La libertad es poderosa

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Melione se encontraba en los aposentos que compartía con Cian el cual la había dejado sola mientras el castillo se preparaba para la llegada de Nathair

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Melione se encontraba en los aposentos que compartía con Cian el cual la había dejado sola mientras el castillo se preparaba para la llegada de Nathair. Sentía su corazón latir con fuerza mientras los minutos pasaban. Y su destino cada vez se acercaba más a ella.

Ya tenía preparado el discurso que le iba a decir a Nathair cuando estuvieran a solas. Quería romper el enlace porque amaba a Antheia, y quería convertirse en su asesora. Porque deseaba que su pueblo tuviera un buen futuro por delante. Apelaría al amor que una vez habían sentido la una por la otra para ello. Esperaba de todo corazón que ella aceptara. No quería desatar una tormenta.

Miró por la ventana donde las nubes se habían tornado grises como las piedras y una lluvia fina había comenzado a mojar las calles de la ciudad. El mar a lo lejos estaba embravecido y las olas golpeaban con fuerza la arena. En nada el viento y la lluvia arreciaron con mayor virulencia sobre la ciudad.

El sonido de un trueno sacudió el cielo y la luz de un relámpago atravesó las nubes. Parecía que la naturaleza se había rebelado y quería descargar toda su fuerza sobre la tierra. Aunque era más acorde al carácter de Nathair que a la naturaleza en sí. Se preguntó si ella era capaz de controlar el clima, aunque lo dudaba.

Antheia le había preguntado si quería que la acompañara en el reencuentro, pero ella lo había negado. No quería que estuviera cerca de la reina, no por ella, sino por Nathair. Era capaz de hacerle daño físico a su pareja, y quería evitar a toda costa que eso sucediera.

Su pareja. Esa palabra aun le sonaba extraña en su cabeza y en su lengua aunque su significado le calentaba el corazón. Antheia estaba destinada a estar a su lado y jamás hubiera pedido a nadie igual para estarlo. Era perfecta, preciosa y buena. Cualidades que pensaba decirle el resto de sus días. Su sonrisa iluminaba su vida.

Otro trueno seguido de otra chispa de luz azotó el cielo. Parecía un mal augurio. Llevaba lloviendo desde hacía días y parecía que la tierra se iba a inundar con tanta agua. Una sensación de desasosiego le atravesó el pecho. Sentía que algo iba mal.

El recuerdo de su madre vino a su cabeza. Debía detener el plan de Brielle, la cual ella ahora sabía que era la reina de Ioin hija del anterior rey Crogall, y el de Nathair. Pero eso no le cuadraba dado que Nathair estaba de camino a reunirse con ella. Tenía que averiguar qué estaba pasando, porque dudaba que su madre le hubiera mentido.

Golpearon la puerta con fuerza y Cian entró a la habitación. Tenía el semblante inexpresivo y el color de su piel había desaparecido haciendo que se viera como si estuviera muerto. Algo había pasado.

―¿Qué pasa?

―Tienes que bajar a la entrada del castillo.

―¿Qué ha pasado?―dijo alarmada.

―Será mejor que lo veas.

Ambas recorrieron el pasillo con urgencia mientras su corazón golpeaba con fuerza su pecho como si quisiera salirse de su interior. Con pasos apresurados bajaron las escaleras hasta el último peldaño. Con rapidez llegaron hasta las puertas del castillo que estaban abiertas de par en par. La lluvia mojaba el suelo y el viento arreciaba con fuerza.

Corona de venganza y magia ancestral [Legado Inmortal 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora