Las palabras tienen el poder de sanar

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Las estrellas teñían el cielo oscuro con su luz que iluminaba todo lo que tocaba

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Las estrellas teñían el cielo oscuro con su luz que iluminaba todo lo que tocaba. No había ninguna nube en el firmamento que opacara esa brillante luminiscencia que bañaba por completo la tierra dándole un tono blanquecino azulado. Era un espectáculo precioso ver cómo esa luz se fundía con las olas del océano, y el movimiento y el rugir de las olas que era hipnótico, cómo una canción de cuna.

El pelo castaño de Melione danzaba con la brisa del mar y el salitre le cubría la piel, pero no le importaba. Estaba absorta en el paisaje que tenía delante, observando con sus ojos que brillaban como dos joyas, aquella inmensidad de azul oscuro.

Hacía unos meses que había estado en aquella playa y aun así no podía dejar de emocionarse al contemplar el mar, con su poder y su belleza que golpeaba la tierra sin doblegarse jamás. Pero verlo de noche, al amparo de la oscuridad y las estrellas era otra sensación, mucho más mística y poderosa.

Se quedó mirando el paisaje sin hablar y sintiéndose tan pequeña e insignificante que hasta se sintió bien consigo misma, porque los problemas se los podía llevar la marea y no volver jamás a su orilla.

―El mar crea esa sensación―dijo Antheia a su lado sacándola de sus pensamientos.

Melione la miró, sus ojos se asemejaban a dos esmeraldas, su piel lila brillaba debido a la luz de las estrellas y su pelo parecía estar formado por el manto del cielo. Llevaba una capa olivácea sobre su mono marrón de trabajo, y ella no pudo evitar pensar lo hermosa que se veía.

―Hasta hace unos meses nunca lo había visto―dijo ella en un susurro volviendo a mirar el paisaje.

Escuchó varios sonidos y después la joven inmortal le tendió un emparedado envuelto en una tela.

―No suelo tener mucha hambre para cenar así que podemos compartir mi comida.

―Gracias.

Tendió la mano para coger la comida y sus dedos se rozaron delicadamente. Se quedó un instante mirándola a los ojos y posteriormente apartó la mirada.

Desenvolvió el trozo de pan y se lo llevó a los labios.

―Está muy bueno.

―Gracias.

Comieron en silencio, el único sonido que se escuchaba era el romper de las olas contra la orilla.

No sabía por qué había decidido pedirle cenar a Antheia, pero desde que la había visto desde sus entrañas había nacido el sentimiento de pasar más tiempo con ella. Notaba su corazón palpitar con fuerza cuando la miraba y cuando sentía su mirada sobre ella. Tenía la sensación de que debían conocerse y hablar. Como si fuera la persona que más pudiera entenderla, y se había dejado guiar por esa sensación.

―¿De qué querías hablar? ―dijo Antheia rompiendo el silencio.

―No lo sé ¿Cuánto tiempo llevas viviendo en esta ciudad?

Corona de venganza y magia ancestral [Legado Inmortal 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora