Para Jeon Jungkook, la física y la química siempre han sido su pasión, por ello se gradua con honores de la Universidad Nacional de Seúl. Luego del escuela, sus antiguos maestros dan sus mejores referencias al director para que imparta clases.
Park...
—¿Qué pasa? — preguntó entre dormido y sobre saltado.
—Namjoon está abajo.
—¿Y eso qué? — bostezó tallándose los ojos.
—Es tu primer día de clases, solecito. — caminó hacia la ventana abriendo la cortina de golpe.
—¿Por qué mierda iría a la escuela en domingo? — soltó irritado frotándose la cara.
—¿Domingo dices? Mimi, hoy es lunes, y hoy inicias tus clases, así que arriba, arréglate, tu mochila está en la entrada y cuando estés listo, baja a desayunar, Yoonie está cocinando. — se acercó a darle un beso en la coronilla —. Mejor date un baño antes, apestas.
—Pareces mamá. — dijo viendo a su amigo salir.
Con pereza hizo todo lo que su amigo le indicó, se dio una ducha rápida, y se colocó lo primero que encontró, una gran pantalón holgado en conjunto a una sudadera. Las ojeras en sus ojos denotaban cansancio, peinó ligeramente su cabello con sus manos y avanzó despacio hacia el comedor. Al sentarse, Yoongi colocó el plato frente a él y el olor tan agradable lo hizo casi devorarlo soltando pequeños gemidos de placer.
—¿Tenías hambre, Mimi? — preguntó Tae viéndolo con ternura.
El chico asintió con entusiasmo mientras continuaba disfrutando de su comida hasta que una fuerte mirada lo hizo elevar la cabeza con las mejillas regordetas llenas de alimento.
—¿Nunca habías visto comer a alguien? — preguntó aún con el bocado.
—Es hora de irnos. — se levantó del comedor e hizo una reverencia hacia Yoongi —. Gracias por el desayuno, eres un cocinero increíble.
El pálido solo asintió restándole importancia, mientras que Jimin se levantaba con el ceño fruncido para salir.
Dentro del auto que la empresa les había proporcionado, un tenso e incómodo silencio se tornó entre ambos. Namjoon miraba de reojo al rubio que a su vez hacia lo mismo.
—Mira, sé que todo esto es una locura por decir lo menos. — suspiró apretando ligeramente el volante —. Y también sé que esto es increíblemente incómodo, no te pido que seamos los mejores amigos, solo que por este tiempo, tratemos de evitar los malos entendidos.
—No me caes mal, Nam, no lo creas así, pero...— colocó su mano en el muslo del moreno —. Es solo que... esto es una mierda. — suspiró con cansancio y lo miró —. También te amenazó, ¿cierto?
—Lo conoces bien. — respondió aparcando el auto en la Universidad.
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—Buen día, jóvenes. — saludó ingresando al aula —. ¿Trajeron su bata, cierto?
La mayoría de ellos asintió con la cabeza y algunos otros pronunciaron un fuerte "si"
