El viento arreciaba con fuerza. La madera de la ventana crujía bajo su fuerza mientras las gotas de lluvia golpeaban los cristales de la casa como pequeñas piedras. El ruido era ensordecedor y los silbidos del viento se colaban en la casa, pero eso no empañaba el ambiente festivo que ocurría dentro.
Pequeños banderines de colores adornaban las paredes y había muchas flores sobre las mesas que hacían que la habitación tuviera un ligero aroma dulzón. Melione se encontraba sentada en el único sofá del salón bebiendo una copa de vino el cual ella misma había traído. Antheia estaba a su lado observando la comida que había comprado Cian para la cena. Su amigo estaba en la cocina ayudando a su madre con el plato principal, el cual desprendía un ligero vapor sobre la olla y este llenaba toda la casa. Olía a comida y flores, y esos eran dos olores que le encantaban a Melione.
―Soile―dijo Antheia con voz dulce―. ¿Quiere que la ayudemos?
―Para nada, querida. Mi hijo sabe lo que tiene que hacer ―sonrió detrás de la olla.
―Por lo menos deje que la agasajemos con vino, dado que nos ha abierto su casa―apuntó la reina.
―No, el vino es demasiado fuerte para mí. Y me encanta que estéis aquí. Sangre joven para una pobre anciana.
―Mamá, no digas eso. No eres tan mayor.
―Que dulce eres hijo mío―le puso la mano sobre la mejilla y le acarició la piel.
―Bueno ¿cuando nos damos los regalos?―preguntó Melione dejando la copa vacía sobre la mesita.
―A la comida le queda unos minutos aun dado que tiene que reposar un poco.
Cian ayudó a su madre a pasar por la encimera de la cocina y a sentarse en la butaca de piel ajada por el tiempo. Se sentó y su hijo se quedó a su lado en una silla.
Melione cogió la bolsa que descansaba bajo sus piernas y sacó tres paquetes de diferentes tamaños. Le tendió uno a la madre de Cian, el papel dorado brillaba por las luces mágicas de las paredes. La hembra desgarró el paquete con dedos temblorosos y abrió la pequeña caja de nácar. Un collar de perlas más blancas que la luz brillaban contra sus nudosas manos.
―Son preciosas Melione, muchísimas gracias.
Ella se levantó del sofá y le dio un cariñoso abrazo a la madre de su amigo.
―Esto es para ti ―sacó de su espalda un paquete y se lo tendió a su amigo.
Este lo abrió con prisas desgarrando el papel de organza. Cian exclamó un grito al ver una daga gemela a la que Melione se había comprado hacía poco. Ella desenfundó la suya y ambos chocaron las armas, la gema verde de Cian brilló con fuerza.
―Juntos.
―Juntos―respondió Cian―. Hasta nuestro último aliento.
Melione sonrió y le dio un beso en la mejilla.
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Corona de venganza y magia ancestral [Legado Inmortal 2]
FantasiaEmyerald esta en sus poderosas manos y ella es la única capaz de llevar la corona. ********** Tras convertirse en reina de Emyerald, Melione tiene que afrontar una dura prueba. Recuperar a su mujer de las garras del rey enemigo. Pero todo cambia en...