—Te ves fatal, no dormiste nada, ¿cierto? —Afirmó Leorio al llegar al departamento de Kurapika después de que este lo llamara.
—Hice lo que me dijiste, dejé de controlar lo que siento por ella, pero no soy capaz de pedirle que se quede al lado de alguien que puede herirla. Prefiero dejarla libre, ahora que hay tiempo y no la conozco lo suficiente.
—Eres malo aplicando consejos de romance, ¿lo sabías?
—No necesito eso, tengo que volver a trabajar.
—¿Trabajar? ¿de verdad piensas que voy a creerte ese pretexto? —regañó Leorio cansado de escuchar siempre la misma justificación— Trabajas todos los días, si quisieras podrías tomarte vacaciones hasta el día de tu muerte y no sufrirías carencias, tienes el suficiente dinero para lograrlo. No soy idiota, Kurapika, y creo que ella tampoco lo es. Al menos búscala para saber que está bien sin ti.
—¿Sin mí? —Esa última frase le llamó la atención, ¿porqué sería malo que le hicieras falta?
—Las mujeres como ella no buscan sólo sexo en una relación, no quería acostarse contigo y luego irse, quería que tú también la amaras y por eso estuvo dispuesta a ayudarte.
—¿Pretendes que llegue la ate a una relación con alguien que ni siquiera tiene familia? ¿sabes cuántos problemas acarrea tan sólo el hecho de conocerme? mi reputación con el bajo mundo la expondría al peligroso constantemente.
—No seas tan duro contigo mismo, creo que ya te has esforzado bastante tratando de evitar tus propios sentimientos, mereces ser felíz, date la oportunidad.
Kurapika realmente quería escuchar esas palabras, en el fondo necesitaba la opinión de Leorio pero era muy orgulloso para aceptar que no sabía qué hacer.
—Lo tendré en cuenta. —respondió más tranquilo.
En eso, alguien más tocó a su puerta y sin dudarlo atendió a quien estaba detrás.
—Buenos días, señor Kurota. —saludó una mujer de edad avanzada.
—Es Kurta, ya se lo he dicho muchas veces. —respondió avergonzado y un tanto cansado de repetirlo cada día. —olvídelo, entre, por favor.
—¿Qué desastre dejó esta vez? —preguntó la señora sonrojando más al chico en presencia de Leorio.
—Gracias por siempre limpiar mi departamento, no sé qué haría sin su ayuda. —dijo el rubio tratando de cambiar el tema.
—Yo tampoco. —rió la mujer de forma pícara y comenzó a realizar sus actividades de limpieza.
—Así que, después de todo tenías una sirvienta real. —dijo Leorio sonriendo.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí. —contestó Kurapika encendiendo un cigarro que pronto le fué arrebatado por el doctor, ganándose su descontento.
—No en mi presencia.
Estiraste los pies y las manos al escuchar la alarma, ese sonido molesto que te irritaba, sobre todo cuando estabas soñando con él.
—Que triste es despertar sabiendo que no volveré a verte. —Levantarte de la cama la mañana siguiente te costaba un gran esfuerzo, pero Jade te había aconsejado no dejar que la tristeza te abatiera en el encierro, debías tratar de retomar tu vida normal, lo cuál te resultaba imposible.
El café del desayuno te recordaba a él, el olor de tu uniforme limpio, el perfume que usabas a diario, incluso todo lo que era color rojo parecía tener escrito su nombre.
Volver a la universidad perdió el sentido, como si de repente lo emocionante se esfumara, porque tu parte favorita del día era terminar las clases e ir corriendo a esa torre para verlo.
—Reprobada... otra vez... —Resignada, leíste las notas que pegaron en la entrada de tu edificio.
—Sí, ayer tuvimos exámenes, ¿lo olvidaste? —dijo un compañero que también revisaba los resultados.
—Tenía la mente en otro lado... —respondiste antes de cortar la charla, te apenaba dar explicaciones vacías— soy un fracaso, me van a expulsar... —pensabas al entrar y tomar asiento— jodida escuela, jodida carrera aburrida, jodido trabajo, jodida mente ¡¡aaah!! —hundiste la cara sobre tu mochila gritando desesperada por que todo fuese un sueño, un mal sueño.
Mirabas por la ventana del aula con la esperanza de que mágicamente apareciera, que estuviera ahí esperándote. Pero sólo había lluvia, era junio y la temporada de tormentas había comenzado.
—Señorita, ¿está poniendo atención? vaya a dormir a su casa si mi clase le parece aburrida. —llamó una profesora al verte distraída, con el rostro cabizbajo.
—¡Lo siento! —contestaste avergonzada al ser expuesta ante el grupo— estaré más atenta.
Al final de la sesión, todos los alumnos se fueron y la profesora se acercó a ti al verte aún con la mirada perdida.
—Me apena tener que recordarte esto, pero necesitas concentrarte en clases si quieres pasar mi curso, sé que estás en último semestre y de verdad me gustaría ayudarte pero tengo que ver esfuerzo de tu parte.
—Sí, haré lo que pueda... —No sabías qué más decir, ella tenía razón y de alguna manera se preocupada.
—Hay compañeros que suelen dar tutorías por una pequeña cuota y son de muy gran ayuda —aconsejó— también puedes participar en el verano de investigación, encontrarás información al respecto en la página oficial del instituto.
Por tu bien, aceptaste y te inscribiste a dicho verano ya que estabas por salir de vacaciones y no tenías nada mejor que hacer. Por otro lado, lo mejor era ponerte a estudiar para los próximos exámenes.
—Hola, mucho gusto —se presentó un chico conocido por su buen estatus académico— yo voy a ser tu apoyo en esta materia, por favor, toma asiento.
Se reunieron en un café cerca del campus en el que solían ir lectores y grupos de estudio.
—Hola, muchas gracias, el gusto es mío, traje algunos problemas en los que quiero trabajar.
Pensabas que de algún modo, tendrías que sobrellevarlo, Kurapika no estaría más en tu vida, pero ya no recordabas cómo eras antes de conocerlo, una parte de tí deseaba verlo con fuerza y la otra trataba de convencerte de seguir adelante sin él.
Daba la casualidad de que dicho ser manejaba por ese rumbo y podía reconocerte desde cualquier ángulo, por lo cuál frenó de golpe afuera del café.
—¿Qué hace allí? —se preguntó Kurapika notando que estabas compartiendo la mesa con otro chico— ¿quién es él?
—Eh, ¿quién? —Leorio reaccionó muy tarde, pues su amigo ya había abandonado el auto impulsivamente— Kurapika, ¿a dónde vas? ¡no sabes lo que haces!
Tras media hora de estudio, pudiste entender los temas básicos que necesitabas y eso también te ayudaba a despejar tu mente.
—Así se resuelve este problema, ¿lo ves? es muy sencillo. —dijo el chico al llegar al resultado paso por paso.
—Sí, tienes razón, lo que pasa es que no ponía mucha atención en clase, por eso me perdía. —sonreíste en señal de agradecimiento, lo cuál le molestó al rubio que no sabía lo que hacías estudiando con un desconocido fuera de clases.
—Entiendo, también suelo tener la cabeza en otros lugares a veces. —compartió el jóven siendo amable contigo.
—Canalla, enfócate en tus malditas tutorías. —Susurró Kurapika materializando sus cadenas dispuesto a entrar, pero siendo detenido por Leorio.
—Te agradezco mucho tu ayuda, ¿podemos continuar mañana? debo llegar temprano a casa. — Te despediste y saliste del café para tomar un autobús, pero reconociste el auto negro estacionado afuera. —¿Kurapika?
Como un fantasma, apareció detrás de tí.
—Debemos hablar. —Sentenció directamente —aunque nuestro contrato se haya roto, sigues siendo mía.
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Tentación pagada [+18] [Completa]
FanfictionHas sido contratada como sirvienta por un peligroso cazador de listas negras llamado Kurapika, al que todos temen acercarse. La desesperación por encontrar empleo de medio tiempo te obligó a firmar un acuerdo que no entendiste muy bien, pero no le...