamas le faltó nada, pero sí ser escuchada, querida, contenida emocionalmente de pequeña. Sólo se hacían llamar sus padres por haberla engendrado. Ni si quiera Gio había realmente tenido su cariño.
Me paré frente al cajón. Ahí es cuando realmente la observé. Observé a la muerta de Marlena. Era una desconocida y al mismo tiempo no. Respiré hondo y sentí las lágrimas mojar mis mejillas inmediatamente. Sin poder controlar mis emociones, otra vez.
Sus manos cruzadas sobre su falda. La habían maquillado para enterrarla. Arreglar un muerto para meterlo bajo tierra era ridículo. Tenía los labios azules, sus ojos estaban cerrados, gracias a que habían sido cosidos para el funeral. No los vería nunca más con ese brillo.
—¿Por qué? —Le susurré. Obviamente no contestó. —No puedo entender cómo hiciste esto, Marlena. —Tomé su mano y la llevé sobre mi pecho. Todos estaban callados, pero no me importaba. El peso muerto de esta, la temperatura aún más fría que de costumbre, los dedos delgados. Abracé su mano.
—Déjala, Damiano. —Negué sin mirarla. —Necesitas soltarla. —Repetí mi acción y Giorgia puso su mano en mi hombro.
—No puedo, no puedo soltar al amor de mi vida.
—Suelta a mi hermana, cómo yo la suelto.
—No la voy a dejar, no puedo.
—No quieres. —Empecé a llorar como jamas lo había hecho en mi vida. La gente susurraba a mi alrededor. Que si era un dramático. Un maricón. Poco hombre. Nadie susurró que mi dolor era entendible. Que había lugar para mi sufrimiento.
—Damiano, hay que dejarla ir.
—No la voy a dejar, Ethan. —Giorgia tomó la mano de Marlena, y la quitó de mi pecho con cuidado. La puso sobre su falda, cruzada con la otra, como estaban colocadas antes. Se agachó y dejó un beso sobre su frente.
—Te amo, hermanita. —Le susurró a la pelirroja con un hilo de voz. Abrió sus brazos para mí, y yo me perdí en ellos. Mojando sus hombros con mi lágrimas, y ella los míos de igual forma.
Siempre encontré una Marlena, pero no la mía. Encontré otras inspiraciones, pero no tenían su mismo efecto.
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"No llora" - El Cuarteto de Nos
Recuerdo levantar la vista de mi cuaderno mientras pasaba las manos por mi rostro. Presioné mi bolígrafo sobre la hoja de mi cuaderno. Me frustraba no encontrar la palabra perfecta, que realmente significara lo que yo quería, y al mismo tiempo rimara, o funcionara con la canción. Estaba cansando, las últimas semanas habían sido estresantes. Me giré para ver a Dianara jugar con Vic a algo con sus muñecas.
Aquellas dos coletas y tres años recién cumplidos. Su risa de bebé me recordaba a Marlena, aunque no tuvieran nada que ver. Sonreí al verla. Ella giró su rostro hacia mí, yo le saqué la lengua para hacerla reír nuevamente. La rubia se giró hacia mí también sonriendo. Se paró rápidamente y corrió hasta mí.
La sente en mi regazo mientras ella observaba mi cuaderno. No habían dibujos, o algo que ella pudiera comprender. Gran parte de mis cuadernos con canciones están dibujados por mi hija.
—Hola, Didi. —Dije mirándola.
—Hola, papá. —Aquella palabra me derretía completamente. Ethan le prestó la batería y Thomas le trajo McDonald's a su sobrina. Cada uno la consentía a su manera cuando estaba en el estudio. —Duele. —Dijo señalando sus coletas. Yo quité delicadamente las ligas, mientras que peinaba su cabello cobrizo con mi dedos. Besé su mejilla, haciéndola reír. Simplemente la amo con mi alma. Tardó unos segundos en dejar rayones de color verde sobre una de mis canciones, para luego correr hacia la batería. —¡Tío Ethan! —Gritó mientras golpeaba uno de los tambores. El de cabello largo quitó sus manos de su rostro, "su escondite", y la miró sorprendido.
—Me descubriste, Didi. —Ella río cubriendo sus boca con ambas manos. Extendió sus brazos y él la sentó sobre su regazo, mientras le daba una baqueta.
A veces quisiera congelar esos recuerdos. Como cuando mirábamos las nubes o las estrellas en el verano, acostados en una manta en el patio. Tendría unos seis o siete meses.
A los nueve comenzó a tener otro tipo de madurez mental. Se parecía aun más a Marlena. Tal vez no siempre puedo ser el padre más presente, y me odio por ello, pero doy lo mejor de mí para cuidarla. Trato de serle sincero, y la mejor versión de mí.
Ahí es cuando le regalé su guitarra. Cuando apareció Venus. Cuando ya no pude ser el padre que estaba atrás de su pequeña.
Dianara es muchísimo más que Marlena. Si bien se parecen, debo decir que mi hija me trajo la felicidad que ella solía darme. Incluso aún mayor. La extraño un poco menos gracias a su presencia. Las amo.
Pero no necesito a Marlena para seguir con mi vida. Aunque duela. Pese. Incluso queme. Necesito que Dianara esté bien. Por la ventana se apreciaba la luna. Luna que tanto adoro. Adoramos. Aquella que con su luz me da guía. El rayo de luna ilumina el camino a dejar de sufrir por ella.
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Torna a nostra Casa
SonstigesDamiano siempre había considerado a Marlena su musa. Cuando esta comienza a desvanecerse, él hace todo lo posible por salvarla. Incluso si eso conlleva perderse a sí mismo en ello. • Damiano David fanfic. • Historia finalizada. • Esta historia es p...