15.- Verdad a medias

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—Listo, ya quedó reparado el baño. —expresó aún con energía un trabajador multitareas express que Kurapika contrató de emergencia por segunda ocasión, pues semanas atrás también lo llamo para arreglar y resanar el muro que dañó.

—Se lo agradezco mucho, ya le hice la transferencia de su pago con una bonificación. Lamento darle tantas molestias. —Se despidió cordialmente para luego quedarse nuevamente solo en su departamento.

La habitación principal estaba en orden nuevamente, impecable como si nada hubiese pasado.

—Menos mal que se fué antes de que llegaran mis empleados. —suspiró aliviado tumbándose sobre la cama. —Logré detenerme a tiempo, no le causé ningún daño a pesar de mi estado, esto va muy mal, cuando pienso que ya puedo manejarlo y avanzar con ella vuelvo a perder el dominio de mis emociones, ¿porqué? ¿qué estoy haciéndo mal?

No pudo dormir la noche anterior por cuidarte y detener la inundación de agua que salía del baño debido a la tubería que rompió. Ni siquiera él recordaba con exactitud cómo lo hizo.

—Mírate, llevas el cabello mojado y revuelto, los zapatos al revés y la ropa arrugada. —reprendió tu madre chillando de impotencia— Tu padre tuvo que irse a trabajar hace un rato para no perder el día porque volvieron a recortarle el sueldo, estaba muy angustiado, llámamos a Jade y dijo que no estabas con ella, en la universidad nos dijeron que sales a las 3 pm, a veces antes, nos mostraron tus horarios y calificaciones, reprobaste dos materias en el último parcial, por si fuera poco, también ví las cuotas que has estado pagando y es mucho más de lo que nos has pedido, ¿de dónde estás sacando tanto dinero? ¿porqué desconfías de nosotros que somos tus padres? ¿qué es tan importante para ti que tienes que ocultarlo? ¿te vas de fiesta? ¿vendes droga o la consumes? ¿te prostituyes? ¡dime algo, por dios!

No podías meter a Jade de nuevo, pero tampoco te atrevías a revelar la verdad completamente, el tema del dinero era lo peor que pudo surgir en la conversación pero a la vez te obligaba a dar una explicación inmediata antes de que comenzara una ardua investigación de parte de tu madre.

De pronto recordaste que esa era la razón por la que aceptaste el trabajo, dinero. El dolor de tu mejilla y el nudo en tu garganta te impedían hablar, ella podía interpretar tu silencio a su conveniencia si no decías nada.

—Lo que sea que estés haciendo, debes detenerte —exigió— tu padre y yo lo hablamos anoche, trabajaremos horas extras y doblaremos jornadas para pagar tus estudios.

—¿Qué? ¡no! ¡no! —Aquello te cayó como balde de agua fría ya que era precisamente lo que buscabas evitar.

—¡Tienes que concentrarte en estudiar! ¡Estás reprobando tus materias!

—¡Lo sé y lo lamento mucho! —te llevaste una mano al corazón mientras tus ojos se llenaban de lágrimas— ¡prometo que mejoraré pero no quiero que ustedes trabajen tanto! por eso no dije nada sobre las cuotas, quería ayudarles a pagar, entonces tuve que... —no pudiste aguantar más el llanto al tener que revelar parte de la verdad— buscar un trabajo, mamá, soy... soy una...

¿Sirviente sexual?

¿Dama de compañía de un cazador?

¿Juguete personal de un millonario?

Trataste de explicarlo y las palabras no salieron, te quedaste enmudecida reacomodando las palabras en tu mente, simplemente no tenías el valor de ser directa.

—¿Una qué? —esperaba tu madre impaciente.

—Empleada doméstica. —dijiste omitiendo los detalles reales— Limpio departamentos de lujo por las tardes, recibo un buen salario que me ayuda a pagar la universidad, me daba miedo decirles porque sabía que no querrían verme trabajando sin terminar mi carrera, pero no fuí capaz de pedirles más de lo que ya hacen por mi. ¡Mamá, ya soy mayor de edad! quiero ayudarlos, ¡soy tan capaz como ustedes de valerme por mi misma! pero nunca me han dado una oportunidad de demostrarlo.

Te armaste de coraje para demostrar tus intereses reales a tu madre, quien a diferencia de momentos atrás, se había arrepentido de haberte golpeado sin escucharte.

—¿Has estado... —sollozó avergonzada— ensuciándo tus manos limpiando hogares ajenos por nosotros? —cayó rendida al suelo, odiando su actitud impulsiva— ¿Qué clase de madre soy si no puedo ganarme la confianza de mi propia hija?

—Perdóname, mamá, tenía que hacerlo —la abrazaste arrodillandote a su lado— pondré más esfuerzo en clases, lo juro, mi trabajo no tiene nada que ver, pero, por favor, no trabajen tanto, no lo hagan.

Después de limpiar sus lágrimas, tu madre correspondió el abrazo y se quedó así durante unos segundos.

—Está bien, si esa es la verdad, voy a creerte, pero no vuelvas a preocuparnos, nos moríamos de miedo por pensar que algo te había pasado, no sé qué haría si te perdiera.

Te remordía la conciencia escuchar esas palabras porque tenías un contrato en el que corrías el riesgo de morir, creíste que era un acto egoísta viniendo de una hija que no tenía motivos para arriesgar su vida por dinero. Sin embargo, por el bien de evitar más problemas, las mentiras debían continuar.

—Anoche me resbalé en el baño de un cliente y me golpeé la cabeza, me quedé a descansar en un cuarto para huéspedes y no me dí cuenta cuando ya había amanecido, volví tan rápido como pude porque sabía que se preocuparían mucho y mi celular estaba en silencio, así que no escuché tus llamadas. —formulaste la mejor improvisación que se te pudo ocurrir y para tu suerte, ella te creyó.

—Le llamaré a tu padre para avisarle que estás aquí y me encargaré de contarle lo que me has dicho, lamento haberte lastimado, cariño. —se disculpó acariciando tu mejilla enrojecida.

—Descuida, ya no duele. —sonreíste más tranquila e inmediatamente subiste a tu habitación, dejaste caer la mochila al suelo y te metiste en tu cama para desahogar lo que habías estado arrastrando desde que despertaste. —Kurapika, las cosas no se arreglan con un "lo siento". —escribiste en un mensaje de texto que nunca enviaste.

Tentación pagada [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora