Capitulo 6

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Raquel P.D.V

La alarma no paraba de sonar, iba agarrada a José por miedo. Me hacia la valiente delante suya pero, me temblaban las piernas cada vez que recordaba ese rostro. Cada vez estábamos más cerca de conserjería, más cerca de la "libertad". Llegamos a conserjería, la puerta estaba cerrada. Por suerte la ventana de atender familiares no. Como yo era una chica bastante delgada y de poca estatura, me colé dentro de la sala pasando por la ventana. Le pedí a José que por favor se quedase vigilando fuera y accedió.

-Quédate vigilando fuera por favor.-Dije con cara de cachorrito.

-Vale, no sea que te coma alguien. -Me respondió guiñándome un ojo.

-Después de que salgamos del instituto te mataré. -Le mire con cara de psicópata y entré en la sala.

Oscuridad por todas partes. Mesas llenas de papeles, era una secretaria como en las películas, pequeñitas y acogedoras. Solo faltaba la máquina de café. Empecé a buscar entre los cajones en busca de la llave, vi un montoncito de llaves juntas al fondo de uno de los cajones de la mesilla de atender. Metí la mano, de repente, noté como algo me agarraba lentamente de la mano. No quise saber que era lo que me agarro e inmediatamente tiré para atrás con el puño lleno de llaves. Grité a José y salté por encima de la mesilla para salir por la ventana. No sabía si era un fantasma, monstruo o algo aun peor, pero no quería morir. No sin antes haberme confesado a Tobías, sin haber catado sus labios, sin haberme despedido de mi familia. Estaba decidida a no rendirme por mucho que ocurriese, saldría viva de aquí.

José P.D.V

Raquel había entrado a conserjería saltando por la ventanilla ya que la puerta estaba cerrada. Me pidió que me quedase vigilando, podía notar su cara de asustada, no sé porque tenía miedo. Parecía que había visto un fantasma. Era irónico ya que el que se quería matar era yo, por lo tanto ella no debía de ser la que estaba asustada. Raquel tardaba mucho en salir, me aburría esperar así que me puse a mirar el móvil. Seguía igual que en la azotea, sin cobertura. Ya era de noche por la hora, me quedaba poca batería y prefería guardarla por si la necesitaba en algún momento. Me giré para ver si salía Raquel pero nada... seguía buscando. Tenía tan cerca la puerta de salida y no podía salir. Giré la cara para observar el pasillo que habíamos recorrido, pude ver como el despacho de la directora estaba encendido. ¿No le habíamos apagado? Me acerque para apagarla, también para rebuscar y apagar la maldita alarma que no paraba de sonar desde que nos salimos. Justo cuando llegué la alarma se apagó sola. Al menos ya no me estallarían los oídos. El botón de apagar estaba cerca de la mesa del director, fui para apagarla tranquilamente como si estuviese en mi propia casa. Cuando llegue cerca de la mesa, pude ver que la silla estaba dada la vuelta.Noté como si alguien estuviese sentado ahí, observándome en el reflejo del cristal. Me acerqué un poco y la silla se giró de golpe. La luz se apagó. No era un chico asustadizo pero, ya estaba con la piel de gallina. Saqué mi móvil del bolsillo y enfoque hacia la silla. Pude ver algo, una sombra, pero no una sombra normal. Una sombra con forma humana llena de sentimientos dolorosos y de ira. Me sonrió. Su sonrisa era horrible, daba miedo solo de verla un poco. Sin dudarlo dos veces salí corriendo pero, la puerta se cerró ante mis ojos. Comencé a gritar intentando que Raquel me pudiese escuchar. La sombra se acercó a mi lentamente, pude notar como el frio me abrazaba por la espalda.

Doce gotas de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora