8. - CONSEJOS

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Jungkook se encontraba en un dilema ético. Había terminado de calificar los exámenes, y efectivamente, Jimin no lo había aprobado. Sin embargo, había dos chicos más que tampoco lo habían hecho. Por un lado, su profesionalismo le decía que debía ponerles su nota reprobatoria e impartirles clases de regularización los sábados, pero su lado explorador y lujurioso le decía que debía ponerle a los chicos un 6 y así poder pasar más tiempo con cierto rubio.

—¿Qué harías en mi lugar, Bam? 

El mencionado levantó la cabeza y trotó hacia él para que lo acariciara. Orden que Jeon entendió y acató de inmediato. Después de un rato y sin pensar realmente en su problema, bufó con desespero y ahogó un grito entre sus manos.

Meditó un poco más y creyó que la mejor alternativa era llamarle a Namjoon y que él pudiera ayudarlo a tomar una decisión. Sin embargo, sabía que su amigo le daría un muy largo sermón de porqué no debería pensar con el pene, además le diría que sobre su cadáver pasaría algo así, puesto que su nuevo trabajo era estar y cuidar de Jimin. Su segunda opción fue Jin, pero de alguna manera sabía que le diría lo mismo que su novio, además de una extensa lista de burlas y chistes malos. 

Se desparramó en la silla un poco decepcionado y como por arte de magia su teléfono comenzó a sonar. Lo tomó y observó que se trataba de nada más y nada menos que su querido amigo Jung Hoseok, sin duda él le daría una perspectiva diferente sin regañarlo.

—¡Hobi!

—¿Por qué tan entusiasmado? — preguntó riendo.

—Estaba a punto de llamarte. — mintió. Ni siquiera se había acordado de él.

—¿En serio? Wow, para que Jeon Jungkook me llame debe pasar algo muuuy malo. 

—¡Oh, vamos, no digas eso! ¡Eres como un hermano para mi!

—¿Qué te ocurre Kook? ¿Estás bien? — preguntó preocupado —. ¿Te estás muriendo? ¿Necesitas algo? 

—Hobi...

—¡Mierda esto debe ser malo! ¿Estás en tú casa?

—Amm... ¿si?

—Bien, no te muevas, voy para allá, por favor no mueras antes de que llegue.

—Hobi yo no... — se despegó el teléfono de la oreja —. Me colgó...




—¿Por qué tan sonriente, solecito?

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—¿Por qué tan sonriente, solecito?

—¡Taeeeeeee! — lo abrazó con fuerza por la cintura.

—Me estás asfixiando. — dijo conteniendo el aire.

—Lo siento, lo siento. — suavizó su agarré y lo miró apenado.

—Entonces... — lo incitó a que continuara.

FÍSICA Y QUÍMICA. (KOOKMIN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora