28.- Descubiertos

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Habían pasado 3 meses desde que te mudaste con él, la mitad del tiempo que acordaron, tu proyecto había sido aprobado y sólo te faltaba pasar los exámenes globales de las materias restantes.

Pronto estarías graduada y lo que ganaste trabajando pagaría tu título y gastos académicos, incluso tenías de sobra para celebrar con tu familia.

Por otra parte, tu relación con Kurapika había llegado a un punto importante, también formaba parte de tu vida y francamente, no querías irte al finalizar el año y como tampoco él mencionaba ese tema, ¿podrá ser que te pedirá quedarte para siempre a su lado?

—No creo que sea bueno tomar pastillas anticonceptivas tan seguido —pensaste viéndote al espejo del baño.

Bebiste un vaso de agua después de colocar esa cápsula en tu boca. Tenías que hacerlo frecuentemente para reforzar el cuidado de tu salud, pero los efectos secundarios te ocasionaban dolor de cabeza y náuseas.

—Kurapika, tienes que conseguir preservativos de mejor calidad. —te quejaste saliendo del baño.

—Esos son los de mejor calidad... —respondió el rubio cubriéndose el rostro sonrojado.

—Ah... entonces el problema es tu intensidad... —dijiste apenándolo más, ya ves que eres buenísima rompiendo el hielo.

El Kurta carraspeó y buscó otro tema de conversación. Durante la mañana trataba de enfocarse en el trabajo y asuntos serios, ya que tenía la cabeza fría y la mente centrada.

—¿Cuánto falta para tus exámenes?

—Serán la próxima semana. —dijiste sin emoción, habías pasado todas las tardes repasando que incluso soñabas que repasabas.

—¿Te sientes lista?

—Talvez lista no, pero sí segura, he aprendido mucho gracias a tí, eres el mejor asesor que existe, no sé qué haría sin tu ayuda. —lo abrazaste por la espalda cariñosamente.

—Lo lograste por tí misma, sólo necesitabas algo de motivación. —contestó tomando tus manos y besándolas.

—Hablando de motivación, ¿quieres ver lo que traigo puesto debajo? —sedujiste besando su espalda.

—¿Justo ahora? —cuestionó cerrando su laptop para darse la vuelta— a este paso vas a hacer que renuncie.

—Bueno, sólo quería ponerte a prueba como antes.

—Sabes cómo funciona cuando me provocas, resistirme a ti no es una opción. ¿aún así quieres arriesgarte?

Tu respuesta era obvia, dejaste caer al suelo la bata de dormir que cubría tu cuerpo, dejándolo ver cada detalle de la exótica lencería roja que escogiste, misma que fué parte de tus tantos atuendos y que él se rehusó a mirar cuando te pusiste la primera vez.

Ahora, sabiendo que no tenía que evitarlo, sus ojos fueron impresionados por el atrevido diseño.

—Hace tiempo mencionaste que podía sentirme cómoda con mi cuerpo, eso significa que puedo vestir como quiera en casa sin temor a que un elegante y fuerte cazador desee tocarme, ¿no?

—Te estás metiendo en problemas, cariño. —Al ver que deshacía su corbata, un escalofrío te recorrió la espalda, sus ojos escarlata lo expresaban sin necesidad de palabras, se había llegado el día del juicio final.

El sonido del timbre se convirtió en lo más odiado para el Kurta cuando alguien llamó a la puerta, eran las consecuencias de querer hacerlo tan temprano.

—Olvidé que a esta hora llega la sirvienta. —renegó Kurapika volviendo a ponerse la camisa.

—¿No es demasiado pronto? —preguntaste colocándote la bata nuevamente y acercándote a la puerta. —Yo abro, igual no creo que se sorprenda si me ve así—Es que esa señora sabía cosas.

Al abrir la puerta, no pudiste ni hablar, querías cerrar de golpe pero era muy tarde, ya te había visto la lencería bajo la bata, las marcas del cuello y el cabello despeinado.

El tiempo se detuvo para ti. Al final esa frase era cierta, no hay mentira que dure cien años.

—Hija, ¿porqué estás vestida así?

El mundo se te vino abajo en un segundo. No sabías qué decir, ni cómo reaccionar, Kurapika se acercó a ti al verte paralizada y tragó saliva al ver a tu madre espantada.

—Nosotros confíamos en usted, nos dió su palabra de que cuidaría de ella ¡¿y esta es la forma en la que lo hace?! —regañó señalándo tu ropa.

Pasara lo que pasara, no querías meter a Kurapika en problemas, era momento de decir la verdad.

—¡Fuí yo, mamá! yo quise hacerlo, te lo oculté desde hace mucho, no soy la sirvienta de Kurapika, la verdad soy...

—Somos pareja. —defendió Kurapika dejándolas a ambas sorprendidas —Le pedí matrimonio y voy a casarme con ella.

¿Sería otra de sus estrategias para engañar a otros? su seriedad al hablar era determinada, sonreíste internamente pensando que esas palabras eran ciertas. Desgraciadamente tu madre era una excepción.

—No quiero oír ni una palabra de usted. Aléjese de mi hija. —reprendió al rubio para después tomarte del brazo fuera del departamento. —Vámonos.

—¡No! —te soltaste del agarre y diste un paso atrás —ya es suficiente, no puedo seguir con esto, ¡no voy a ser la hija perfecta que ustedes quieren! nunca he estado ni estaré al alcance de sus expectativas, si termino o no una carrera será un logro que celebraré para hacerme sentir orgullosa a mí misma, no para encajar en los estándares de otros, ya soy adulta y decidí que voy a vivir con él, les guste o no.

—¡Nosotros sólo queremos protegerte!

—Pues ya no necesito que lo hagan, ¡quiero que me dejen ser libre!

Tu madre tomó un respiro y su rostro entristeció, tú estabas tan molesta que no lo notaste, pero Kurapika sí.

—Como quieras, hija. —se resignó dando la vuelta lentamente —sé muy felíz.

Tentación pagada [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora