Capítulo 17

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¡Yo jamás me equivoco! —Apreté los labios intentando contenerme. No quiero rebajarme a su nivel, pero se me hace casi imposible no hacerlo. —¡¿Te crees que Marlena te decía todo?!

—¡Cierra la boca!

¡Si todos hubieramos sabido todo, no nos hubiéramos enterado de tantas cosas años después!

Victoria no porque haya sido tu novia también puedes...

Marlena se callaba todo Damiano, era la mejor para guardar secretos de Estado, ¿Qué te crees? Jamas la conocimos realmente.

¿Tú te escuchaste? Estás negando a Marlena.

Estoy desenmascarándola, Damiano, lo que debí haber hecho hace años, pero no me escuchas.

¡Sí te escucho, mierda!

Vives en tu fantasía, en la que ella es un ángel, la salvación, una musa. Pues no. Es una persona que jugó con todos nosotros, a quién nunca conocimos. Extrañas tu puto concepto de Marlena, no a ella.

¿Y tú? Vives enojada con ella, como si eso pudiera cambiar las cosas.

Marlena eligió olvidarnos.

¡¿Estás loca?! ¡Nadie elije tener una enfermedad en la que te olvides de tí mismo!

¡Marlena eligió olvidarnos cuando eligió marcharse!

Tenía problemas.

Yo también los tengo, y jamas me puse en el lugar de victima.

¿Te crees que toda su historia es una victimización? Tú la conocías mejor que yo en cierta forma.

Yo no cargaba al resto con mis ataques de pánico, jamás lo hice. Pero, en cambio, siempre hubo que ocuparse de que Marlena comiera, que no se mate, que esté bien. ¡Nadie se ocupó de mí!

¡Yo sí! ¡Siempre lo hice, Vic! Ella se quedó callada con lagrimas en los ojos. —¿Tanto te dolió que se haya enamorado de mí mientras estaban juntas? La rubia no respondió. Unos segundos de silencio reinaron en la sala. Ethan acomodó su cabello detrás de su oreja nuevamente, Thomas nos observó a ambos. —Eso creí. No me jodas, Vic, quién no sabe superar eres tú. Todavía dolida por un amor de secundaria. La vi apretar su mandíbula. Me di la vuelta y salí del estudio. Ella gritó desde dentro.

¡¿Qué hay de "Il ballo della vita", eh?! No contesté.

¡Recontruye tus argumentos, Victoria!

¡Y tú tu realidad! Fue el último grito. El dolor en el pecho me está haciendo pesar el cuerpo. Siento que necesito sentarme. Ya no sé si es la edad, el cigarrillo, o qué. Prendí el mismo e inhalé el humo. El tabaco me raspaba la garganta, tal vez sea una conducta autodestructiva, seguramente lo es. Creo que el que más sufrió en silencio fue Thomas. Por más que Ethan no hablara, no calla sus emociones. Jamás lo hizo. En cambio él, no puedes leerle los ojos siquiera.

En ese momento me dolió más que Ethan y Vic. El rubio sabía todo de ella, eran tan opuestos, pero similares que daba miedo. Sé que él jamas superó a la pelirroja, como todo el resto.

Estoy harto de ver a Vic explotar como una bomba. Su nombre la activa y sin tomarse más de un segundo la hace reventar en su propia furia. Odio a Victoria por eso, demasiada energía, demasiada emoción, demasiado enojo y llanto. Demasiado de todo.

Es tanto su enojo hacia ella que de repente todos tenemos la culpa. La verdadera victima en todo esto es ella, siempre Victoria. No hay espacio para otro dolor que no sea el suyo. Suspiré largando el humo por mi boca. Tomé mi teléfono y busqué su número. Presioné el botón y esperé dos tonos a que contestara.

Hola.

¿Mi amor, quieres ir a cenar conmigo?

Sí, quiero. Sonreí a través de la línea.

Vistete, mi vida, en diez minutos salgo del estudio y voy para alla.

¿A dónde vamos?

¿A dónde quieres ir?

Quiero pasta.

Te llevo a un restaurante de pasta, y abrigate que hace frío ya.

¿Estás fuera?

Sí, fumando, ¿Por qué?

Te tiembla la voz. Reí un poco. Si supiera que me acabo de pelear con la rubia.

Es que justamente hace frío, Marlena.

Está bien. Adiós.

Adiós, peque.

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