12.- Compensación

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—¿Se habrá enojado? —No podías conciliar el sueño aquella noche, la imagen de la misma escena del beso pasaba por tu cabeza una vez tras otra causándote estrés— creo que lo arruiné todo, ¿qué pasará mañana? no sé si quiera seguirme viendo, ¿eso cuenta como haber roto las reglas?

Sabías que no tenía caso indagar sobre ello, lo mejor era esperar al día siguiente y preguntarle a la única que había logrado entender mejor las normas de tu trabajo.

—¡Jade! ¡Jade! —la alcanzaste en un pasillo de la facultad de derecho durante el almuerzo.

—Hola, ¿qué tienes? ¿porqué esa cara? ¿te vienen siguiendo?

—No, no, es que... ayer sentí que casi me muero. Intenté hacer lo que dijiste y te juro que mi cabeza casi fué aplastada contra un muro.

—No inventes, ¿qué hiciste? ¿pues dónde le tocaste? no me digas qué...

—¡No! ¡qué pena! ni siquiera lo menciones, él me besó y yo quise seguir la corriente pero terminó entrando en ese estado peligroso, sus ojos se tornaron de un rojo intenso, con decirte que la pared donde se apoyaba quedó arruinada por el impulso que le tomó resistir el beso.

Jade quedó espantada con la descripción que le diste y arrugó la frente sumamente preocupada.

—Okey, aprendí la lección, no volveré a darte consejos, olvídate de él, te va a matar. —dijo negando.

—Pero... Jade, no puedo. —confesaste intentando explicar tu razón— Estoy más nerviosa que al principio pero te juro que me intriga mucho saber porqué le pasa eso.

—¡Y a mí me da miedo que te estrangule o te rompa el cuello! —Jade te sacudió de los hombros ligeramente tratando de hacerte recapacitar— sé que dije que podías tocarlo pero si mueres, ¿qué voy a decirle a tus padres? se supone que estás yendo conmigo a un club, ¿recuerdas? tienes que cuidarte de él.

—Ya lo sé, pero, es el primer beso que alguien me da y fué tan... intenso. —recordaste una vez más. —No puedo dejar de pensarlo.

—Si así besa, ya puedo imaginar qué pasará si intentan algo más. —opinó Jade.

—Pobrecito, ¿qué tal si el descontrol de sus ojos son un problema para él? buscar una pareja y no poder amarla sin causarle daño por las fuertes emociones de atracción que siente suena terrible. —divagaste  en voz alta haciendo que tu amiga diera un suspiro al pensar que no dejarías de trabajar.

—Lo quieres mucho, ¿verdad?

La cuestión te invitaba a reflexionar, correr el riesgo a partir de entonces te podría costar caro, por el contrario, perder contacto con él repentinamente después de la estrecha relación que habían logrado tampoco parecía una buena opción.

—Todavía no sé tanto sobre su vida, pero cada día aprendo algo nuevo de él y sólo me hace quererlo más. —contaste esperando que Jade no te golpeara por insistir en visitarlo— Como sea, quizás me despida hoy.

—Tu celular suena. —señaló Jade rompiendo la conversación.

—Oh, qué raro —buscaste dentro de tu mochila, enterrado entre los libros ya que lo usabas muy poco— nadie me suele llamar en horario de... —al encontrarlo volviste a dejarlo caer cuando viste quién te llamaba— ¡¡Dios santo!!

—Hey, qué grosera. —bromeó Jade con sarcasmo.

—¡Es Kurapika! ¡¡me está llamando!! ¿qué hago? —temblaste entrando en pánico.

—Pues contesta, ¡tonta!

—Sí, ¡pero guarda silencio! ¡nada de gemidos de fondo!

—Soy una piedra. —juró Jade por su madre.

Inhalaste hondo antes de tomar aquella llamada, la primera que habías recibido directamente de tu jefe.

—¡B...buenos rojos! es decir, ¡buenos días, Kurapika! ¿ojo amanecis... ¡¿cómo amaneciste?! — Sí, eres un fracaso para disimular.

—Buen día, ¿cómo te sientes? —saludó Kurapika con calma— no pude dejar de pensar en lo que pasó ayer y... —dejó escapar una leve risa— veo que tú tampoco. Disculpa que te llamara, no podía esperar para preguntarte si quieres descansar unos días.

Su tono desprendía el arrepentimiento sobre la situación, te daba cierta ternura que se lo tomara tan personal como tú lo habías hecho y creyera que fué sólo su culpa.

—Gracias por preocuparte —contestaste aliviada— fué inesperado pero me siento mejor ahora que sé que no estás molesto, creí que te habías enojado conmigo, no quiero descansar, pero si tú lo necesitas me ausentaré.

—Para nada. —Aceptó animado— aquí te espero más tarde, de igual manera te compensaré el inconveniente y te pagaré el doble hoy.

Jade lo escuchó, asintió por tí y tú negaste peleando con ella a base de mímica mal hecha.

—¡¿Qué?! no hace falta, ¡te lo juro! ya me pagas muy bien.

—Está decidido, hasta luego. —Finalizó el rubio antes de colgar— Por cierto, me gustó escuchar tu voz, comenzaré a llamar más seguido.

Cuando terminó la llamada, tu corazón latía intensamente y esta vez Jade pudo entender porqué insistías tanto en quedarte al lado de alguien como él.

—Que te haga lo que quiera, yo le perdono.

—¡Jade!

Al atardecer, llegaste a tiempo para continuar la nueva etapa de tu trabajo, tan nerviosa como la primera vez pues esperabas que el nivel de seducción fuera más exigente.

En cambio, el baúl guardaba un nuevo uniforme tan juvenil y moderno que parecía hecho para una sesión de fotos de primavera.

—Qué hermoso vestido —te alegraste de no encontrar un diseño vergonzoso— me encantaría salir un día al parque con algo así, es precioso.

Al salir de cambiarte, Kurapika notó tu sonrisa y la manera en que te mirabas al espejo, contenta con el resultado del diseño y lo bien que encajaba con tus medidas.

—Me preocupaba haberme equivocado, ya veo que mis observaciones valieron la pena. —murmuró cerca de ti.

—¿Me has hecho observaciones para saber mis gustos? —preguntaste.

Kurapika tomó sus llaves y extendió su mano derecha hacia tí.

—Ven, te dije que me esforzaría por cumplir tus deseos —reveló causándote gran emoción —será nuestra primera cita.

Tentación pagada [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora