Familia y traición

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19 de noviembre.
7:44 am.

En una posada, a unas horas del puente Tenchi.

La primera noche que estuvimos fuera de la Aldea, tuvimos que dormir en un templo vacío que estaba a las afueras de la ciudad. La segunda noche, por suerte, encontramos la posada de una muy amable anciana que estaba a las cercanías de la Aldea de la Hierba. Cuando íbamos llegando a la posada, Yamato sensei nos pidió que nos quitáramos la placa con la insignia de Konoha para no llamar la atención y mezclarnos con el resto de los huéspedes.

—Quítense todo lo relativo a sus clanes —nos habló el hombre a Naruto y a mí—. No queremos que nadie nos identifique como ninjas.

—No me quitaré mi insignia, ni esconderé la espiral de mi uniforme —se negó el rubio frunciendo el ceño.

—Tienes que hacerlo, Naruto —le dije yo de forma efusiva mientras me quitaba la cinta de mi cabeza y cubría el símbolo de mis padres.

Realmente yo nunca sentí ningún apego por aquella circunferencia de color blanco que se avistaba en mis ropas. Nunca me sentí parte de aquel clan cuya única característica principal era la de solidificar su pequeña reservas de chakra y utilizarla como proyectiles en el campo de batalla. No tuve el menor problema en desprenderme de aquel símbolo, porque nunca lo sentí mío. Para Naruto, por otra parte, todo era demasiado personal. Aquella espiral sobre su espalda y en sus brazos era lo único que lo mantenía en pie y el apellido Uzumaki había sido su único escape, aunque él no supiera el verdadero significado del mismo, aunque, finalmente, el chico aceptó cubrirse sus ropajes con una capa de color crema mientras escondía su placa en uno de los bolsillos de su pantalón, justo al alcance de su mano.

—Quisiéramos reservar dos habitaciones, una triple y una sencilla —le pidió amablemente Yamato a la mujer que esperaba en la recepción de la humilde posada.

Ella le devolvió una sonrisa y le entregó dos llaves aclarando las posiciones de cada una y los costos. Nuestro nuevo sensei aceptó y pagó gustoso la cantidad deseada.

—Pueden disfrutar también de unas aguas termales que se encuentran en nuestro patio —nos dejó saber la mujer.

—¡Gracias! —le dijo Yamato dejándole un extra de propina y sonriendo solo como él lo sabía hacer. Ni Naruto, Sai o yo dijimos ni media palabra, sino que seguimos al hombre hasta nuestras habitaciones.

—¿Esperaremos aquí hasta el día señalado? —le pregunté al sensei.

—Sí —asintió—. Tendremos unos días para planear una estrategia contra el espía de Sasori —dijo el hombre—. Por hoy, intenten dormir un poco.

Necesitaba descansar después de tanto caminar, así que me fui a mi habitación y pasé allí el resto de la tarde perfeccionando las técnicas que me había enseñado Tsunade que aún no dominaba del todo. A mitad de la tarde recordé, entonces, la técnica fallida que yo había intentado contra Sasori por iniciativa de Chiyo. Me había quitado hasta el aire impulsar al pelirrojo únicamente con mi energía vital, pero lo había logrado. Pensé que, quizás, si lo intentaba nuevamente con un objeto mucho más pequeño e inmóvil, podría lograrlo sin tanto esfuerzo.

Efectivamente, cuando me enfoqué en soltar una onda de chakra contra un jarrón que estaba a unos pocos metros de mí, un destello verde hizo que el recipiente se moviera unos veinte centímetros sin causarme muchos estragos. No sentí el abrazador dolor en el pecho ni perdí el control de mi persona, así que supuse que, si me entrenaba poco a poco en aquella técnica, podría llegar a masterizarla.

Casi a las 10 de la noche decidí terminar mi exigente autoentrenamiento. Sentía como los músculos de mis brazos estaban tensionados y rígidos mientras que el sudor hacía que todo mi cuerpo brillara bajo la luz de las velas de la habitación.

REDENCIÓN (✔️) (Segundo Libro de la Trilogía Renacer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora