20 de enero.
3:19 pm.Junto a la cascada...
Estar en aquel lugar, por momentos, se sentía como estar en una prisión.
Aun no recuperaba la completa movilidad en mis piernas y, a pesar de que había mejorado considerablemente desde el día que desperté, todavía no podía caminar por mí misma.
Juugo se había convertido en mis muletas y era el encargado de ayudarme a caminar por los oscuros pasillos de aquel escondite para llegar hasta el laboratorio y completar las sesiones de saneamiento que Karin, no muy amablemente, estaba obligada a completar.
Había descubierto que el musculoso chico de los cabellos naranja era tan amable y bondadoso como los pájaros por los que siempre se rodeaba.
—¿Qué le toca hoy, Sakura-sama? —me preguntaba mientras me ayudaba a sentarme en un sillón de ruedas.
—No me hables así, Juugo —le sonreí—. Solo soy un año mayor que tú.
—Usted ha hecho cosas alucinantes, Sakura-sama —me dijo mientras me dirigía hacia el laboratorio—. Fue entrenada por uno de los tres Sannin de Konoha, fue prácticamente la mano derecha de su Hokage y además, derrotó a Sasori de la Arena —hablaba con cierta admiración.
En mi tiempo libre, como Sasuke le había encomendado a Juugo personalmente velar por mi seguridad, le había contado muchas historias al chico acerca de mis hazañas y combates pasados.
—Debes respetar mucho a Sasuke, entonces —le dije mientras nos acercábamos a una de las enormes puertas de metal del centenar que conformaba aquel laberinto.
—Sasuke-sama es para mí como un hermano mayor —comenzó a decir, pero se detuvo tan pronto recordó a aquel chico que consideraba como su familia.
—Lo siento, Juugo —me disculpé por recordarle la pérdida de Kimimaro. Él sabía que yo conocía a la persona que lo había matado y por eso no le gustaba mucho hablar de ese tema conmigo.
—Sasuke-sama es muy diferente cuando está con usted —habló rápidamente cambiando de tema—. Y aunque él quisiera disimularlo, se le hace muy difícil —continuó.
—Sé a lo que te refieres —asentí— Comprendo que él quiera conservar la distancia.
—No lo tome a mal, Sakura sama —me habló dirigiéndome una mirada amable con sus cándidos ojos café dorado—. De una forma u otra, nosotros sabemos lo que ocurrió entre ustedes dos y el vínculo que comparten. Sasuke-sama me había hablado de usted en varias ocasiones y le puedo asegurar que él la quiere… el problema es que hay fuerzas mayores que no le permiten hacer lo que él quiere —lo justificó. Aquel muchacho sentía una devoción hacia Sasuke que le aseguraba su extrema lealtad. De no haber sido así, no le hubiera encomendado mi cuidado a todas horas.
—Lo único que no le permite a Sasuke hacer lo que quiere, es él mismo —sentencié con cierto rencor en mis palabras, y las puertas del laboratorio se abrieron.
Adentro nos esperaban Karin, Suigetsu y Sasuke, el que se había encargado de estar presente en todas las sesiones que la pelirroja me había hecho, por razones obvias.
—Bien, ya está aquí la paciente —me sonrió Suigetsu mostrándome su perfecta hilera de afilados dientes en una sonrisa graciosa. Karin rodó los ojos ante el comentario del chico.
—Ya estoy aquí —le devolví la sonrisa—. Y si te interesa, hoy estuve lista más rápido que ayer.
El chico de los cabellos blanco me ayudó a ponerme en pie con una risa graciosa y me sentó en la camilla frente a Sasuke que lo observaba todo de brazos cruzados con unos sagaces ojos negros.
—Si no me necesitan para más nada, voy a perder mi tiempo en otro lugar —masculló el de los ojos violeta y caminó hacia la puerta, solo para ser detenido por las palabras de Sasuke.
—Suigetsu, voy a necesitar tu ayuda con una idea que tengo en mente —le dijo mirándolo de reojo. El chico asintió un poco molesto por el autoritario tono del Uchiha y después continuó su camino.
—Yo también estaré afuera —dijo Juugo—. Los pájaros dicen que esta tarde lloverá, así que quiero ver el sol por un momento —terminó el chico y se dio la media vuelta mientras acariciaba a un pequeño ruiseñor que tenía posado sobre su hombro izquierdo.
Cuando ambos salieron, la habitación se sumió en un incómodo silencio que nos acompañaba cada vez que los tres estábamos juntos. Sasuke no apartaba sus ojos de mí, mientras que Karin monitoreaba la herida en mi espalda y mi nivel de chakra.
—El tejido parece haber sanado por completo —sentenció la pelirroja que, a pesar de no estar muy cómoda con mi presencia, era una excelente médico—. Mira —me dijo y me mostró un espejo en el que vi mi espalda.
La cicatriz era enorme y cubría toda mi espalda, desde el cuello hasta la cintura. Tenía una coloración extremadamente pálida al estar compuesta por células nuevas y no había quedado rastro ninguno del tejido arrugado por la quemadura, sino que parecía piel nueva.
—Todo está normal —sentenció—. Tus huesos y músculos están tan débiles como los de un recién nacido, así que lo único que deberás hacer es volver a ejercitarlos y recuperarás tu forma. Tu chakra, por otra parte… —se detuvo por un momento.
—¿Qué sucede? —pregunté— Me he estado sintiendo demasiado débil últimamente —le expliqué.
—Sakura es una tatarigami —añadió Sasuke—. Su reserva de chakra debe ser superior a la de cualquier persona regular.-
Karin cerró sus ojos y colocó su mano sobre mi espalda. Sintiendo cómo se movía mi energía vital en mi interior, negó con su cabeza a la vez que hablaba.
—Solo siento un flujo de chakra regular —respondió—. El de el otro ser, no está.
—¿Desapareció? ¿Cómo puede ser eso posible? —pregunté extrañada.
—Ella parecía tener dos sellos para contener el poder de ese ser, pero el que estaba en su espalda está roto… —comentó Karin aún con la mano sobre mi espalda. Recordaba el sello que Kakashi había puesto en mi espalda con ayuda de Anko. El dolor siempre me acompañaba cada vez que aquel ser intentaba tomar posesión de mí.
—Quizás… —musitó Sasuke dirigiendo su mirada pensativa al suelo.
—¿Quizás qué? —presioné enseguida escuché su duda.
—Estoy pensando que quizás Orochimaru pudo haber roto el sello y extraer parte de tu chakra. No es una pequeña cantidad, Saku... ¿Y si él lo previó todo desde un principio?
—Pero tú lo venciste —repuse—. Si él hubiera tomado mi chakra hubiera sido imparable —dije.
Ciertamente, si yo fui capaz de hacer cosas impensables con ese poder, no quisiera imaginarme lo que pudiera haber hecho Orochimaru.
—Siento una fuente de poder enorme en ella; eso es cierto —nos interrumpió Karin—. Pero parece estar bloqueada por algo. Quizás sea el miedo, o porque su psiquis se preparó para morir en aquella cueva… —sentenció la pelirroja alejando su mano de mi herida—. El poder existe, solo que hasta que no recuperes tu completa movilidad y te hagas consciencia de que sobreviviste, no creo que puedas acceder a él.
Sus palabras habían sido contundentes. Comprendía entonces el por qué Sasuke necesitaba a aquella chica a su lado. Ella era una Uzumaki, y por tanto tenía la habilidad de rastrear el chakra de los otros. Más que un ninja médico, ella era un arma que él podía utilizar a su antojo; todos los chicos eran armas a su disposición.
—Gracias, Karin —le agradecí a la pelirroja mientras esta me vendaba la herida. Sus manos temblaron de la impotencia ante mis palabras y dejó escapar un resoplido furioso.
—No tienes por qué agradecerme —me respondió ella. Era en serio, Karin no me ayudaba por su buena voluntad, sino porque su vida dependía de ello luego de la amenaza de Sasuke.
—Tú salvaste mi vida —le dije mientras salía del salón—. Te debo una. Puede que algún día yo haga lo mismo por ti.
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REDENCIÓN (✔️) (Segundo Libro de la Trilogía Renacer)
Fanfiction"Pronto, mi pequeña tatarigami. Pronto será tiempo de que se libere a la madre del chakra..." Sakura Haruno es, aparentemente, una chica de cabello rosa y ojos verdes con una voluntad indomable que ha sido asignada al Equipo 7, con Naruto Uzumaki y...