Capitulo 8.

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Raquel P.D.V

Había vuelto asustada a casa desde que volví del instituto con José, metí mis manos dentro de los bolsillos en busca del móvil pero no estaba. Tal vez, lo tenía él, preferí pensar eso antes que pensar que estaría allí. No me sabía su número para llamarle con el teléfono de casa pero, eso no importaba ya que vivía cerca de mí. Me cogí una chaqueta bastante gruesa de color negro, una de mis favoritas. Salí en busca de José, era de noche. Las calles no eran muy amplias, parecían más grandes con la lluvia. Por suerte, la chaqueta era impermeable así que no me moje. Llegue a su casa en un abrir y cerrar de ojos, la puerta estaba abierta. Entre a su casa tocando la puerta, por si estaba alguien aparte de el. Camine hasta el salón, era ahí donde siempre estaba con una consola o con su móvil... no estaba. ¿Tal vez estaba en el baño? O en su habitación. Camine por su casa en su búsqueda, era una casa no muy pequeña, estaba llena de cuadros. Al fondo del pasillo, cerca de su habitación había un espejo gigante. La puerta de su habitación estaba al lado ya que se podía notar por el cartel que ponía '' no pasar, José peligroso. '' Parecía la placa de un perro. Entre en su habitación y vi... ropa por el suelo. Pero, eso no me llamo la atención, lo que me asusto fue ver unos calzoncillos encima de la cama de a saber cuántos días. Salí de la habitación, no soportaba ese olor a hombre sudado. Si José no estaba en la habitación o salón ¿Dónde estaría? Me pare a mirar en el espejo y vi algo, estaba yo reflejada pero, en mi boca había una sonrisa que no era la mía. Podría recordar perfectamente esa sonrisa. Detrás mía, en el reflejo apareció otra persona más... ¿Era Leticia? Seguidamente llego Beatriz y junto a ella ¿José? Pero... ¿Cómo? Ellas estaban muertas y José... estaba vivo, creo. Fui a tocar el cristal cuando algo me agarro por la espalda. Pude sentir un brazo sujetando mi hombro para que  me detuviese. Era... José. Estaba bastante pálido.

-No toques el espejo o no podrás salir de él.- me dijo

-pero  ¿Dónde estabas?-grite

-yo no puedo decir nada, solo he venido a advertirte.- me dijo bajando la voz poco a poco.- si la ves... huye.

-Pero... ¿Cómo ha advertirme? Si esta es tu casa. ¿Por qué debería huir?- pregunte asustada.

-Para que no te ocurra lo que a mí, mira debajo de mi cama, hay lo sabrás todo. –Dijo y desapareció ante mis ojos.

Doce gotas de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora