Una obsesión delicada

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Su corazón latía con fuerza contra su pecho, la mano le temblaba con un movimiento débil mientras la presionaba contra la madera de la puerta

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Su corazón latía con fuerza contra su pecho, la mano le temblaba con un movimiento débil mientras la presionaba contra la madera de la puerta. Un leve impulso de su poder hizo que se abriera y pasó a través del umbral.

Su otra mano estaba detrás de su espalda agarrando una ofrenda de paz que pensaba entregarle a Nathair para que estuviera más tranquila y amigable aquella noche. Aún sentía sus suaves labios contra los suyos, y deseaba con fuerza que el momento se volviera a repetir.

Observó la austera habitación y en el centro estaba la joya más hermosa que había visto jamás, Nathair. Sus miradas se encontraron, y ella bajó la vista por todo su cuerpo recorriendolo sin ningún pudor y observando cada curva de su anatomía. Se alegraba de que hubiera recuperado el peso perdido y que su silueta volviera a ser la de antes.

Llevaba un vestido de azul medianoche y un collar de perlas blancas sobre el escote que brillaban con la luz tenue de las lámparas. Si no se resistía no sería capaz de salir de su habitación esa noche.

Cuando volvió a alzar la vista ella la observaba con el ceño fruncido.

―¿Te gusta lo que ves?―dijo arqueando una ceja.

―Si, estas muy hermosa.

Nathair movió el pelo, sus mechones dorados captaron la luz como un manto de estrellas.

―Siempre lo estoy. Supongo que tus cortesanos también lo verán.

Ella rió entre dientes, no tenía ni idea de lo que tenía planeado para aquella noche.

―Tengo algo para ti.

―Eso sí que es una sorpresa, ¿me vas a llevar de nuevo a la prisión? A lo mejor es algo más divertido para ti.

―Cierra los ojos.

―Ni muerta.

―Confía en mí―suspiró.

―Ni harta de vino.

―Por favor, Nathair. Te gustará.

Nathair suspiró con fuerza resignada y cerró los ojos.

Brielle se acercó a ella, con dedos delicados le apartó el pelo de la cara y lo colocó detrás de su espalda, mientras la corona flotaba a su lado con su magia. Cuando acabó esta volvió a sus manos y se quedó observando su rostro durante un largo instante. Tenía la tentación de rozar sus labios con la yema de sus dedos, pero se resistió, quería que ella pidiera que la tocara.

Alzó las manos, dándose cuenta en aquel momento que Nathair era un poco más alta que ella, sonrió y después colocó con mucho cuidado la corona sobre su cabeza. La corona de plata oscura brilló levemente reconociendo a su dueña, y la piedra verde de la punta emitió un leve brillo.

Dió un paso atrás con las manos cruzadas mientras Nathair abría los ojos y se llevaba las manos a la cabeza.

―Mi corona ―dijo emocionada mientras camina hacía el espejo del tocador para mirarse.

Corona de venganza y magia ancestral [Legado Inmortal 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora