11.- Primer beso

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—Genial, otro examen para repetición. —lamentaste al ver que no pasaste la última evaluación de una de tus materias. —¿En dónde tengo la cabeza?

La primera clase acabó y en un par de minutos, tu amiga entró corriendo al aula y se sentó frente a ti, aprovechando que no había nadie más porque era la hora del almuerzo.

—¿Jade? ¿qué pasa?

—¡Buenísimas noticias! ya leí toda la documentación y la mayoría de las reglas restrictivas sólo lo afectan a él. —explicó emocionada.

—¿Y qué con eso? —preguntaste confundida.

—Quiero decir que no hay una sola cláusula que te impida a tí tocarlo —a continuación te guiñó el ojo mientras sonreía cómplice— sabes lo que eso significa, ¿no?

Jamás se te ocurrió, no pasó por tu cabeza durante todo ese tiempo, dabas por hecho que tampoco podías ceder a tus impulsos y aquella revelación te daba nuevas esperanzas.

—¿Estás segura? —preguntaste para confirmar.

—Te lo juro. Si no, dime, ¿alguna vez te impidió acercarte a él? ¿o te advirtió sobre intentar provocarlo?

—Ahora que recuerdo... dijo algo parecido hace poco... que recordara que puedo hacer lo que quiera para retarlo.

Jade lo señaló como algo evidente y luego aprovechó para reírse de tu inocencia.

—Eres el colmo, estuviste casi tres meses jugando con reglas que no te afectaban, ¿cuándo aprenderás a hacer algo bien?

—Ya déjame, no soy experta, es mi primer trabajo, y además, tengo que estudiar para mis exámenes, me voy a volver loca con tanto. —dejaste caer tu cara sobre la mesa —ya no quiero esta vida, te la vendo.

—No seas dramática, ¿qué pasa con tus estudios?

—Reprobé dos materias en este parcial, no me puedo concentrar, mi mente está divagando todo el tiempo, día y noche sólo pienso en estúpidas fantasías con Kurapika que jamás van a ocurrir y me da pereza enfocarme.

—Sumándole el hecho de que ni siquiera te gusta esta carrera.

—Sí me gusta, ¿quién sería tan idiota para gastar 5 años de su vida estudiando algo que odia?

—Estás en bioquímica, odias la química y las matemáticas, no lo sé, tú dime.

—Olvidemos eso, no quiero hablar más de la escuela.

—Perfecto, ¿quieres hablar de tus fantasías morbosas?~

—A veces no sé si eres mi amiga o un demonio que me asignó el infierno.

Con la costumbre a la rutina, se cumplían 3 meses de labor y lo único que había cambiado durante ese tiempo era la decencia de los nuevos uniformes que solían ser más presentables y elegantes.

Notaste que Kurapika seguía sin tomarse las vitaminas que le asignó su amigo, pues el frasco seguía sin abrirse.

—Tómese una cápsula al día hasta terminar el contenido. —leíste las instrucciones y llevaste una bandeja a su escritorio.

De nuevo, trabajaba en alguna de sus investigaciones para atrapar criminales peligrosos y apenas puso atención a tu presencia.

Dejaste a su lado un té para relajarse, una ensalada de frutas y un vaso de agua con la cápsula al lado sobre una servilleta de tela.

Desde que sabías de su estado de salud, tuviste ganas de cuidarlo mientras pudieras y aunque él no lo decía, apreciaba ese gesto, te dió las gracias y siguió trabajando.

Se terminó todo lo que le llevaste y eso te hizo sentir felíz, deseabas poder hacer más por él.

—¿Debería intentar tocarlo ahora? —pensabas al llevar la bandeja vacía en lo que Jade te había dicho— ¿qué hago? ¿improviso? ¿espero el momento indicado? ¿le pido permiso? no sé qué hacer, pero sé que quiero hacerlo.

El tiempo casi se terminaba, casi perdías la oportunidad, hasta que él mismo se acercó a hablarte.

—Han pasado 3 meses, lograste realizar un servicio excelente, ¿cómo te has sentido?

—¿Y...yo? —te pusiste nerviosa otra vez al hablar directamente— Me siento contenta, pero... a la vez... insatisfecha por la distancia, supongo.

—Descuida, te prometo que en esta etapa no habrá un límite entre nosotros.

—¿Límite? —temblaste un poco apretando los labios, sus palabras fácilmente podían malinterpretarse.

Kurapika sabía que ignorabas las cláusulas y debía recordarte y explicarte cada vez que mencionaba algo sobre el contrato.

—Me refiero a la distancia —aclaró— Cada 3 meses cambiaremos la rutina, la primera etapa consistía en respetar tu espacio personal, causando una tentación constante al hacerte vestir atuendos generalmente provocativos, por si te lo preguntas, no eran mi gusto personal o un fetiche, investigué a fondo la vestimenta femenina que suele seducir al hombre promedio, hemos pasado dicha etapa exitosamente.

—Si hoy se cumplieron 3 meses, significa que...

Antes de que pudieras seguir hablando, los pasos seguros de Kurapika dirigiendose a tu cuerpo te acorralaron contra un muro de acero y acabado de madera.

Acercó su rostro al tuyo y apoyó sus manos a cada lado de tu cabeza, creando un espacio íntimo en el que tu corazón latía más rápido al oler su fragancia, escuchar su respiración y descubrir el lado de Kurapika que estuvo oculto todo ese tiempo.

—A partir de hoy, señorita, puedo invadir su territorio físico.

Su confianza pudo más que la razón cuando rozó tus labios con los suyos, un fino roce fué suficiente para motivarte y terminaste por corresponder el beso, atrayéndolo más con tus manos alrededor de su cuello.

Por primera vez entrelazaste tus dedos en su cabello rubio, suave y fino, el mundo entero acababa de extinguirse para ti, sólo existía él y ese beso.

Fuiste empujada hasta quedar reducida entre su pecho y el muro, haciendo un contacto físico como nunca antes.

Te habías consumido tanto en explorar su boca y viceversa que deseabas con todas tus fuerzas, un poco más. 

Escuchaste un fuerte crujido a cada lado de tu cabeza, haciendo que todo tu cuerpo se paralizara, juraste que tu cráneo se había roto por el estruendo, eran sus manos que habían fracturado el muro de acero, dejando dos agujeros que casi atravesaron la pared.

Rápidamente se separaron y recobraste la cordura, ambos respiraban profunda y agitadamente por aire. A la vez, entraste en pánico cuando viste sus ojos completamente rojos, brillantes, enigmáticos y aterradores.

—Vete. —susurró apartando la mirada, su tonada era seria, una orden inmediata. Entonces creíste que lo habías arruinado.

—Lo siento, yo sólo...

—Se acabó el tiempo. Hasta mañana. —cortó en seco y esperó a que te fueras.

Aquello lo habías interpretado como un regaño y te formó un nudo en la garganta, saliste tan rápido como pudiste, lamentando tu imprudencia.

—Ya sabe que puede tocarme. —murmuró Kurapika en shock mientras se lavaba el rostro con agua fría hasta volver sus ojos a la normalidad. —Estuve a punto de perder el control...

Tentación pagada [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora