Capitulo13

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Entrégale toda completa
Olvida reservas
Olvida el temor
Dame la llave secreta
Que esconde la magia de tu corazón
Enciende mis ganas de amarte
Con una mirada
Y en un suspiro vuélvete mía
Y arráncame el alma

Las luces a media intensidad, una suave melodía y un olor envolvente fue lo que Octavio encontró al volver a su recámara luego de haber verificado que las niñas seguían descansando. Escuchó leves movimientos provenientes de la sala de baño, se encaminó hacia allá y entonces la vio. De pie junto a la tina echando unas sales de baño en la gran tina que había en aquella habitación, su morena piel envuelta en su albornoz, mismo que le llegaba hasta arriba de las rodillas, su cabellera azabache recogida en un moño alto. Toda ella desprendía un aura casi casi celestial, ella era la calma que él necesitaba para sus noches de tormenta.

Se recostó en el marco de la puerta, se permitió admirar cada uno de sus movimientos. Ella era todo lo que él necesitaba en su vida, su mirada le acariciaba el alma, su voz era como una dulce melodía y su aroma - se permitió suspirar - su aroma de mujer embriagaba sus sentidos.

E:¿Te gusta lo que ves? - preguntó ella sin necesidad de voltearse, lo había sentido detrás de ella gracias a ese amanerado aroma masculino que siempre desprendía su piel -

O: Mucho - claro que ella le preguntaba sobre la decoración del lugar, las velas amanilladlas repartidas en lugares, los pétalos de flores dispersos y las copas de champagne sin alcohol que formaban parte de la decoración del momento, mientras que él, hablaba de ella, ella sería para siempre su mejor paisaje -

Octavio se acercó a ella, pegó su pecho a la femenina espalda, necesitaba sentirla cerca, sentirla suya. Elena se recostó en él, ladeando ligeramente su cabeza, dándole completo acceso a su cuello. Él se permitió perderse en su aroma, esa sensación que los hipnotizaba. Con su nariz empezó a regar caricias en esa parte, causando leves jadeos en ella.

Llevó ambas manos a los hombros femeninos para despojarla de aquella bata que cubría su piel, fue deslizándola hacia abajo, privándola de aquella barrera, dejándola completamente desnuda, la perfección hecha mujer pensó Octavio cuando la vió.

La giró entre sus brazos para tenerla frente a él, le dedicó una sonrisa que a ella le pareció bastante lobuna, de esas sonrisas que te nublan la mente. Sus labios se buscaron y se encontraron, muy sensualmente.

Elena no se quedó atrás, en un hábil movimiento dirigió sus manos a los botones de su camisa, necesitaba sentir su piel directamente, sin barreras. Octavio se dejaba hacer sintiéndose gustoso de ver el deseo reflejado en su montuna mirada, se sentía jubiloso de que ella lo deseara con tanta vehemencia. Le permitió que desabrochara su pantalón, e instantes después, su ropa yacía en el suelo haciéndole compañía a la bata de ella.

O: Ven - tomándola en brazos y con mucha delicadeza la colocó dentro del agua uniéndose a ella instantes después -.

Se ubicaron uno al lado del otro disfrutando de la sensación de estar acompañados del amor de su vida. Sus cuerpos desnudos estaban relajados, pero ansiosos por fundirse en uno solo. El ambiente que allí se vivía favorecía la comunión de almas, era íntimo, aquello motivó a Elena a hablar, ella necesitaba sacar de ella que le estaba rondaba en su cabeza a raíz de aquella confesión que le había hecho Octavio acerca del regreso de su primera esposa.

E: Tengo miedo Octavio - no pudo evitar que sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras sentía las manos de su prometido gestar caricias por la piel de su cuello, de su espalda -

O: Lo sé querida - respondió al tiempo que tomaba la esponja que yacía allí y la untó del jabón líquido que ella tanto amaba y comenzó a frotarla con mucha suavidad -

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