Capítulo 16

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Acaricié su espalda con cariño mientras que sentía su respiración tranquila sobre mi cuello. Me parecía tan calma, me relajaba. era capaz de dormirme en ese momento. Su piel se sentía tan cálida, quería quedarme para siempre en ese momento. Luego de unos minutos ella se separó, y yo acaricié desde su cintura hasta sus piernas.

Tomó un peine para cejas y ordenó las mías, haciéndome ver algo más presentable.

Estábamos en completo silencio, ella concentrada en maquillarme y yo en sus facciones. Había cambiado tanto. Estaba bastante más delgada, no quería comer, pero yo la seguía viendo preciosa. Quería que estuviera bien, pero no para mí, sino para ella misma.

Mascara de pestañas, mientras acriciaba mi cabello con sus dedos.

Marlena era la persona más rara que he conocido. Era una chica tímida, pero extrovertida al mismo tiempo, aunque no hablara mucho sobre ella misma. Era dormilona, pero llena de energía. Era callada, pero no tenía miedo a gritar. No le gustaba llamar mucho la atención, pero en la cama le encantaba ser el centro. Sinceramente, extraño a mi Marlena.

Sombra negra. Sus dedos manchados del pigmento se paseaban por mis parpados con cuidado de no lastimarme. Nuevamente prestaba atención a su respiración, no sabría describir el sentimiento que me produjo, o cómo era, sólo recuerdo que me hizo apretar sus muslos automáticamente. Ella dió un pequeño salto en mi regazo, pero continuó con lo suyo. De alguna forma su entrepierna rozó con mi miembro. Abrí mis ojos cuando ella terminó con mis párpados. Me miraba sin expresión alguna, pero una sonrisa tímida apareció en su rostro cuando nuestras miradas chocaron. Se estiró hasta tomar el labial, no recuerdo el color con claridad, pero creo que era rojo.

Abre la boca. —Lo hice, aquella oración incrementó mi exitación. La pelirroja comenzó a pasar la barra por mis labios, de un lado al otro. Mis manos acariciaban sus muslos con calma hasta subir hasta su culo. Metí mis manos en sus shorts de algodón y apreté sus nalgas. Se vió interrumpida por su propio gemido. Reí. La menor me miró y alejó el labial. La tomé de la nuca y la besé. Cuando el beso terminó, ella se levantó y se fue.

¿Todavía te duele? —Ethan me miró.

Perdí a mi mejor amiga de la infancia, por supuesto que aun me duele. —Thomas levantó la mirada hacia nosotros. —No lo sé, creo que fue un golpe muy duro el que no reconociera las fotos nuestras de pequeños. Ya sabes, las cosas que hemos vivido juntos. —El rubio lo observaba atentamente con las piernas cruzadas. —Como cuando en la noche ella venía a mi habitación y nos quedamos hablando durante horas cuando teníamos algo así como 14 años. Ella me contó todo sobre su anorexia. Me siento culpable por eso también. De igual manera, no entiendo por qué estamos teniendo esta conversación otra vez.

Pero la anorexia no la mató.

Casi lo hizo. —Se giró hacia él.

¿Por qué no nos dijiste nunca que había llegado a ese punto?

Yo sí sabía, —Interrumpí. —me lo dijo Marlena una vez, me contó todo.

¿Y por qué yo no lo sabía? Yo era su mejor amigo.

Los mejores amigos no siempre se cuentan todo, Thom.

¿Recuerdas ese día? —Ethan asintió.

Creo que nunca me sentí tan mal por un momento. En ese momento sentí como si Marlena hubiera lanzado algo hacia mi cabeza y hubiera fragmentado todos mis recuerdos.

¿A qué vas?

Que Marlena no me recordase también es en parte perderme a mí mismo. Hay mucho de mi historia que le pertenece a Lena. Así cómo mucha de su infancia me pertenece a mí. —El de pelo largo prendió un cigarrillo y lo llevó a sus labios. —Ella no me dijo lo de Victoria en su momento. —Se dirigió a Thomas esta vez.

¿Y cómo te enteraste?

Las vi besándose aquel día que fuimos al lago. Cuando estábamos casi terminando la escuela.

Ella me lo dijo después de eso.

Tal vez creyó que alguien las había visto, y esa persona nos lo dirían.

¿Por qué Vic no dijo nada?

Yo creo que por su madre.

¿Mi madre qué? —Victoria cerró al puerta del estudio detrás de ella. Existen pocos temas en el mundo que pueden molestar sobremanera a Victoria: Marlena, su madre, y los estadounidenses malpronunciando nombres de comidas italianas.

Nada.

Quiero saber por qué hablan de mi madre sin mi presencia. —Se cruzó de brazos frunciendo el ceño. —Ustedes son las personas menos indicadas para hablar sobre ella.

No estábamos hablando de tu madre, Vic. Estábamos hablando de Marlena.

Es lo mismo, ¿Por qué hablan de gente que ya no está? —Thomas rodó los ojos, pero la rubia lo ignoró.

Marlena no te pertenece, Victoria. —Solté.

¿Crees que ella en algún momento te perteneció? Ella era libre.

Yo la conocía más. —Dije con el ceño fruncido. Estoy comenzando a sentir esa presión en mi pecho que sólo me hace querer gritar y llorar de la furia.

Te equivocas.

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