El cuarto mes parecía pan comido, las interacciones físicas mejoraban el humor de Kurapika, aunque no fueran de carácter erótico, sonreía más seguido y había cambiado su dieta gracias a tu insistencia.
Incluso llegaste a pensar que sería más fácil así, actuando como una pareja que convive una hora al día, intentando ocultar su relación del mundo.
Tanta calma podría hacerlos bajar la guardia y él era conciente de eso. Por dicha razón, entrando el quinto mes, algo faltaba en el baúl.
—Kurapika, ¿dónde está mi uniform...
Tus labios fueron incapaces de continuar la pregunta cuando lo viste desatar el cinturón de su pantalón y comenzar a desvestirse frente a ti.
Te congelaste debido a la sorpresiva falta de pudor de parte suya.
Desde que llegaste, habías tenido pocas oportunidades de mirar parte de su piel o tocar su rostro.
Sus palabras sólo consiguieron provocarte un escalofrío por todo el cuerpo. Sobre todo porque no podías apartar tus ojos de su perfecta figura.
—Hoy no lo necesitas. Desvistete. —Ordenó sin una pizca de ironía en su tono de voz, el ser dominante y determinado que conociste al principio hizo acto de presencia, recordándote porqué estabas ahí. — Tomaremos una ducha.
De repente la temperatura de tu rostro se elevó, lo escuchaste claramente. Te quería desnuda en su baño y no podías negarte.
Kurapika entró primero y abrió la regadera, dejando que el vapor del agua caliente eliminara la nitidez de su cuerpo.
Trataste de actuar naturalmente, pero tu rostro no mentía, la imagen de ese chico quedaría marcada en tu memoria hasta la muerte.
—¿Tengo que m...mirarte mientras te bañas? —preguntaste apenada, cubriendo tímidamente tu cuerpo con una toalla.
—Ven, cierra la puerta, por favor. —dijo lavándose la cara bajo la regadera— ¿Tienes miedo? ya he visto tu cuerpo muchas veces.
—Pero yo... nunca había visto el tuyo... —contestaste tratando de no desviar la mirada más abajo y quedaste de espaldas con él.
—Quédate tranquila, no planeo obligarte a hacer nada. —aseguró para después aplicarse shampoo en el cabello.
De tu lado también había productos de limpieza corporal, así que tomaste un jabón y trataste de imaginar que no había nadie detrás de ti.
—Eso aplica contigo nada más. —le recordaste mientras pasabas saliva, llevabas mucho tiempo esperando una oportunidad de ir más lejos con él. Su misión era resistir y la tuya persistir.
Te diste vuelta, dispuesta a rodear su cuerpo con tus brazos, haciendo que su piel se erizara al contacto. Nunca había permitido que alguien tocara su piel desnuda.
Cerró la llave de la regadera quedándose quieto unos segundos, tus manos invadían parte de su abdomen y se deslizaban poco a poco, tocando sus muslos.
—Aún no es momento de esto. —Dijo con un timbre casi suplicante.
—Es un simple abrazo. —justificaste apegando tu rostro a su cuerpo.
Con tus manos cerca de su entrepierna y tus pezones rozando su espalda, usó toda su fuerza de voluntad para evitar reaccionar ante la provocación.
Tú en serio pensabas que le dabas un abrazo para calmarlo sin darte cuenta que lograste todo lo contrario.
Las puertas corredizas de cristal reflejaron su rostro. Lo último que viste fueron sus ojos cambiando de color mientras escuchabas hacerse añicos la llave de la que se detenía.
No recordabas haber ido a la cama o terminar tu turno, o llegar a casa.
¿Qué tan veloz tuvo que ser ese movimiento mounstroso para dejarte inconsciente durante toda una noche?
Despertaste confundida, la luz del amanecer entraba por la ventana cegando tus ojos, el colchón era tan cómodo que no parecía el tuyo.
Te preguntabas si tus padres te habían cambiado de habitación o si construyeron una nueva ventana, porque así no era la que tenías. Poco a poco, el resplandor disminuyó, tus ojos se acostumbraron y pudiste reconocer la habitación, saltando de golpe y cayendo al suelo gracias a que tus piernas se atoraron con las sábanas.
—¡¡¡¿Qué hago en la cama de Kurapika?!!! ¡¿y porqué sigo desnuda?! ¡¡¿qué pasó?!! —gritaste aterrada, no por el hecho de estar ahí, sino porque no volviste a casa y te iban a matar.
Te vestiste tan rápido como pudiste y de reojo notaste que había una nota sobre el baúl.
"Lo siento."
—¿Eso es todo? es increíble.
Te dolía la cabeza tratando de pensar en una excusa, viste 50 llamadas perdidas en la bandeja de entrada de tu celular, no escuchaste ninguna debido a que estaba silenciado.
Buscaste a Kurapika por todo el departamento sin éxito, parecía que la tierra se lo había tragado. Pero no tenías tiempo de hablar con él de todos modos, así que saliste de ahí cerrando con seguro y tomando un taxi de regreso a casa.
—Es sábado, ambos están trabajando, quizás no se hayan dado cuenta. —Trataste de convencerte y calmarte, bajaste del taxi tras pagarle, te apresuraste a abrir la puerta con mucho cuidado para no hacer ruido en caso de que alguien estuviera dentro.
Pero tu madre ya estaba detrás de la puerta, como un temible guardia de seguridad. No sabías qué decirle, aunque no hacía falta.
Recibiste una repentina cachetada digna de un premio de telenovela.
—Ayer estuvimos esperándote toda la tarde, no llegabas, nos preocupamos y tuvimos que llamar a la universidad para preguntar a qué hora saldrían los chicos del club de fotografía ¡¿y sabes qué nos dijeron?! —elevó la voz al quebrarse mediante su llanto decepcionado— No existe un maldito club de fotografía, ¡¿qué demonios has estado haciendo todo este tiempo?!
Tras 5 meses de ocultarlo, tu mentira salió a flote.

ESTÁS LEYENDO
Tentación pagada [+18] [Completa]
FanfictionHas sido contratada como sirvienta por un peligroso cazador de listas negras llamado Kurapika, al que todos temen acercarse. La desesperación por encontrar empleo de medio tiempo te obligó a firmar un acuerdo que no entendiste muy bien, pero no le...