30.- Emboscada

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Jade, ¿estás ocupada? te necesito...

Le enviaste un mensaje a tu amiga, el cuál no le llegó. Su última conexión había sido cuando abordó el barco, varios días antes y pensabas que tenía mala señal debido al viaje.

—Necesito un consejo, un regaño, lo que sea... no quería ofenderlo, lo dije sin pensar, cometí un terrible error.

Pasaste el día siguiente encerrada en tu habitación, deprimida y sin ganas de comer, ni de cambiarte.

Llevabas la misma ropa como autocastigo, en pocos minutos tu relación pasó de lo mejor a lo peor y ni siquiera te atrevías a llamar a Kurapika para pedirle perdón.

Tal como avisó, no llegó a dormir y pasaste la noche en vela, hablando sola frente a los más de 120 pares de ojos en las ordenadas repisas.

—Lamento tanto haberlos ofendido ayer, se trata de su clan, su familia y yo les falté al respeto a sus memorias, no merezco ser la mujer que ama, les pido perdón, sé que no es lo mismo, la relación que tengo con mis padres no es la mejor, pero sé que debería estar agradecida, porque aún están conmigo. —De nuevo las lágrimas recorrían tus mejillas y tu voz se quebraba, apenas podías sostener la mirada arriba— No odio a mi familia, pero no sé si soy la hija que esperan que sea o están decepcionados de mi falta de logros, estoy segura de que ustedes estaban orgullosos de su hijo, ¿y quién no? si es perfecto. —limpiaste tu llanto y te quedaste en silencio unos minutos, iluminada por las velas de aceite aromático que impregnaban el santuario.—  ¿Qué me queda por hacer? si no puedo reparar el daño, les prometo que tampoco le causaré más dolor.

Por la mañana, Kurapika había llegado tarde a la reunión de Zodiacos, con el rostro inexpresivo, sin prestar atención a nada.

Había dormido en casa de Leorio, por lo tanto, el doctor sabía lo que ocurrió y aunque trató de ayudarlo, se veía severamente deprimido por terminar su relación.

—Kurapika —lo llamó Cheaddle al terminar la junta —¿puedes quedarte un momento?

Leorio y el resto de Zodiacos salieron de la sala para dejarlos hablar.

—¿De nuevo piensas integrarme a esa misión? —preguntó sin ganas de escuchar lo mismo sobre las arañas de nuevo.

—Escucha, entiendo que estás pasando por una situación conflictiva y ya no quieres tomar este tipo de misiones, respeto tus razones, pero debido a tu logro reciente como el cazador con el mayor puntaje de inteligencia obtenido a nivel nacional, tu identidad está en boca de todos, en especial los amigos de tus enemigos.

—Era evidente, ya protegí mi departamento, no hay de qué preocuparse. —contestó restándole importancia.

—De verdad contaba con tu ayuda, hemos recibido nueva información acerca del Ryodan de nueva generación, saben quién eres, quieren tu cabeza y tomaron una embarcación rehénes entre los cuáles hay importantes políticos, enviaremos un equipo de rescate pero no lo vamos a lograr sin ti.

—Cheaddle. —interrumpió Kurapika —Leorio y yo hablamos de esto antes contigo, sabes lo que pasaría si yo me apunto a una nueva misión contra las arañas, no lo haré porque ya no es un asunto personal.

—Si haces esto por algo que consideras más importante, piensa si ese algo estará a salvo mientras ignoras a esos criminales.

—Puedo resolverlo solo. —Se despidió de la presidenta y salió de la sala, mientras la intrigada Cheaddle daba un suspiro de resignación, avisando a sus aliados que el zodiaco de la rata no los acompañaría y les deseó lo mejor.

Kurapika planeaba ir al departamento para ver cómo estabas, pero más temprano que tarde, dos autos blindados se atravesaron en su camino y hombres armados le pidieron que se bajara de su auto.

—No estoy de humor para esto. —frunció el ceño materializando sus cadenas y cargando una pistola disimuladamente.

En la torre hunter, dentro del departamento, realizabas algunos quehaceres para despejar tu mente y preparabas un discurso mental entero para cuando Kurapika llegara.

—Me disculpo y vuelvo a casa, ese es el plan, no quiero ser un problema para él. —te recordaste tratando de no ponerte nerviosa. —Lo más seguro es que se me vuelva a hacer un nudo en la garganta en cuánto lo vea, ¿porqué habría de perdonarme? tuve la bendición de llegar hasta aquí y lo arruiné.

El sonido del timbre te sacó de tus pensamientos. Nunca habías oído que alguien tocara el timbre, la sirvienta solía golpear la puerta en código morse pero llevaba dos días sin asistir, el timbre servía para detectar personas desconocidas.

Te asomaste por medio de una cámara de seguridad y notaste a dos hombres uniformados con el logo de una familia que ya habías visto antes.

—¿Esos no son los clientes que Kurapika rechazó después de que su jefe se me insinuara? ¿qué hacen aquí?

Observaste detenidamente la pantalla y viste cómo uno de ellos al forzar la puerta se dió cuenta del sistema de protección nen, dando un paso atrás para dirigir las palmas de sus manos en la cerradura, derritiendo el cerrojo y el centro de mando, anulando la alarma que debía sonar en caso de que alguien lo forzara.

Corriste descalza a tu habitación, que estaba más cerca de la cocina y te ocultaste debajo de la cama sin saber qué hacer, tus manos temblaban mientras intentabas teclear en el celular, sabiendo que Kurapika tardaría más en ver un mensaje, decidiste llamarlo.

Tu corazón palpitaba alterado con cada paso que escuchabas fuera de la habitación, acercándose directamente a donde estabas.

Y aunque intentaste marcar nuevamente tras terminarse el tiempo de espera, no contestó. Sentiste que el alma se te salía del cuerpo, porque era demasiado tarde para salvarte.

De un movimiento la cama entera fué levantada y arrojada fuera de la habitación, atravesando las paredes y destrozando parte del comedor.

—Hola, perrita, ¿no está tu amo en casa? ¿verdad?

Tentación pagada [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora