En El Agua...

174 28 10
                                    

21 de enero.
9:47 pm.

En mi habitación

Ayer en la tarde, justo después de la revisión que me hizo Karin, Juugo me llevó de vuelta mi habitación. Estaba un poco preocupada por el hecho de saber que mi chakra había sido reprimido casi en su totalidad. El chico enseguida supo que estaba angustiada por eso, de manera que me llevó unos pergaminos que encontró en la antigua librería del sannin de las serpientes para que estudiara cómo podía hacer que mi poder regresara.

—Sé que no quiere aprender los jutsus prohibidos de Orochimaru, pero quizás pueda encontrar las respuestas a su problema en estos pergaminos —dijo el chico entregándome un manojo de hojas viejas algo mancilladas por el tiempo—. Él era muchas cosas, pero por sobre todas las cosas, Orochimaru era brillante —terminó.

Juugo tenía razón en sus palabras. Tsunade me había dicho que jamás había conocido a un shinobi tan hábil como su ex compañero y de ahí que le tuviera tanto respeto.

Acepté los pergaminos que el muchacho tan amablemente me entregó y pasé toda la tarde leyendo y analizando las técnicas que en ellos estaban escritas. Las descripciones de los jutsus tenían un nivel de detalle tan alto, que hasta los más complicados se tornaban sencillos para cualquier persona con un dominio básico de chakra. Habían técnicas tan variadas como complicadas y las explicaciones de cada uno de los centros de chakra era abrumadora.

Era imposible para mí no devorar todo aquel conocimiento de una vez y, revisando entre las hojas, encontré una técnica que m había dejado pasmada cuando la vi por primera vez. Pasando mi vista por los dibujos que explicaban cómo se manejaba el flujo de energía espiritual, mi rostro se iluminó al comprender que yo era capaz de utilizar aquella técnica.

Frente a mis ojos tenía el jutsu que Kabuto había hecho frente a mí en el puente Tenchi en el que convertía su chakra puro en armas a su voluntad.

Estaba tan absorta en mi estudio, que ni siquiera sentí los cortos toques en mi puerta pidiéndome permiso para entrar en mi habitación. La manilla de mi puerta se giró de forma lenta y la puerta se abrió de forma tímida revelando el rostro de Sasuke, el cual me miraba con cierta fascinación.

—¿Qué sucede? —le pregunté sonriendo un poco confundida al ver su expresión. El chico de los cabellos estaba recostado a la puerta, con los brazos cruzados sobre su torso y con una amplia sonrisa.

—Nada, yo solo… Solo te estaba mirando —habló pasando sus ojos brillantes por todo mi rostro. Se aclaró su garganta un poco nervioso y continuó—. Vengo a buscarte para enseñarte algo —me dijo y se acercó hacia mí.

—¿De qué se trata? —pregunté nuevamente.

—Ya verás —dijo y apoyó sus rodillas en el suelo de espaldas a mí—. Sostente fuerte a mi espalda —me pidió con aquel tono autoritario suyo, aunque con una sonrisa en su rostro.

Yo me quedé estática por un momento y, con un poco de timidez, entrelacé mis manos en su cuello aferrándome a él, mientras que Sasuke llevó mis piernas a su cintura. Me levantó sin mucho esfuerzo y salimos de mi habitación.

—¿Qué piensas hacer? —le pregunté al ver que cada vez se alejaba más de los pasillos por lo que generalmente Juugo me llevaba a caminar.

—¿Acaso no te cansas de hacer preguntas, Sakura Haruno? —sonrió volteando ligeramente su rostro hacia mí y mirándome de reojo.

—Yo pregunté primero, Sasuke Uchiha. —murmuré con la indignación de una niña pequeña a la que le niegan una respuesta.

Se sentía bien estar solos y poder ser nosotros mismos. Desde que había despertado en ese lugar, Sasuke se había negado a visitarme o a pasar tiempo conmigo.

—¿Y ese repentino cambio de actitud, Sasuke? —volví a preguntarle—. Estoy comenzando a pensar que no te interesa lo que tus nuevos compañeros piensen de ti. De todas formas, ellos ya imaginan que hubo algo entre tú y yo —hablé, pero el chico me interrumpió volteando su rostro hasta que su boca estuvo peligrosamente cerca de la mía.

—¿Qué hubo entre tú y yo, Sakura? —preguntó haciendo que enmudeciera del nerviosismo. Él dejó escapar una sonrisa divertida al ver que mi rostro se sonrojó por completo ante la cercanía de sus labios y después continuó su camino mirando hacia el frente.

Una luz apareció en la distancia y comprendí que lo que el chico quería mostrarme, era el exterior de aquella cueva.

—Si tienes que aprender a controlar tu cuerpo nuevamente para recuperar tu control de chakra y hacer nuevos jutsus, yo quiero ser tu sensei —sonrió—. Te voy a enseñar cómo defenderte y cómo hacer que tus ataques sean más certeros.

—Tú nunca serás mi sensei y primero tengo que aprender a caminar… —le corregí, pero él me interrumpió nuevamente. Siempre lograba anticipar todas mis palabras y movimientos; quizás por eso me sacaba tanto de quicio.

—Y es lo primero que te voy a enseñar —me dijo y finalmente salimos del túnel.

Primeramente, el resplandor me hizo cerrar mis ojos por el tiempo que hacía que no veía la luz del sol, pero poco a poco fui acostumbrándome a la claridad y observé que estaba en la punta de una caverna que llevaba directo a unas maravillosas cascadas que caían bajo nuestro pies.

Sasuke saltó conmigo a cuestas por este las rocas hasta llegar a un calmado manantial que se escondía dentro de otra cueva. Adentro, Suigetsu nos esperaba a una orilla del manantial con sus pies dentro del agua y su mirada clavada en las piedras que esperaban en el fondo con un ceñido traje azuloso.

—Pensé que no llegarían nunca —resopló Suigetsu metiéndose dentro del manantial donde desapareció por completo.

—¿Qué es este lugar? —pregunté aun un poco anonadada por la subjetiva vista.

—Es el estanque de Suigetsu —me explicó—. Él es uno de los tantos experimentos de Orochimaru y su vida está ligada al agua, por eso es que puede adoptar un estado líquido y, difícilmente, puede ser derrotado o herido en batalla —me explicó Sasuke dejándome en el suelo junto al estanque y retirando su camisa.

Se adentró en el agua mientras que Suigetsu esperaba al otro lado del estanque. Con ayuda de él, me dejé guiar hasta el manantial y me zambullí en el líquido que se sentía tan poco denso como el agua en la que estaba sumida en el contenedor cuando desperté en aquel lugar.

La mejoría fue casi inmediata tan pronto como mis pies tocaron el agua. Se sentí como si mis piernas sostuvieran el peso de mi cuerpo y, con ayuda de Suigetsu, podía mover mis piernas sin que me doliera mis espalda. Sasuke me hacía caminar por todo el manantial mientras me sostenía de las manos. Primero sentí como si las manos del de los cabellos blancos me empujaran por la espalda para caminar, pero después yo lo podía hacer por mí misma.

—¿Cómo es esto posible? —pregunté abismada.

—Las propiedades de este estanque permiten que se restauren todas tus funciones motoras —aclaró Suigetsu saliendo del agua.

—Unas cuantas sesiones aquí y estarás caminando por ti misma en menos de una semana —me sonrió Sasuke, pero enseguida volvió a su tono áspero—. Cuando te recuperes, podremos comenzar con el entrenamiento y estabilizar tu nivel de chakra.

—Bueno… yo me voy —habló Suigetsu saliendo de la cueva— y no hagan cosas raras en mi estanque, por favor —resopló en un susurro haciendo que Sasuke le asestara una mirada que de seguro lo fulminaría.

REDENCIÓN (✔️) (Segundo Libro de la Trilogía Renacer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora