—¡Lamento llegar tarde! —entró a toda prisa a la sala de juntas, donde sólo se encontraban un par de miembros— ¿aún no comienza?
—De hecho, ya terminó. —respondió Leorio apareciendo detrás de él. —¿Qué te pasó? es la primera vez que llegas tarde y eso que yo soy el irresponsable.
—Yo, lo siento, dormí de más y no me dí cuenta de la hora.
—¿Escuche mal o dijiste dormí? —se sorprendió el mayor— vaya milagro, ya era hora de que te relajaras un poco.
—No es motivo de alegrarse, aún debo entregarle los reportes a Mizaistom y...
—Descuida, ya los hizo Botobai, te dijimos que no era tu responsabilidad, que podíamos repartir las tareas entre los demás miembros, pero tú pareces empeñarte en sobreexplotarte hasta la muerte. —reprendió Leorio aprovechando que podía— En fin, me da gusto que descansaras, se nota la mejoría en tu rostro.
—No necesito dormir, puedo curar los daños físicos causados por el insomnio.
—Claro, ¿y qué hay de los daños mentales? Kurapika, recuerda quién eres, un Kurta, hunter de dos estrellas, te encargas de las listas negras y eres miembro de los zodiacos, alguien cómo tú no puede tomarse la salud mental a la ligera, imagína que llegas a perder el control, ¿quién va a detenerte? tarde o temprano esos desvelos van a pasarte factura, no tienes idea de la cantidad de pacientes que llegan al hospital con trastornos psicóticos derivados de la falta de sueño.
—Está bien, no tienes que sermonearme. Dormiré más seguido.
—No, no más seguido, a diario, mínimo 7 horas y siempre por la noche, añade siestas de 10 minutos por las tardes.
—No soy un bebé.
—Entonces deja de comportarte como uno.
—No discutan en el pasillo. —interrumpió la discreta presidenta de la asociación.
—¡Cheaddle! perdón, ya nos íbamos. —se disculpó Leorio ofreciendo una reverencia al igual que el rubio.
—Kurapika, que honor tenerte de vuelta en los zodiacos. —saludó Cheaddle, quien admiraba al zodiaco rata por su ardua labor en la asociación a pesar de haberse negado a trabajar con ellos al principio.
—El honor es mío, gracias por recibirme con los brazos abiertos, estoy a su disposición para nuevas misiones.
—Me alegra escucharlo, porque tengo un encargo especialmente para ti.
Cheaddle llevó a Kurapika a su oficina para tratar un tema de suma importancia, a mitad de su desglose, Kurapika la interrumpió abruptamente.
—Imposible, lo siento, pero no lo haré. —sentenció el rubio firmemente.
—Todavía no he terminado de explicar.
—¿Porqué debo ser yo quien se enfrente a un grupo de aficionados?
—¿Te parece que esos tatuajes son de aficionados? —mostró Cheaddle fotografías de algunos miembros de dicho grupo criminal, los cuáles llevaban en diferentes partes de sus cuerpos un tatuaje con una araña de 12 patas.
—Son impostores, yo acabé con ellos hace años, incluso con su líder.
—Se hacen llamar el segundo Ryodan, las arañas de nueva generación.
—Encarguense ustedes, esa supuesta "nueva generación" no tiene nada que ver con mi clan ni mis propósitos personales, así que, ya no es asunto mío.
—Me sorprendes, Kurapika, debería estar decepcionada de tí, pero no lo estoy. —dijo Cheaddle con una sonrisa, llamando la atención del rubio por la inesperada respuesta ante su negación a la misión— Quién te haya hecho empezar a valorar tu vida merece todo mi respeto. Has cambiado para bien, mantente así, nos haremos cargo nosotros, sólo quería estar segura de que ya has encontrado lo que necesitabas.
La luna menguante empezó a salir al anochecer, escuchabas tu música favorita con un par de audífonos inalámbricos, iluminando el escritorio con una lámpara al caer la noche, soñando despierta entre la lectura y el avance de aquél proyecto de tesis que Kurapika te asignó, con la esperanza de culminar tus estudios de forma efectiva como habías prometidom
La melodía te sumergió por completo en lo que hacías, hasta que las luces del estudio se encendieron.
Te quitaste los audífonos y volteaste para ver que Kurapika había llegado, lo saludaste como de costumbre pero él no contestó, aunque tampoco había una expresión clara en su rostro, permanecía quieto y en silencio.
—¿Ocurre algo? —consultaste creyendo que había algún problema. Y bueno, lo había.
—Sí, me comporté de forma irrespetuosa esta mañana y quería disculparme.
—Oh, eso... no te preocupes, no pasa nada. —dijiste un poco decepcionada de que él se arrepintiera de besarte, pero fingiste que estabas de su lado. —Olvidemos que eso pasó, ya no importa.
Una leve risilla de su parte te provocó un escalofrío, dió algunos pasos para quedar frente a tí y sé inclinó para hablarte al oído con voz dominante.
—Quise decir, que te dejé con las ganas —sedujo apartando mechones de cabello de tu rostro, amenazandote con ojos fieros— y no me gusta dejar nada inconcluso.
Tu respiración pronto se volvió ligeramente más constante, el corazón te palpitaba fuerte, no desperdiciaste ni un segundo y apartaste todo el material didáctico del escritorio para subirte en el. Tomando la iniciativa de una vez por todas.
—¿Crees que esto también se pueda consumir en la mesa? —Preguntaste nerviosa, soltando tu cabello.
—Averiguemos. —propuso él, sosteniendo un preservativo con su boca mientras se quitaba la ropa y apagaba las luces.
No lo mencionó, pero era su manera de darte las gracias por darle un propósito a su vida.
Desde ahora no habría más noches en vela, pues tenía una compañera a la cuál brindar el calor de su cuerpo.
La luz de la luna entrando por la ventana iluminaba partes de su piel y la tuya.
Se tomó el tiempo de excitarte besando cada centímetro desde tu cuello hasta tu vientre y se sostenían de las manos brindándose confianza.
Te abrazó dando un beso en tu frente antes de seguir, como si esperara tu aprobación. Por lo que separaste tus piernas con cuidado, pero en lugar de penetrarte, sostuvo tus tobillos y se arrodilló para besar los costados cerca de tu vagina, siendo una placentera tortura no llegando a tocar realmente esa parte hasta que logró humedecer lo suficiente usando sus dedos para masajear esa zona.
Te mordiste los labios, apretaste las manos y suplicaste que entrara.
Sin alargar la espera, te bajó de la mesa y te llevó cargando al sofá de la sala principal entre besos y caricias, metiendo sus dedos en tu vagina mientras te sostenía por el trasero.
Te dejó recostada y deslizó sus manos sobre tus pechos, ahogando tus gemidos en un posesivo beso hasta que la espera de tu vientre llegó a su fin y se introdujo suavemente, arrancando un quejido placentero de tu garganta, quedándose inmóvil durante unos momentos hasta que empezaste a mover las caderas señalando que podía continuar.
Rápidamente llegó al fondo de tu interior y tocaba el punto más sensible, premiandote con orgasmos continuos minuto a minuto, besándote, mordiendo tu cuello y apretando tus pezones.
Perdiste la noción del tiempo, te embriagaba ver el rojo de sus ojos presentarse lentamente, sabías que llegaría al clímax pronto.
Con una fuerte embestida que te hizo gemir, decir su nombre y sostenerte de cualquier parte, terminaste encajando las uñas en su espalda mientras un par de lágrimas salieron de tus ojos.
Y su esencia caliente fué tan abundante que te llenó hasta el fondo.
El lado bueno, sobreviviste.
El malo, se había roto el condón.
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Tentación pagada [+18] [Completa]
FanfictionHas sido contratada como sirvienta por un peligroso cazador de listas negras llamado Kurapika, al que todos temen acercarse. La desesperación por encontrar empleo de medio tiempo te obligó a firmar un acuerdo que no entendiste muy bien, pero no le...